El año por el caño

OJOS DE PERRA AZUL

Portada de la libreta donde aparecía "La gran ola"
Portada de la libreta donde aparecía "La gran ola" Foto: Especial

Recuerdo que el primer día de 2023 amanecí desvelada y con resaca. Apenas encendí la televisión, una vidente salió en la pantalla. Manoseando una bola de cristal con humo adentro leyó el horóscopo que predecía lo que iba a sucederme. Virgo, conocerás al amor de tu vida y experimentarás la locura de la pasión; viajarás a sitios lejanos donde renovarás tus energías para desarrollar nuevos proyectos; recibirás mucho dinero, honores y premios; cumplirás el sueño de saltar en paracaídas desde un avión supersónico; andarás en motocicleta por ciudades y carreteras; vendrá un cambio drástico de look. Nada de eso ocurrió, ni tampoco salió como yo lo hubiera querido. Las profecías se burlaron de mí.

EN LA CENA FAMILIAR, un tío me regaló una agenda, insistió en que ya era hora de planear mi futuro, ser más ordenada, madurar, plantearme objetivos reales. En la portada de la libreta aparecía La gran ola, de Hokusai, en colores brillantes, páginas con los meses y las semanas por venir. El pariente señaló varios renglones donde debía anotar mis propósitos, dijo que lo hiciera con seriedad, la única forma, según él, de obligar su cumplimiento. Basta comprometerme con algo para que nunca lo ejecute.

Planeé tres horas de lectura diaria. Ni uno solo de los 365 días pude concentrarme por más de 20 minutos seguidos, sólo logré terminar a mi ritmo los libros que me interesaban. Tomé por internet un curso de cocina vegetariana, pero no dejé de comer jamón serrano y asados argentinos. No me hice el check up que el doctor me recomendó para descartar enfermedades venéreas o fatales. No pude empezar la novela que había quedado de entregar al editor, las tardes destinadas a la escritura se vieron interrumpidas por mi vicio de procrastinar lo importante y pasar el tiempo subiendo selfies a Instagram y ver videos bobos en TikTok. Bebí vino en exceso, comí chocolates, helados y pan dulce, no bajé de peso ni de medidas. El clóset quedó igual, desordenado; el coche sigue abollado.

El primer día de enero del 2024 no prometí nada, no juré ser una mejor persona ni más sana. Me propongo no hacer propósitos, dejar que la vida fluya y que el azar marque el rumbo de mi destino. Mi único deseo, querido lector, es que para siempre me sigas leyendo con la fuerza de los astros y la venia del periódico en el que escribo.

*¿Quieres deshacer una vida conmigo?

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