Anti-lista musical 2021

Este registro de lo mejor en la música del 2021 avanza a contracorriente de los listados al uso, por las razones que detalla en su inicio. Desborda en algunos casos esa frontera temporal, a la vez que se concentra no tanto en los dictados de la moda o el mercado sino en las propuestas, los sonidos al margen de la reiteración y la norma. Un género predomina en este repaso, así como el protagonismo de vocalistas y grupos de mujeres que impulsan la herencia recargada del postpunk.

Automatic en vivo.
Automatic en vivo. Fuente: stonesthrow.com

Hace unas semanas las redes se inundaron de gente que compartía el reporte musical de su 2021 según lo que escucharon en Spotify. Incluido yo. La banda que más reproduje este año fue The Rolling Stones. Y mi canción número uno, “Living in a Ghost Town”. Sin embargo, este escueto recuento no refleja en realidad mi año sonoro. En primer lugar porque Spotify sólo lo escucho en el carro. Y suelo manejar poco. En segundo porque siempre que estoy en casa utilizo Apple Music. En tercero porque consumo mucha música en vinyl, en CD y en blu-ray. Y en cuarto porque en las pedas siempre termino enganchado al YouTube.

“La moda y la muerte son hermanas”, afirmó Fadanelli hace unos días en Twitter. Hace unos años las listas de los mejores del año eran una novedad. En el presente se han vuelto una moda. Y la verdad resultan de hipergüeva. La credibilidad de los críticos actuales está por los suelos. Lo mismo ocurre con los listados de los mejores libros del año. Los criterios ya no obedecen a ningún dogma que no sea el del mercado. Y como yo soy un muerto me sumo ahora a esa otra moda que es hacer una lista de lo que para mí fue lo más decente del 2021. Por supuesto que no pretendo que sea una guía ni mucho menos un aporte al canon. Tampoco pretendo adoptar la postura de por mis güevos esto es lo que tienen que escuchar, chamaques pendejes. Se trata más bien de compartir un cierto temperamento melancólico, siempre anclado en el rock, con el fin de seducir a espíritus afines.

“Contra la producción: seducción”, decía Baudrillard. Ante las listas monstruosas de las revistas especializadas yo antepongo estos álbums, y como he dicho, últimamente lo que más escucho es punk, con lo que me atasqué los pasados meses.

AUTOMATIC, SIGNAL, 2019

La retromanía está produciendo un fenómeno interesante, entre los muchos que tiene el poder de desatar: el retorno del postpunk. Una de las bandas más interesantes de esta segunda ola es Automatic. Un trío de morras que tienen su centro de operaciones en Los Ángeles. Siempre me ha sorprendido la cualidad que tiene esta ciudad para detonar grupos oscuros. Lejos ha quedado la época en que de esta urbe sólo emergían grupos de surf. También bajo la soleada California pululan los vampiros y la gente se viste de negro. Y esta contradicción se puede palpar en la música de Automatic. El disco es una muestra de minimalismo dark. Su estética rescata lo más puro del género: sobriedad y un respeto por la canción protopunk. Ningún track alcanza los cuatro minutos de vida. Y aunque parezca lo contrario, esto es bastante difícil de conseguir.

No cualquiera puede hacer canciones con este tipo de temperamento y una intención estrictamente pop sin resultar demasiado comercial. Hay algo fresco en este disco, en concordancia con Los Ángeles, que es la frescura de su sonido: construido sin guitarras, sólo por bajo, batería y sinte. Es de finales de 2019 pero lo descubrí en 2021 año y me volví incondicional.

La retromanía ahora alienta a una nueva juventud shoegazera que este cuarteto abandera con su sonido refrescante. Si queremos acabar con los tótems del rock mexicano tenemos que apoyar a bandas como Margaritas Podridas

SWEEPING PROMISES, HUNGER FOR A WAY OUT, 2020

La proliferación de bandas en la actualidad produce un fenómeno engañoso. Creemos que entre más desconocidas sean por el gran público serán mejores. No siempre sucede así. El rock goza de tremenda salud. Sweeping Promises es una prueba palpable. Sin embargo, la reputación del rock actual está sostenida por pocas bandas. Y es natural que así sea. Otra anomalía que está a la luz de todos, o sería mejor decir: a oídos de todos, es que entre la enorme proliferación existe un común denominador lapidario: se parecen demasiado unas a otras. O aspiran desesperadamente en convertirse en los nuevos Tame Impala, por mencionar un grupo.

En el caso del punk y el postpunk esto se vuelve todavía más peligroso.

Sin embargo, en esta segunda ola de postpunk son las mujeres las que han otorgado una personalidad propia a las bandas emergentes. Tal es el caso de Sweeping Promises. El trabajo vocal de Lira Mondal es subyugante. Descomunal, porque trabaja en función específica de las canciones. Esto por fortuna es un efecto que se ha ido revirtiendo con el paso de los años. Antes se solía tener la idea de que para ser cantante de una banda de punk debías gritar lo más fuerte posible. Pero Lira Modal le da un color a las canciones que las proyecta más allá del género. No quiero decir que se vuelvan pop, sino que escapan a los clichés de una vocalista de pop. Rolas como “Safe Now” o la que da nombre al disco son artefactos que no han dejado de sonar en mi cabeza desde la primera vez que las escuché. Y el sonido del bajo distorsionado es encandilador.

Técnicamente, este disco es del año anterior, pero por efectos de la pandemia apenas lo descubrí en 2021.

BOBBY GILLESPIE y JEHNNY BETH, UTOPIAN ASHES
BOBBY GILLESPIE y JEHNNY BETH, UTOPIAN ASHES

BOBBY GILLESPIE y JEHNNY BETH, UTOPIAN ASHES, 2021

Si existe una palabra que defina a este disco, ésa es: embriagador.

Primal Scream es una de las bandas a las que tengo mucho cariño, y han pasado por una serie de dificultades que sólo hacen que mi admiración por ellos crezca día a día, pero siempre he pensado que Bobby Gillespie en ocasiones está demasiado constreñido ahí. Claro, se entiende que si no hay un trabajo de solista es porque son eso: una banda. Ahora por fin ha salido de la zona de confort y ha lanzado un disco por su cuenta, aunque no precisamente en solitario. Junto a Jehnny Beth, la vocalista de Savages, ha sacado una colección de canciones hermosas, lo más alejadas que fue posible de su labor en Primal Scream. Honestamente, aunque para mí Bobby es uno de los mejores front man del presente, jamás lo había considerado en la piel del crooner. Amparados en lo jazzy sin llegar al lugar común, con tintes de la canción francesa y devoción por la balada pura, no aquella del bar de mala muerte, Bobby y Jehnny han conseguido uno de los duetos más entrañables. Y creo que ése era el desafío: alejarse completamente del tópico de los duetos. No ser Tom Petty y Stevie Nicks, et al. Y lo han conseguido de modo estupendo. El nivel de dulzura que desprende este álbum, sin llegar al empalagamiento, es de una fineza especial. Por supuesto que por momentos Bobby podría recordarnos a Bryan Ferry. O a Nick Cave. O al que se les antoje. Pero tiene la virtud de que no aspira a ser Leonard Cohen. Se planta con una valentía que proviene de la más honesta de las devociones por ese artefacto antes llamado canción.

IDLES, CRAWLER, 2021

La neta los primeros dos discos de IDLES me pasaron de noche. Tienen grandes rolas, pero no me parecían nada fuera de la norma. Entonces vino Ultra Mono y, atendiendo al lugar común, sentí el marrazo en la cabeza. Siempre que escucho un disco tan excepcional me entra una especie de temor, lo mismo con los libros: empiezo a sospechar si el siguiente será igual de bueno.

La mayoría de las ocasiones ocurre que son decepcionantes. Es normal. Se acabó ese tiempo en que la creatividad de las bandas se mantiene disco tras disco, aunque claro, hay excepciones como The Brian Jonestown Massacre.

Nunca sabes qué tan buena es una banda hasta que supera un disco de éxito. Ese reto no cualquiera consigue ganarlo. Después de un disco tan poderoso como Ultra Mono, IDLES tenía dos caminos: repetirse o caricaturizarse. Y sin embargo no ha tomado ninguno de los dos. Han elegido otra senda. Hacer un disco distinto a Ultra Mono y a los dos primeros. Crawler es un salto al vacío. Darle la espalda a la furia y volcarse sobre la templanza. No representa un cambio de estilo en sí, puesto que hay punk, pero las canciones beben de otras fuentes. De lo minimal, por ejemplo. No es un secreto que ya en Ultra Mono IDLES suena como una banda sofisticada. No es el típico punk de tres acordes, que también hay. Pero en Crawler llevan esa sofisticación al extremo. Eso es lo más punk que existe. Quizá no a todos los seguidores les vaya a gustar este nuevo giro, pero no hay duda de que IDLES toman riesgos y eso hace que una banda sea incorruptible. Y garantiza que el rock siga vivo.

AUSTERO, AUSTERO
AUSTERO, AUSTERO

AUSTERO, AUSTERO, 2020

Siempre que me preguntaban por nuevas bandas de rock mexicano no sabía qué responder. No porque no existan, sino porque no había escuchado una que capturara mi atención. Consideraba que el rock nacional estaba sucediendo en otros ámbitos, sobre todo en cuestión de actitud y arrojo: en algunas canciones de Juan Cirerol o de El Muertho de Tijuana. Pero en el presente, siempre que me preguntan por un grupo de rock que me lata sé qué contestar: Austero. De repente, surgió de la nada este power trío de Chihuahua y no recuerdo cómo, eso no importa, me descubrí un día escuchando su rola “Juventud enferma”. Me golpeó de tal manera que me di el disco entero. Y quedé prendado. Es una banda que combina riffs poderosos con un lirismo rara vez visto en grupos tan prominentemente guitarreros. Lo mejor de esta dualidad es que la banda por momentos pone un pie en el punk, luego en el metal, luego en el grunge de extracción sludge metal, y después deja todo eso para obsequiarse con una pieza al piano solo. En una primera visita, Austero podría parecer un grupo con reminiscencias del rock noventero, y si bien reverencia ese aspecto relacionado con el sonido Seattle, va más allá. Posee una versatilidad que le permite moverse por los géneros arriba mencionados. Si algún aspecto califica este disco, su debut, es el equilibrio. La capacidad natural para surfear de la distorsión a la balada envenenada. El productor es nada menos que Steve Albini, lo cual ya es en sí una gran carta de presentación, pero la mayor cualidad de Austero es un sonido iracundo, donde demuestra que lo colérico no está peleado con momentos de ternura. Esta banda es una de las mejores revelaciones de la pandemia.

Margaritas Podridas en vivo.
Margaritas Podridas en vivo.

MARGARITAS PODRIDAS, MARGARITAS PODRIDAS, 2021

Esta banda hermosillense ha edificado una potente personalidad musical muy temprano. Con apenas dos discos parecen un grupo de lo más experimentado. Esta experimentación es producto de las horas que han pasado en la sala de ensayos, explorando las posibilidades sonoras de la guitarra. Que sean del norte de México es una muestra más de que el siguiente rock mexicano que dominará la escena no nacerá en las grandes capitales del país. Margaritas Podridas es una banda con un gusto particular por el noise. La retromanía tan dada a los ciclos ahora alienta a una nueva juventud shoegazera que este cuarteto abandera con su sonido refrescante. Si queremos acabar con los tótems del rock mexicano tenemos que apoyar a bandas como Margaritas Podridas. En estos tiempos de Spotify, donde el concepto de disco cada vez parece más difícil de asimilar, ya que predomina la escucha de playlists y de sencillos, encontrarse con un álbum tan sólido como éste es todo un acontecimiento. Hay una nueva nación sónica en gestación y no viene de Inglaterra ni del gabacho. Se origina aquí, en nuestro territorio. Y me da un profundo orgullo decir esto: no son dados a la imitación. Margaritas Podridas hacen una música de enorme calidad y de inspiración propia. Por fortuna escapan a ese montón de bandas genéricas que te arroja el algoritmo.

Alicia Bognanno, vocalista de Bully.
Alicia Bognanno, vocalista de Bully.

BULLY, SUGAREGG, 2020

Desde morro he sentido debilidad por las bandas punks de chicas. En aquellos años lo mejor del género lo hacían bandas de puras chavas o mixtas, encabezadas por Kim Gordon de Sonic Youth y P. J. Harvey como solista. Además de Hole, L7, Veruca Salt y demás. Desde entonces siempre estoy atento a las bandas emergentes de morras. Hace unos años descubrí a Bully y me volví fan. Su primer disco, Feels Like, se gestó en Nashville, la tierra del coun-try, pero es punk rock de cepa pura. También producidas por Steve Albini, tienen un punch que va de lo melódico a lo furibundo. Pero los tintes salvajes los pone la voz de Alicia Bognanno, guitarrista, vocalista, letrista y líder de la banda. Mi debilidad por estas bandas, además del ritmo punketo, se debe a los gritos que pegan. Y en este departamento Alicia despunta porque va de lo suave a lo áspero. Cuando berrea, su voz algo ronca crea un amasiato emocional con las guitarras distorsionadas. El indie sigue vivo, y Bully es prueba de que el under todavía tiene mucho que ofrecer. Y decir indie es un mero formalismo, porque ficharon por Columbia. Sin embargo, las convicciones de esta banda, así como las de Austero o Margaritas Podridas, es hacer la música que les apasiona en el lugar que sea. Y no traicionar sus principios en aras de lo comercial.

FONTAINES D. C., A HERO’S DEATH
FONTAINES D. C., A HERO’S DEATH

FONTAINES D. C., A HERO’S DEATH, 2020

El punk y el postpunk no dejan de renovarse desde todas partes del mundo. Irlanda levanta la mano con este grupo semioscuro que apenas en su segundo disco ya está nominado al grammy por el mejor álbum de rock. Basta escuchar “Televised Mind” para entender la pasión que ha despertado este quinteto. Lo del grammy es lo de menos, está tan desprestigiado que ya no es ningún logro mayor, pero es indicativo de algo: que no todo está en el mainstream, que el punk gana terreno y es imposible no reconocerlo. La virtud de Fontaines D. C es que no suenan a los Pissy Jeans o IDLES o Viagra Boys, es decir: existen varias bandas de punk en escena, pero no se repiten. Al contrario, cada una aporta algo distinto. Lo que hace que la oferta no se agote rápidamente. Sí, todos tocan punk pero desde distintos lugares, la premisa es la misma, aunque cada uno es particular. Claro que tienen sus puntos de encuentro, pero escapan a la fórmula. Y ahí radica el poderío de las bandas mencionadas: escapar a la fórmula. Lo de Fontaines D. C. es un punk sofisticado, pero con una sofisticación distinta a la de IDLES, que no está exento de rabia. Una rabia adictiva que a la tercera escucha del disco te hace un maldito adicto a su sonido.

VIAGRA BOYS, WELFARE JAZZ, 2021

Los Viagra Boys son brutales. Tampoco se trata de una banda de punk básico pero la explosividad es su declaración de principios. Sin embargo, Welfare Jazz me pareció a ratos anticlimático. Tiene grandes y potentes rolas, pero que haya una interrupción en cada track es un tanto cansado. Es como si entre cada corte de Damaged de Black Flag hubiera un comentario, le rompería el ritmo. Eso ocurre aquí, el ritmo acelerado, que es un atributo de la banda, que son incombustibles, se frena a cada momento y te corta el su-ministro de adrenalina. Pero son tan buenos que no puedes renunciar, y entonces adelantas todos esos tiempos muertos que son las pausas entre canción y canción. Quizá sus ganas por escapar a los lugares comunes del género los empujaron a cometer este tipo de delito, pero son una banda a la que definitivamente hay que seguirle el paso. No tengo dudas de que su siguiente álbum será un madrazo. Algo cabrón está cocinándose en Estocolmo para que de ahí salgan estos chicos a desafiar lo que se les ponga enfrente. Lo mejor sería verlos en vivo, esperemos que no tarden en venir a México.

AMYL AND THE SNIFFERS, COMFORT TO ME, 2021

Australia también hace su aporte con esta banda encabezada por Amy Taylor en la voz. La Wencesloca Bruciaga lo calificó como disco del año. Para mí es mejor el de IDLES, pero entiendo la pasión que le despierta a la Wencesloca. En ocasiones el punk es simplemente punk. Y Amyl and The Sniffers es justo eso: puro raw power. En ese campo son excepcionales. Además enfocan sus energías en algo bastante potente dentro del rock: la front woman. De las bandas de chicas mencionadas arriba, después de P. J. Harvey, la front woman más radical es Amy Taylor. Resulta bastante seductor que este grupo de mujeres músicos se plante en el escenario haciendo garage y punk. Muy valiente. Muy arrojado. Lo más sencillo sería comerciar con su imagen y batirse en el lodo del pop desabrido, pero prefieren pegar de gritos y cantar maldiciones, echar escupitajos y no hacer concesiones. Este 2021 parece 1977, por la cantidad de bandas punks que han sacado buenos discos.

ROBERTO PETTINATO, PETTINATO PLAYS GARCÍA, 2020

El exsaxo de Sumo le dedica un disco a uno de sus héroes y máximo prócer del rock argentino. Este tributo es más que una traslación de los temas de Charly a otro lenguaje, se trata de una reinvención de los temas o, como decía Cohen, un nuevo traje para una vieja ceremonia. La piel no es otra que la de García, quien colabora en varios de los temas, y el traje es Pettinato. Con arreglos que recuerdan en ocasiones al Coltrane de su etapa para Impulse, Pettinato le devuelve a Charly el favor que le hizo éste a Mercedes Sosa en Alta fidelidad y le imprime nuevos matices a piezas tan entrañables como “Veinte trajes verdes” y “Happy and Real”. Y nacen gemas como “iPad Church Number 9”, tema de Charly perdido en un iPad y rescatado para este homenaje. Un discazo.