Arte visceral en TV: 30 Monedas

30 Monedas es la excéntrica serie de televisión española dirigida por Álex de la Iglesia; un thriller de humor negro, de potente estética visceral. Parte desde la traición de Judas hasta el Vaticano de nuestros días y la amenaza del nuevo orden mundial. En el pueblo de Pedraza, provincia de Segovia, se desencadenan fenómenos extraños y muertes misteriosas en los que se ven involucrados la Iglesia y varios personajes en agitadas historias de conspiraciones anticristianas. Esta parodia del poder sin duda no pasará inadvertida al espectador

Poster de la serie "30 Monedas"
Poster de la serie "30 Monedas" Foto: HBO

Existe un tipo de televisión que no busca hacer arte como primera alternativa, sino que está ahí para molestar y divertir al mismo tiempo. Que produce morbo, asco. Lleno de sangre y vísceras, junto al humor negro tan vilipendiado hoy. Este entretenimiento comienza a rascar las alturas del arte cuando suspendemos la verosimilitud y decidimos sumergirnos en el mundo del creador. Al final, en cada disciplina artística se han creado obras que están hechas para pasar el rato, reírnos y quitarle peso a la realidad. Que se burlan de lo que la mayoría considera sagrado y ponen el dedo en la llaga, como le hicieron a Jesús, pero con una carcajada.

Esta forma de arte, que no se toma nada en serio, ni siquiera a ella misma, en apariencia no tiene peso pero, por otro lado, ¿acaso hay mejor forma de criticar a los poderosos que con la parodia?

YA ES LUGAR COMÚN afirmar que Álex de la Iglesia tiene una imaginación desbordada y alucinante. Lo sabemos desde 1995, con El día de la bestia. Personalmente, la primera vez que me enfrenté a su cine no sabía lo que sucedería. La película me dejó de rodillas, madreado por todos lados y feliz por la golpiza.

Eran los años 90 y seguirlo era complicado. Encontrar sus películas en una pequeña ciudad del norte del país no resultaba sencillo. Varias se me escaparon, pero sí logré ver muchas otras, aunque a veces en versión pirata. Eso sí, Perdita Durango la vi como unas quince veces y ahí tengo el libro. Estoy tan enamorado de esa película que pienso que el corte de cabello de Javier Bardem en ese filme es mucho mejor que el de No es país para viejos.

A fines del año pasado me enteré de que la serie 30 monedas es de Álex de la Iglesia. Fui a HBO, porque no podía perderme la oportunidad. Es extraño porque supe de su existencia gracias a los tuits del director. Apenas le piqué play al primer capítulo pude ver que habría demonios y curas repugnantes y las monedas perdidas que recibió Judas por traicionar a Jesús. Ni siquiera lo dudé, tan sólo con la escena de la crucifixión que aparece en los créditos de cada capítulo ya estaba enamorado.

Comencé, como se debe hacer, por el principio. Tuve la experiencia completa: 30 monedas desde la primera temporada, sin tener una idea clara de qué iba a encontrar. Estamos ante un constante homenaje a todo el cine B de los años 80. La serie es de horror, como esas películas de Stephen King con monstruos como humanos y sangre y restos esparcidos por suelo y paredes, pero no es sólo eso. También es comedia, mucho humor negro, como las películas de Sam Reimi, aunque no sólo eso. Además es misterio, como La dimensión desconocida, pero es más. Por otro lado, parece obsesionada con la podredumbre en el Vaticano, pero no es sólo eso.

LO QUE QUIERO explicar es que De la Iglesia no copia, sino reinterpreta y convierte sus influencias en una forma distinta de contar historias. No es sólo un director, sino un creador de cultura popular. Es un cineasta que sabe utilizar distintos lenguajes visuales. Su paso a la televisión fue natural, algo que estaba esperando desde hace tiempo. Si la primera temporada parecía un homenaje a cierto tipo de filmes, la segunda es una

explosión de creatividad y alucine que no se parece a nada.

La historia de Paco, Elena, Merche, el padre Manuel Vergara y los demás habitantes del pueblo de Pedraza da un giro internacional con la aparición de Christian Barbrow, encarnado por el actor Paul Giamatti, quien también busca las 30 monedas de Judas, pero con un plan que espanta incluso al mismo Satanás. La segunda temporada muestra una visita al infierno que es inquietante y visualmente adictiva. Cada vez que había escenas infernales terminaba preguntándome de dónde toma esas ideas el director. ¿Cuáles son sus reflexiones para llegar a ese lugar? ¿A qué hora se imagina tanta divertida maldad? ¿Cómo puedo ir a tomar unas cervezas con él, para averiguar todo lo anterior?

A la mitad de la segunda temporada ya nada es seguro. Vemos el infierno y el mundo real, además aparece un empresario que tiene planes tan malvados que todos los políticos del mundo parecen bebés a su lado. La maldad, por supuesto, es parte del ADN de los millonarios universales. Para cuando la cultura inca hace su aparición, el televidente se ha rendido feliz al universo de Álex.

Algunos podrán afirmar que estamos ante un churro televisivo. Eso sólo lo dicen quienes no saben divertirse. Todos los que de niños no vieron películas como Terror bajo la tierra o Critters. Los que no apreciaron los filmes sobre metaleros que tocan una canción diabólica y terminan invocando al demonio.

Álex de la Iglesia tiene una obsesión con el poder económico y con el religioso. Su burla del catolicismo proviene de alguien que conoce bien esos vericuetos. Ni siquiera el Papa puede detener la podredumbre dentro del Vaticano. Al poder económico y religioso sólo le falta otro: el poder de Dios, ¿o será el de Satanás? Porque si de algo terminamos seguros, después de ver 30 monedas, es que Dios y el demonio parecen ser la misma persona. Tal vez Occidente ha estado rezándole a la figura equivocada todo este tiempo.