Soy incondicional de Mark Fisher. Es el filósofo con el cual me siento más identificado. Sin embargo, aunque comulgo con la mayoría de sus juicios, en ocasiones sus observaciones me ponen en un predicamento. Como en el caso de Star Wars. De la que soy fan (no de todo, claro, pero sí de lo mejor logrado de su universo) y que Fisher menosprecia. Soy entonces un ser dividido entre el pensamiento fisheriano y mi amor por Star Wars.
En el ensayo sobre el tema, publicado en K-Punk Volumen 1, Fisher se hace dos preguntas: “¿La adquisición de Lucasfilm por parte de Disney significa que Star Wars se vendió?”, y “¿Puede la franquicia de Star Wars conservar su alma ahora que ha sido absorbida dentro de un conglomerado corporativo?". Y se responde: “Es difícil creer que estas preguntas se planteen seriamente. Star Wars se vendió desde el comienzo, y ésa quizá sea la única cosa notable sobre esta franquicia deprimentemente mediocre”. Las duras palabras de Fisher encuentran un eco en mí, al considerar los malos productos que se han desprendido de las últimas dos trilogías. Sin embargo, pese al clavo en el ataúd fisheriano, el estreno de El Mandaloriano demostró que el alma de Star Wars sigue intacta. En este mismo espacio escribí sobre el estupendo regreso de la franquicia, de la mano de este dúo dinámico conformado por el Mandaloriano y Baby Joda (Grogu).
El western galáctico de El Mandaloriano reavivó la llama del amor entre los viejos fans decepcionados por la franquicia. Y el entusiasmo se fue al hiperespacio cuando se anunció que la siguiente miniserie de la franquicia estaría dedicada a Boba Fett. Debutado en El retorno del Jedi, este cazarrecompensas ha tenido apariciones esporádicas. Pero la mística del personaje que nunca se quita el casco (mística que comparte con el Mandaloriano) ganó millones de adeptos. Y sus seguidores siempre pensamos que estaba desperdiciado dentro de la saga, pese a que se retomara algo del personaje vía Jango Fett en La guerra de los clones. El anuncio de El libro de Boba Fett nos dijo que por fin se le haría justicia a este personaje tan arraigado en el gusto de los fans.
Lucasfilm, ahora Disney, sólo está interesado
en exprimir el fenómeno Star Wars hasta el fondo
Los que caímos en el embrujo de El Mandaloriano esperábamos lo mismo de El libro de Boba Fett. Pero el equipo conformado por Jon Favreu, Robert Rodríguez et al. (que son los mismos de la historia de Boba Fett) pusieron la vara muy alta. El primer capítulo resulta bastante flojo, algo comprensible debido a que es introductorio. Pero los capítulos dos y cuatro son algo decepcionantes. El único que tiene el nivel mostrado en El Mandaloriano es el tres. Al terminar el cuarto es imposible no caer en pesimismo fisheriano: the dream is over. Cuánto tiempo se iba a poder sostener esto. A tres capítulos del final la conclusión a la que se llega es que, a diferencia de El Mandaloriano, no pudieron edificar una mitología a prueba de Fishers para Boba Fett. Mientras esto pasaba, Disney anunciaba el próximo estreno de la serie dedicada a Obi-Wan y la segunda temporada de El Mandaloriano. De esta última, desconcertaba un poco que al final de la primera parecía que la historia había llegado a su fin.
Se producía el fenómeno tan atacado por Fisher: que Lucasfilm, ahora Disney, sólo está interesado en exprimir el fenómeno de Star Wars hasta el fondo. Entonces se produjo el milagro que no esperábamos, porque teníamos los ojos puestos en Boba Fett, la reaparición del Mandaloriano. Toda la aburrición de los capítulos uno, tres y cuatro se vio recompensada por unos capítulos cinco, seis y siete, en que la serie vuelve a alcanzar la altura de El Mandaloriano. Ambas tramas se unen, y aunque el personaje central, Boba Fett, es desplazado, se entiende que se está contando una sola historia. Y eso termina por darle una dimensión todavía más fantástica a este par de cazarrecompensas.
La reaparición de Luke Skywalker y de Grogu, más la espectacular batalla final, podría caer en lo que se conoce como fan service. Y en lo que dice Fisher al final de su ensayo: “Por eso es ridículo preguntar si Star Wars se vendió. Fue Star Wars la que nos enseñó lo que realmente significa venderse”. Pero lo que los capítulos tres, cinco, seis y siete ponen de manifiesto es que la saga, con Disney o sin Disney, no ha perdido su alma.