MI BOCA SE PUSO EN HUELGA, decidió callar. No enunció nada durante una semana, mutis absoluto, sellada quedó. Por más que yo intentaba decir algo, se negaba a abrirse, apretaba los dientes con fuerza, fruncía los labios, paralizaba la lengua. Fue imposible hacerla hablar, mucho menos gritar, apenas emitía un zumbido interior. Sospeché por qué estaba tan enojada: su reclamo era que no había pronunciado tu nombre en meses.
SIEMPRE HA SIDO REBELDE. No me obedece, se mueve sola, funciona por su cuenta y riesgo, tiene vida propia. Si converso con alguien me mete en problemas, no dice lo que yo quiero decir, tergiversa mis ideas, cambia una frase por otra, me hace quedar mal, todo termina en malentendidos. Si la quiero silenciar la cubro con las dos manos, con los incisivos me muerde los dedos. Odia que la interrumpa. Insiste en ser más articulada que yo, entonces desisto, le doy la palabra y ella se expresa sin filtros, revela mis pensamientos ocultos.
No es pequeña ni grande, es mediana, dos pálidos pétalos que tiemblan si está nerviosa, suspiran al remembrar lo que no fue. El borde superior es el arco de cupido, culmina en un par de colinas casi en la punta de la nariz; la parte inferior forma una curva al sonreír, profundiza el filtrum. Canta óperas de Wagner si se siente triste, a los Rolling Stones si está satisfecha. Ríe a carcajadas. A veces estamos en desacuerdo, pero hemos aprendido a vivir en un mismo cuerpo, en la misma cara. Somos políglotas, platicamos en inglés, alemán, francés y esperanto, nos entendemos bien, charlamos a solas cuando llega el alba, bebemos vino en las tardes de lluvia.
Por más que yo intentaba decir algo, se negaba a abrirse, apretaba los dientes con fuerza
Es muy activa, la entretengo con chicles de hierbabuena, uno tras otro, es experta en hacer bombas. La distraigo con chocolates, si se aburre empieza a balbucear, nadie la entiende, ni yo. Se pinta de carmín escandaloso si sale de noche, le encanta besar a diestra y siniestra, manchar las camisas y las copas de cristal. Es sonámbula, al dormir lanza maldiciones que al día siguiente no recuerdo. En las madrugadas tiene insomnio, le da por declamar en voz alta poemas de Gonzalo Rojas.
Me gusta cuando mi boca loca te nombra, reconozco su voz en la mía, es un eco en mi cama que vibra y persigue un encuentro estridente. Se queda con cosas que no puedo decirte. Te maldigo y le ordeno que para siempre calle, no quiero hablar más de ti.
*Me echaron mal de hoja.