Chorizo de soya (Tangk, un ábum bajo en calorías)

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Tangk
TangkFoto: Cortesía del autor
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In memoriam Mariano Villalobos (1953-2024), punk y no pedazos.

Maldito veganismo, nos está abaratando el paladar. No le bastó con inventar el chorizo de soya. Ahora le ha quitado todo el filo a los IDLES. El chorizo, para ser considerado auténtico, debe ser de cerdo. Ni el de pavo califica. Con la música ocurre lo mismo. Existe más punk en los jugos verdes que en Tangk, el nuevo disco de IDLES. 

Es una afrenta para la tribu de los Converse de fayuca. Alguien me dijo que el disco sonaba a Los Killers. No existe peor insulto. Sin embargo, como no estoy tan familiarizado con ese grupete, a mí me sonó a Fiona Apple, con todo respeto para la cantante. Digo, si la quiero escuchar a ella, pues mejor me pongo el Tidal

A IDLES se les ha acusado en el pasado de ser pobres cuando les conviene. De explotar la bandera a punk a conveniencia. Con Tangk se ha propuesto darles la razón a sus detractores. No es, ni será, la primera banda en bajarle dos rayitas a su desmadre para conseguir mayores alcances comerciales, pero su pecado más grande reside en que en lugar de bajarle dos, le bajaron ocho mil. 

Lo que nos había conquistado de la banda ya no está ahí. IDLES es otro grupo. Uno pop. Uno que a los viejos fans ya no gusta. Pero que ha cosechado nuevos seguidores que afirman amar Tangk pero que no soportan la crudeza de los discos anteriores. ¿El chorizo te causa agruras, mi turista de clase? No te preocupes. Aquí tienes un tu chorizo light. Tu chorizo de imitación.

“DANCER”, EL PRIMER SENCILLO, fue una flagrante red flag. Todos pusimos cara de emoji que sonríe nervioso mientras una gota de sudor le escurre por la frente. Nadie imaginábamos, siquiera en nuestra peor fantasía masoquista, que a IDLES se le ocurriría sacar una colaboración con una banda tan oxidada como LCD Soundsystem. 

Existen varias explicaciones para eso. La más obvia es un capricho de fans. Sin embargo, cuando vas al rescate de una banda que lleva más de una década en el ostracismo, tienes que resucitarla de entre los muertos. Si no, mejor ni le muevas. “American Dream”, el último disco de LCD, data de 2017. Y en él quedó bastante claro que el genio de James Murphy se encontraba más criogenizado que el cuerpo de Han Solo en The empire strikes back

El resultado es una colaboración de lo más forzada. No es afortunada para ninguna de las dos partes. Extraño que en los meses siguientes no nos hayan invadido con una avalancha de remixes de Murphy. Lo que apunta a lo evidente, aunque el líder de LCD tiene su pasado como rockero orgánico, está aburridamente alejado del espectro de IDLES. Pero, quién puede rechazar el dinero de una de las bandas del momento.

Aunque “Dancer”, que está en primer lugar de las más escuchadas en el perfil de la banda en Spotify, era un tanto desconcertante, había cierta confianza en que el resto del álbum fuera fiel al sonido que el grupo había manejado en sus trabajos anteriores. Pero cuando soltaron el disco completo el desconcierto se apoderó de todos los oídos. IDLES había sido suplantado por otra banda. Y uno de los responsables era nada menos que Nigel Godrich. Es imposible no preguntarse qué hace el productor de cabecera de Radiohead con los IDLES. La respuesta es simple: descafeinarlos.

Con Crawler, el disco que precede a Tangk, IDLES había demostrado que no era una banda unidimensional. Y que podría crear un punk complejo y repleto de texturas. Tras la salida de Crawler, sacaron un cóver poderosísimo de “Damage Gods” de Gang of Four. Nada hacía sospechar que venderían su alma al pop. De los once tracks de Tangk sólo un par, máximo tres, preservan el espíritu de su sonido original. Y es un decir, porque las canciones no le llegan ni a los talones a sus predecesoras. Qué lejos quedaba aquella declaración de principios de Brutalism.  

IDLES NO ES LA PRIMERA BANDA PUNK que se muda al pop con la intención de seducir al mercado. El ejemplo más a la mano son los Ramones. Cuando decidieron trabajar con Phil Spector fue con la intención de agradar a las masas. Lo cual trajo muchos conflictos a los miembros del grupo. La culpabilidad por haberse traicionado y haberse vendido los carcomía. Al final, el resultado no fue el esperado. Ramones nunca alcanzaron la popularidad que ahora amasan los IDLES. Sin embargo, la historia los resarciría porque nunca traicionaron su esencia, End of the century es considerado hoy un clásico del punk con tintes poperos. 

La diferencia entre un disco como End of the century y Tangk es clave. Mientras el primero está lleno de himnos atemporales, el segundo está inundado de canciones que nadie va a recordar. Que IDLES tenga una pieza al piano, “A Gospel” como si fueran Radiohead o que el final del disco suene con un fraseo de saxofón, perdón, pero no los convierte en vanguardistas. Lo que la banda quería probar, que no sólo eran ruido, quedó más que claro en “Crawler”. Lo que vino después fue un descenso a los infiernos del pop más desechable. Ése que te cobra caro el ser un advenedizo con ínfulas.

Que el punk en la actualidad esté resurgiendo en muchas partes de Europa, Estados Unidos y hasta México, no es casualidad. Es un indicativo del estado tan jodido de la realidad presente. Siempre ha recaído en la estirpe punk la responsabilidad de levantar la voz y señalar a través de la música que el fascismo nos está tocando la puerta. Y que más nos vale no dejarlo entrar. Por eso es tan lamentable que IDLES haya dejado de lado la congruencia a cambio de unas migajas de público. Tampoco es que vayan a llegar a ser los Rolling Stones y a llenar estadios durante décadas. Es poco lo que se obtiene por lo mucho que se sacrifica.

Algunos de los defensores de IDLES han dicho que la banda nunca se asumió como punk. Mamadas. Pero es cierto. Ellos nunca se autodenominaron punks. Se colgaron la medalla de punks de cola lavada, lo que es peor. No obstante que habían sido contagiados por la viruela del Bono, la rabia en su sonido era la luz al final del narcotúnel que marcaba la diferencia de tanto grupo rascuache que abunda en la actualidad. IDLES era una banda cuya coherencia parecía impenetrable. Pero todo se fue a la mierda con Tangk.

El mensaje subyacente es muy jodido. Mantente chill, no te claves, no hay nada sagrado. Cómete tu chorizo de soya. Es indigesto. ¿Tu novia no come carne? ¿Tu compa es vegano? También le puede entrar. Mira, no te prometemos nada, pero lucharemos por ser tan masivos como Green Day. ¿Happy punk? No, esos no se bañaban. Nosotros siempre oleremos a suavizante.

La próxima semana IDLES se presentará en la CDMX y, cosa curiosa, no se han agotado los boletos. Para qué ir al Pepsi Center, si queremos degustar chorizo de soya basta con acercarnos a una demostradora en el supermercado más próximo.