Dice Penny Lane en Almost Famous: “Siempre que te sientas solo, ve a la tienda de discos de tu ciudad”. Durante la segunda mitad del siglo XX, la tienda de discos funcionó como centro de reunión para los friks de la música. Con la crisis que sufrió la industria musical, la gente dejó de comprar música en formato físico; a partir de la aparición de iPod, de Napster y de la piratería, cientos de tiendas en el planeta cerraron. Sin embargo, algunas resistieron, y sin renunciar a la venta de viniles. Sus propietarios, como los personajes de Alta fidelidad, nunca se dieron por vencidos. Tal es el caso de La ciruela eléctrica, un espacio modesto en el que siempre suena música en vinil, ubicado en la frontera más transitada del mundo.
NACIDA EN 1994 (un año que fue convulso para el país entero y para Tijuana en especial, aunque Sergio Torres, el cabecilla del proyecto, se deslinda de todo esoterismo de la efeméride) mantiene en la actualidad una envidiable salud. La bautizaron así en honor a la banda sesentera The Electric Prunes, que se separó antes de que finalizara la década. En aquellos años Los ciruelos, como les dice la raza, estaban muy clavados con la psicodelia, con bandas como 13th Floor Elevators, The Chocolate Watchband o The Sacred Mushrooms. La tienda comenzó a cocinarse desde 1986, a unas tres cuadras de ahí, con venta de discos en el South Meet, durante los fines de semana. Se establecieron en el número 8151 de la calle sexta. Desde su apertura nunca se han cambiado de lugar. El próximo año cumplirán tres décadas en la misma locación. Y se presume que es la tienda más longeva del país. Es decir: la única que se ha mantenido en funciones desde el 94 hasta el presente.
Durante los dosmiles, La ciruela atravesó por momentos difíciles. Tener una tienda de discos se convirtió en un pésimo negocio. Pese a ello se mantuvo a flote gracias a todos aquellos amantes de la música que nunca dejaron de comprar discos. O casetes. O viniles. Mientras que muchas tiendas de segunda mano de todo el país se deshicieron de los discos de vinil, algunas los tiraron directamente a la basura, los aferrados de La ciruela siguió reservándoles una sección. Cada tanto vendían o intercambiaban material con alguien que no había jubilado su tornamesa. Nunca se imaginaron que el vinil resurgiría y se volvería a posesionar como el formato dominante.
A tal grado que hoy en día el principal atractivo de La ciruela es su oferta de viniles
LA CIRUELA ES un pequeño cuadrángulo que se divide en tres partes. La pared derecha está ocupada por la sección de video, DVD y blu ray. Ahí se encuentran cientos de películas y conciertos. Al centro hay una enorme mesa atestada de CD's usados, por orden alfabético. En su mayoría son rock, pero también hay jazz, blues, folk, heavy, punk. Del lado izquierdo se encuentra la parte dedicada a los viniles usados y nuevos. Los usados están divididos por géneros, década y bandas. Los nuevos están organizados por tres categorías, una de rock general, otra de rock en español y las dedicadas a las discografías de grupos o solistas como Sonic Youth o David Bowie.
Encima de las cajoneras se aposenta el apartado para los coleccionistas bravos. Una pared con discos usados pero codiciadísimos. Primeras ediciones, ediciones raras o importadas de Japón o Europa. Los precios van desde los quinientos pesos hasta los quinientos dólares. El disco más caro que han vendido de esa sección ascendía a los quinientos dólares. Que con el tipo de cambio del momento equivalía a diez mil pesos. Se trata del butcher cover de los Beatles, apodado así por la foto de la banda ataviados como carniceros. Es una recopilación llamada Yesterday and Today, lanzada por Capitol de manera exclusiva para Estados Unidos en 1966. Otras cosas que cuelgan de la pared son la primera edición inglesa de My Generation de The Who, por cuatro mil. O una copia promocional del Blue Valentine de Tom Waits, por mil. O una copia para DJ del Soldier de Iggy Pop, en quinientos. O rarezas como la reedición de Artaud de Pescado Rabioso con la réplica de la caja original, en dos mil.
Algo que distingue a La ciruela de otras tiendas del país es su honestidad a la hora de fijar el costo de los viniles. Su filosofía consiste en vender a precio razonable el catálogo, porque las ediciones raras se rigen por otras leyes de mercado. Mientras distintas tiendas del interior de la república les hincan el diente a sus clientes, aquí los discos son más accesibles. Por ejemplo, el Bad Moon Rising de Sonic Youth nuevo y cerrado sale en cuatrocientos pesos. La misma edición en MercadoLibre cuesta 830, y en Amazon, 673. En La ciruela se pueden encontrar decenas de títulos a menor precio que en línea.
Esto es vital para los coleccionistas de vinil.
LA CIRUELA, COMO TIENDA de la vieja escuela, no vende en línea para México, debido al inconveniente que representa la aduana. Só-lo hace envíos a Estados Unidos a través de Discogs. Se ha mantenido a flote gracias a un público fiel de tijuanenses, gabachos (entre su clientela han figurado empleados de la legendaria Amoeba Records de Los Ángeles) y de cientos de turistas amantes de la música que, a su paso por Tijuana, se sientan solos o no, siguen el consejo de la Penny Lane y se lanzan a husmear en las cajoneras de La ciruela. Donde habitan no pocas joyas a precios insólitos. Por ejemplo, una copia de promo de New York de Lou Reed se vendía, hasta antes de la reedición nueva que comenzó a circular en 2020, por menos de doscientos pesos, pero en Amazon México un vendedor la ofrecía por cinco mil. Pocas tiendas de discos se manejan con la misma honestidad.
La ciruela también es impulsora de la feria del disco. Establecido en 2014, el Tijuana Record Show es una fiesta que gira alrededor del vinil. Es un tianguis donde la gente compra, vende e intercambia viniles durante toda una jornada. Se ha desarrollado en diferentes sedes, como el Black Box, el Cecut o la Mezcalera. La inquietud nació porque no había fe-rias del disco en Baja California. La primera se organizó en Mexicali en 2013. La respuesta de La ciruela fue el Tijuana Record Show, que cada año ha crecido hasta volverse un referente. Únicamente no se llevó a cabo durante la pandemia. Pero en su última edición reunió a cincuenta expositores.
La ciruela ha demostrado que se puede hacer negocio siendo fiel a tus principios. Su fiel clientela es prueba de ello. Como dice el título de Supertramp: Crisis? What Crisis?