¿ Es posible postular una teoría de la mente inconsciente desde la perspectiva de las neurociencias? Quizá el mayor punto de encuentro entre las escuelas psicoanalíticas y las neurociencias contemporáneas radica en la noción de que una parte considerable de nuestro comportamiento está gobernado por procesos inaccesibles a la conciencia. Sin embargo, las ciencias neurales nos presentan una imagen de esos procesos diferente a la tesis postulada por el psicoanálisis.
Tal vez los estudios neurocientíficos se aproximan a otro teórico de la psicología, Jean Piaget, quien decía que “el concepto de lo inconsciente no queda restringido a la vida emocional. En el funcionamiento cognoscitivo, muchos procesos son inconscientes. Somos conscientes de los resultados, pero no del mecanismo. Cuando adquirimos conocimiento de nuestros procesos, empezamos por la periferia y luego avanzamos hacia el núcleo del mecanismo, pero nunca acabamos de llegar a él. El inconsciente emocional es un caso especial de lo inconsciente, en general”.1
LOS EXPERIMENTOS de neurociencia cognitiva confirman la idea de Piaget: la función intelectual depende de procesos que operan abajo de la experiencia fenoménica. Pero los estudios de neurociencia afectiva muestran que algunos mecanismos de eso que llamamos emoción también pueden operar bajo el umbral de la conciencia.2 Aunque no hay un consenso final en torno al concepto de emoción, una de las hipótesis más aceptadas para explicar el procesamiento emocional desde la óptica de las neurociencias, consiste en lo siguiente: cuando la información sensorial que proviene del mundo externo es puesta en correspondencia con la información interoceptiva que proviene del propio organismo, se le asigna valor. Esta asignación de valor implica que la información sensorial adquiere una valencia, que va del agrado al desagrado, y una relevancia fisiológica, que va de la excitación a la relajación.
Esto dispone al organismo, es decir, al individuo, a reaccionar en forma específica y personal frente a los estímulos del entorno. Si la reacción emocional es provocada por causas externas, disponibles al examen de los sentidos, podemos entender el origen de nuestro sentimiento, mediante el ejercicio reflexivo. Esto es importante cuando el estado sentimental es el sufrimiento, la aflicción. Nuestra aflicción suele originarse en el mundo externo: es una consecuencia de la violencia, la pobreza, el abandono, la discriminación, el maltrato, el abuso.
Pero a veces ignoramos la causa del sufrimiento, porque se debe a procesos fisiológicos ocultos al examen de los sentidos, como la inflamación corporal o las concentraciones deficientes de sodio en la sangre. En estos casos, la refle-xión no puede identificar el mecanismo si no hay un examen bioquímico, médico. Sin embargo, la necesidad de darle sentido a nuestra experiencia puede llevarnos a elaborar un relato falso para explicar las causas de la vivencia sentimental. Los estudios realizados en personas con “cerebro dividido” pueden ilustrar esta necesidad de buscar sentido aun sobre pistas falsas.
En el funcionamiento cognoscitivo, muchos procesos son inconscientes.Somos conscientes de los resultados, pero no
del mecanismo
DESDE LA SEGUNDA mitad del siglo XX, se realizó en forma excepcional una cirugía para seccionar el cuerpo calloso que conecta los dos hemisferios cerebrales. El propósito era aliviar a personas con formas intratables de epilepsia. La cirugía se conoce como callosotomía, logra impedir que las crisis epilépticas se propaguen por todo el cerebro y deterioren la vida mental y la salud. Aunque la epilepsia mejora en términos generales tras la cirugía, se han observado efectos adversos inesperados, como la alexitimia, es decir, la dificultad para reconocer y nombrar estados emocionales.3, 4
Esto sugiere que hay una distancia física entre las regiones cerebrales especializadas en la generación de estados emocionales, y las zonas que reconocen y ponen en palabras esos estados. El método experimental permite que la información pueda ser proyectada en una pantalla nada más al hemisferio derecho, o al izquierdo. Si un estímulo visual con poder emocional entra al hemisferio derecho, el organismo entero reacciona; el hemisferio izquierdo, que es dominante para la expresión del lenguaje, no sabe lo que pasa (porque no tiene acceso al estímulo visual recibido por el otro hemisferio), pero percibe los cambios corporales y responde con una conducta de interés para el estudio de la creación literaria: inventa una historia falsa para explicar el impacto de la emoción.
En sus Relatos desde los dos lados del cerebro,5 Michael Gazzaniga relata el caso de V. P., una mujer con epilepsia, quien fue evaluada tras la realización de la cirugía para seccionar el cuerpo calloso. Cuando el doctor Gazzaniga le mostró al hemisferio derecho de la paciente un video “espeluznante” de un incendio, en el cual se veía cómo empujaban a una persona al fuego, la paciente dijo que sólo veía “un destello blanco” en la pantalla, pero admitió que se sentía inquieta, asustada; “pienso que quizá es porque usted hace que me ponga nerviosa”, le dijo al científico. En seguida miró a un asistente del estudio y agregó: “yo sé que el doctor Gazzaniga me simpatiza, pero en este momento me da miedo”.4 El hemisferio izquierdo de la paciente, dueño del habla, no sabía la causa de su estado emocional, porque no tenía acceso a las imágenes proyectadas al hemisferio derecho; no sabía que el video del incendio la había alterado, pero buscó en su entorno inmediato alguna explicación plausible. En términos más generales, el ejemplo sirve pa-ra postular que podemos experimentar sentimientos cuyas causas son desconocidas, lo cual no impide que inventemos relatos para darles sentido.
LAS PERSONAS con trastornos cognitivos graves también pueden sufrir problemas semejantes a los descritos por el doctor Gazzaniga. Por ejemplo, los pacientes con amnesia anterógrada por lesiones del hipocampo no pueden formar nuevos recuerdos dispuestos para la evocación consciente, pero a pesar de eso forman aprendizajes emocionales en los cuales se generan cambios de conducta y modificaciones en la actividad del sistema nervioso autónomo. Esto se debe a que nuestro cerebro tiene un sistema para la memoria explícita, que permite la evocación voluntaria y consciente, pero también contiene estructuras que dan soporte a la memoria implícita, que no requiere una recuperación consciente para operar. De hecho, los datos almacenados en la memoria implícita pueden ser inaccesibles a la evocación, y sin embargo operan en la conducta. Por ejemplo, una persona amnésica puede evitar la interacción con alguien que lo trató mal, aunque no sabe, no recuerda por qué evita al maltratador.5 Lo interesante es que la conducta de evitación en un caso así es inteligente, y puede prevenir un daño. Pero el mecanismo lógico en tal caso permanece oculto a la conciencia.
Referencias
1 R. I. Evans, The Making of Psychology, Alfred A. Knopf, Inc., 1976.
2 A. R. Damasio, The Feeling of What Happens, 1999, doi:10.1176/appi.ps.51.12.1579.
3 K. D. Hoppe, J. E. Bogert, “Alexithymia in Twelve Commissurotomized Patients”, Psychother Psychosom, 1977; 28: 148–55.
4 P. E. Sifneos, “Alexithymia and its Relationship to Hemispheric Specialization, Affect, and Creativity”, Psychiatr Clin North Am, 1988; 11: 287–92.
5 M. S. Gazzaniga, Tales from Both Sides of the Brain, Harper Collins Publi-shers, 2015.