Desde hace varios años, Alejandro García Abreu (Ciudad de México, 1984) se ha dado a la tarea de entrevistar a muy diferentes escritores de la literatura mundial. Basado en su curiosidad incansable, el ensayista y editor ha entablado conversaciones con Roberto Calasso, Enrique Vila-Matas, Mercedes Monmany, Gilles Lipovetsky, António Lobo Antunes, Emmanuel Carrère, Mircea Cărtărescu y fotógrafos como Nan Goldin y Daniel Mordzinski, entre otros. El origen eléctrico de todas las lluvias presenta, por primera vez, varios de estos encuentros.
Desde que lo leo, García Abreu se ha caracterizado por ser un radar de la literatura contemporánea de mayor influencia en el mundo: la Italia erudita, el Portugal de la nostalgia, la Francia de los crímenes, la España de la literatura conceptual y los incógnitos países de Europa del Este son terrenos en los que se mueve con soltura. Teniendo a Enrique Vila-Matas como figura tutelar —al grado de que el título del libro parte de unas líneas del escritor barcelonés—, García Abreu entiende la literatura como una cartografía ilimitada. Asimismo, en este ensayista hay un pupilo destacado de José María Pérez Gay debido a la vista panorámica que ha adoptado. La suma de estas influencias está en el carácter de espeleólogo que puede sentirse afín a tradiciones recónditas.
Con base en su teoría de la entrevista, donde ha aliado ideas de Claudio Magris, Truman Capote o Juan Cruz, García Abreu nos señala en el prólogo de El origen eléctrico...: “Cuando el entrevistador sobrepasa los estándares del mero periodismo logra que el entrevistado ensaye oralmente, que elabore un texto inmediato” (p. 19). Y su libro es una master class del género: constantemente rebasa la charla o el interrogatorio y llega al diálogo íntimo. “Tengo siempre la sensación, cuando las cosas están funcionando bien en una entrevista, de que son conversaciones realmente” (p. 285), le dijo Ricardo Piglia en el fructífero encuentro de este tomo.
El artífice de El origen eléctrico de todas las lluvias inspira de súbito la simpatía de los entrevistados como reflejo de las lecturas en común. Rimbaud, Pessoa, Proust, Benjamin o Celan funcionan como puente para un diálogo en dos sentidos. Esto hace que Keret, Carrère, Lipovetsky o Manea no se sientan entrevistados, sino parezca que rememoran con un amigo al que no han visto desde hace mucho tiempo. Pienso en la pregunta que le hizo a Cees Nooteboom acerca del día crucial en que abandonó la casa materna para siempre, y el holandés le confesó: “Si hubiese sabido que, cincuenta y tantos años más tarde, un joven en México me haría esa pregunta, habría sido un día diferente” (p. 242). García Abreu es un experto en el autor y esto lo percibe su interlocutor. Hay momentos de gran lucidez en las respuestas y en las preguntas, pero también hay instantes de confesión, como cuando el mismo Nooteboom narra el encuentro casual que tuvo con Rüdiger Safranski —en una librería de Berlín— en el cual el biógrafo de Schopenhauer le declara su devoción de juventud por Philip y los otros —ópera prima de Cees Nooteboom— y de inmediato le muestra su viejo ejemplar.
Cualquiera que revise el índice de El origen eléctrico de todas las lluvias descubrirá a autores de lectura urgente, de Piglia a Cercas, de Magris a Keret, de Manea a Monmany, de Ellroy a Calasso, de Cărtărescu a Edwards, de Peter Stamm a Alberto Manguel, de Simic a Petrović, de Zgustova a Tavares, novelistas, ensayistas, críticos, fotógrafos, pintores, cuentistas, que han marcado los últimos veinte años. Este libro es una lectura oportuna para lectores que buscan aproximarse a los conceptos de sus autores predilectos, pero también es una puerta a la pléyade que hay que conocer si se desea ir más allá de las modas literarias para conocer el pensar de los autores más emblemáticos de nuestro tiempo.
Alejandro García Abreu se ha caracterizado por ser un radar de la literatura contemporánea de mayor influencia
Por lo demás, nos proporciona algo que la filosofía zen llama el Mu, lo cual representa el vacío que queda entre las ramas de un arreglo floral. García Abreu nos provee de ese impulso creador, el cual desencadenó la escritura o la toma de la fotografía y que está ausente (o no) en el objeto final. Personalmente, me ha dado las horas de lectura más agradables en medio del confinamiento, no titubeo en mencionarlo, porque me ha permitido sentarme a tomar café con distintos autores que admiro desde varias aristas, desde varios planos y temples humanos.
En el prólogo, el autor homenajea a The Paris Review y las entrevistas que ha realizado por décadas. La editorial Era agrupó conversaciones publicadas en The Paris Review bajo el título de El oficio de escritor, el cual es buen antecedente, pero El origen eléctrico de todas las lluvias lo releva y rebasa por el alcance de las referencias e ideas que presenta.
El libro de entrevistas de Alejandro García Abreu nos refresca la memoria sobre lo importante que es escuchar al otro, estar abierto a las opiniones discordantes, ésas que se singularizan entre la homogeneización social, en estos momentos en que existen voces únicas que quieren imponerse por medio del bloqueo, la cerrazón y el ensordecimiento.
Alejandro García Abreu, El origen eléctrico de todas las lluvias. Entrevistas con escritores, artistas y pensadores, varios traductores, Taurus, Ciudad de México, 2020.