De la tentación pasamos a las demandas de Suno. Hace un mes nos ocupábamos de esta IA generativa de canciones que se puso de moda por su facilidad para “hacer música”. Aclaramos: una cosa es generar canciones utilizando una aplicación que trabaja con datos procesados y otra muy distinta es crear música, componer y tocar desde cero. Se dijo que los dueños se jugaban el pellejo, cuestionados sobre el origen de la música con la que alimentaban su IA. Pues les cayó la voladora. La Recording Industry Association of America se fue como dragón de Komodo sobre Suno y Udio, las dos plataformas más exitosas, para que dejen de generar canciones.
Ambas start ups musicales siguen montadas en su discurso de que están democratizando la creación musical para que cualquier persona pueda hacer canciones sin saber una nota. Y eso suena muy noble, pero Sony Music, Warner Music Group y Universal Music Group entablaron sus demandas por copiar las grabaciones originales sin permiso para entrenar sus modelos de IA. El daño, dicen, es que estas plataformas pueden saturar el mercado con música generada con IA que compite con las canciones originales.
Y para ello han presentado pruebas de canciones que suenan idénticas a Bruce Springsteen, Michael Jackson y Abba, entre muchos otros artistas, en las que se reconocen a los originales.
LA DEMANDA BUSCA DETENER a Suno y a Udio para que dejen de utilizar música protegida por derechos de autor a gran escala. Acusan que han violado los derechos de los propietarios de los derechos de autor desde el día que fueron lanzadas. Por ello piden 150 mil dólares por cada canción que han utilizado sin permiso. Según Reuters, hasta el momento han comprobado que Suno usó 662 canciones, mientras que Udio fusiló mil 670. De ser así, entre las dos plataformas deben 349 millones 800 mil dólares. Si quieren convertirse en la número 1 de servicio generativo de canciones con IA y seguir usando grabaciones originales, tendrán que pagar por cada una.
LO QUE COMPLICA MÁS EL ASUNTO es que Suno y Udio se niegan a revelar las fuentes de los datos que utilizan, lo cual no les ayuda para librar las acciones de las discográficas. Pero se defienden y para funcionar se amparan en la regla “Fare use”, sobre el uso legítimo de los derechos de autor, que permite reutilizar obras protegidas sin infringir la ley. En realidad, tratan de aprovechar las lagunas legales que existen sobre la IA. Mientras tanto, el director de Suno, Mikey Shulman, ondea su bandera y afirma: “Nuestra tecnología es transformadora; está diseñada para generar resultados completamente nuevos, no para memorizar y regurgitar contenido preexistente. Valoramos la originalidad”. Es decir que toma cientos de originales para generar algo “original”. Una idea que parece salida del libro Roba como un artista de Austin Kleon, tan de moda hace diez años en la industria creativa. Una licencia para “inspirarse” en el trabajo de otros, hasta los grandes artistas han plagiado —aseguran—, sin dar crédito ni pagar a los autores originales.