Es sabido que a través del Corpus Hippocraticum, con dos milenios y medio de antigüedad, Hipócrates de Kos y sus alumnos realizaron un giro conceptual para entender la conducta humana, desde las concepciones mágicas y sobrenaturales, hacia las tesis médicas centradas en el papel rector del cerebro. Según la medicina hipocrática, “los hombres deben saber que del cerebro y sólo de él vienen las alegrías, las delicias, el placer, la risa y también, el sufrimiento, el dolor y los lamentos. Y por él, adquirimos sabiduría y conocimiento, y vemos y oímos y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es dulce y lo que es amargo. Y por el mismo órgano nos volvemos locos y deliramos y el miedo y los terrores nos asaltan. Es el máximo poder en el ser humano. Es nuestro intérprete de aquellas cosas que están en el aire”.
A pesar del entusiasmo de Hipócrates, se avanzó poco en el conocimiento de la neuroanatomía durante la época dorada de los pueblos griegos (al menos no han sobrevivido documentos que demuestren lo contrario). Los primeros modelos que relacionaron el pensamiento y el cerebro se basaban en la representación de los ventrículos, es decir, las cavidades localizadas adentro del cráneo. La primera mención a la corteza cerebral en la medicina griega corre a cargo de Praxágoras de Kos, en el siglo IV a. C., lo cual supone ya la observación cuidadosa del sistema nervioso a través de estudios de autopsia. En el siglo III a. C., Erasístrato fundó la escuela médica de Alejandría, con énfasis en los estudios anatómicos. Debido a esto, pudo observar que el cerebro humano tiene más circunvoluciones que el de otras especies animales, lo cual lo llevó a proponer que esto guardaba una relación con el grado de inteligencia. Galeno, en el siglo II d. C., insistió en el rol de los ventrículos y restó importancia a la corteza cerebral.
No hubo avances significativos hasta el siglo XVI, cuando Andrea Vesalio renovó la anatomía en la región de Flandes. Su libro clásico, De humani corporis fabrica, muestra ilustraciones neuroanatómicas con una precisión topográfica sorprendente para su época y, en particular, representaciones de la corteza cerebral. Sin embargo, Vesalio no fue capaz de discernir las regularidades morfológicas de la corteza cerebral, y las comparó simplemente con la forma de las nubes. En 1586, Archangelo Piccolomini hizo la discriminación entre la sustancia gris y la sustancia blanca de la corteza cerebral. El célebre filósofo Descartes, a pesar de su agudeza intelectual, incluyó representaciones de muy baja calidad del cerebro en su Tratado del hombre. También en el siglo XVII, Thomas Willis regresó a la anatomía comparativa de la corteza cerebral, propuesta en su momento por Erasístrato, y comenzó a usar los términos hemisferio y lóbulo para la descripción anatómica.
LA INVENCIÓN DE LA MEDICINA anatomopatológica revolucionó el estudio de la corteza cerebral mediante dos grandes líneas de investigación: por una parte, el descubrimiento paulatino de las relaciones entre el cerebro y la conducta, y por otra, los avances en la anatomía miscroscópica, es decir, en el campo de la histología. Entre los trabajos clásicos deben mencionarse los siguientes:
a) El caso de Phineas Gage. Según el reporte de Harlow de 1848, una lesión frontal provocó una transformación de la personalidad. Phineas Gage perdió muchas de las inhibiciones sociales y morales tan características del siglo XIX.
b) El caso de Louis Victor Leborgne, Tan, quien padecía un trastorno del habla: sólo podía decir la palabra Tan, pero comprendía el lenguaje de los demás. Paul Broca reportó en 1861 que el sujeto padecía una lesión en las porciones opercular y triangular de la tercera circunvolución frontal izquierda.
Las mujeres ocupan un lugar cada vez más importante en neurociencias, medicina y psicología. Es necesario recordar a las pioneras
c) En su trabajo, “El complejo de síntomas de la afasia” (ca. 1875), Carl Wernicke planteó en infinidad de casos que, más allá de la afasia descrita por Broca, existían otras formas de alteración del lenguaje, las cuales implicaban un grave trastorno en la comprensión.
d) La escuela de Charcot en París, en la cual sobresalen figuras como Georges Gilles de la Tourette y Sigmund Freud, tuvo logros notables en la investigación clínica. Jean-Martin Charcot participó en la descripción de la esclerosis múltiple (esclerosis en placas), la esclerosis lateral amiotrófica y la migraña. Él y sus alumnos lograron una primera clasificación anatómica de las enfermedades neurológicas.
e) A principios del siglo XX, Alois Alzheimer y Arnold Pick lograron descubrimientos notables al relacionar anormalidades macroscópicas y microscópicas de la corteza cerebral con el problema clínico conocido desde la antigüedad como demencia, es decir, el deterioro en las capacidades intelectuales debido a una enfermedad cerebral.
LOS DESCUBRIMIENTOS CLÍNICOS en torno a la relación cerebro-conducta plantearon problemas de gran interés para los investigadores de la neuroanatomía funcional. En este contexto es necesario hablar del trabajo de Cécile Vogt y Oskar Vogt, que ha recibido menos atención de la que merece. Cécile nació en Francia, en 1875, y estudió medicina en París cuando sólo el seis por ciento de las personas graduadas en medicina eran mujeres. Realizó estudios con el neurólogo Pierre Marie y se graduó en 1900 con una disertación sobre neuroanatomía. Su matrimonio con Oskar Vogt la llevó a Alemania, donde padeció un fenómeno de discriminación doble en los ambientes académicos, ya que era mujer y francesa. Pero se ocupó en formar la colección más grande de cortes neuroanatómicos de seres humanos y de otros animales.
Oskar y Cécile desarrollaron juntos una gran obra; pensaban que la corteza estaba formada por unas 200 áreas estructurales y funcionales, y que el estudio de la sustancia blanca y de la corteza cerebral eran enfoques complementarios, que llevaban a la formación de un solo mapa arquitectónico. En su propuesta, la neocorteza aparece ya con una estructura de seis capas, pero concluyeron que podían identificarse 185 áreas mieloarquitectónicas: 70 en el lóbulo frontal, 6 en la corteza insular, 30 en el lóbulo parietal, 19 en la corteza occipital, y 60 en el lóbulo temporal.
El mapa de la corteza cerebral de Cécile y Oskar Vogt resulta tan complejo, que ha sido injustamente olvidado en casi todas las Facultades de Medicina. Quienes formamos parte del mundo de la neurología, la psiquiatría o la neurocirugía estudiamos ante todo el mapa de un colaborador del matrimonio Vogt: me refiero al mapa de Brodmann. Tal parece que la propuesta del matrimonio Vogt, por su complejidad, rebasa las posibilidades de memorización tan queridas en el ámbito de la medicina. Oskar Vogt se hizo más famoso por haber estudiado el cerebro de Lenin y por haber robado una muestra de su corteza cerebral para incluirla en la inmensa galería científica de su laboratorio.
Hoy en día, las mujeres ocupan un lugar cada vez más importante en las neurociencias, la medicina y la psicología. Es necesario recordar la obra de las científicas pioneras que revolucionaron estos campos. En ese museo imaginario, no podemos olvidar la obra de Cécile Vogt, quien transformó el estudio de la corteza cerebral en un proyecto monumental y exhaustivo que reconoce la complejidad de la naturaleza.