A destiempo

Ojos de perra azul

A destiempo
A destiempo Foto: Cortesía de la autora

Fue un regalo de cumpleaños. Era un reloj analógico, verde y plateado. No me lo puse, no quería sentir en la muñeca la presión de esa cosa llamada tiempo. ¿Qué era el tiempo, de qué estaba hecho, por qué se fraccionaba en horas y segundos que jamás volverían? Me empeñé en averiguar sobre el antes y el después, cuánto dura el instante que se esfuma de inmediato. Enseguida desarmé el Rolex. Las manecillas en un extremo, la corona al centro, me deshice de las correas porque parecían atarme a la fugacidad o quizás a lo eterno. Examiné las piezas, quedé sorprendida. ¿Acaso la realidad se reducía a esos elementos tan simples? No hallé ni una pista, no pude descifrar el misterio que tanto me atrae y aterra. El asunto debía estar en otra parte.

Me extravío en las entrañas, ya sé cuánto duran las horas cuando no estás conmigo

INTENTO EXPLICAR LA SUCESIÓN del día o de la noche. La luz me despierta, el hambre reclama, el cansancio agota, el sueño descansa, indicadores naturales que con el organismo obedezco. Me guío por los libros que leo y las páginas escritas con sangre. Por instinto me sitúo entre el calendario y la agenda, grabo las fechas, las citas y los compromisos de entrega en algún lugar confiable de la memoria, me hace saber si voy retrasada o adelantada. Me pauso en lo transitorio, la irremediable continuidad de lo existente.

Soy impuntual en el amor, demoro mucho o tengo prisa. No sé si llegué tarde o temprano a la vida, siempre voy a destiempo. Para encontrar la respuesta de la temporalidad disecciono y exploro tu cuerpo. Localicé en el corazón el mecanismo con que funcionas. Me extravío en las entrañas, ya sé cuánto duran las horas cuando no estás conmigo. Recorro los pliegues de tu cerebro, hallo periodos de nuestro futuro imposible. Por la piel se escurren incontables minutos a la espera de lo que nunca ocurrirá. Por tus venas fluyen segundos veloces, en un viaje irreversible. Tus brazos y piernas son cadenas que amarran la circunstancia y me condenan al aquí y al ahora, al allá y al entonces. Llego a las entrañas, ahí me detengo. Hay un laberinto de oscuros recuerdos que no han acontecido, me confundo entre secuencias, agujeros de gusano que atraviesan espacios.

Veo un abismo en tu pecho, los años se disipan, no queda nada del ayer que no será ni del mañana que fuimos. Habitamos el pasado, congelamos el presente, no sé si lo que vendrá nos suceda.

Hoy es ya, es el momento, somos lo actual.

* Me voy a cortar las penas.