Estructuralmente jodidos

Al margen

Estructuralmente jodidos
Estructuralmente jodidos Foto: Levi Meir Clancy, 2022 / unsplash.com

En 2020 y 2022, un grupo de artistas del Reino Unido lanzó una encuesta a través de un formulario en línea para recolectar información sobre las condiciones en las que espacios públicos dedicados al arte, como museos nacionales y galerías fondeadas por el Estado, comisionan obra a creadores contemporáneos. El reporte que analiza los resultados de esta encuesta se publicó en marzo de este año con un título que no podría ser más certero: Structurally F-cked, es decir, Estructuralmente jodido. El extracto de uno de los testimonios anónimos reunidos a través del formulario muestra el crítico estado del sistema artístico, más allá de las fronteras de la isla británica.

LA ENCUESTA SURGIÓ de la negativa de la Tate Gallery a responder una solicitud de información vía mecanismos de transparencia, en la cual se pedía que explicaran su esquema de pagos para artistas. La Tate, que tiene un espacio dedicado al arte británico y otro al arte moderno y contemporáneo internacional, es una de las mayores instituciones museales del Reino Unido y frecuentemente encarga obra ex profeso para sus espacios a creadores de todo el mundo. Su contestación fue que divulgar aquello no estaba dentro de sus intereses comerciales.

Es una respuesta verdaderamente cínica, si se considera que se trata de una institución que depende de fondos públicos y, por lo tanto, no sólo debería estar obligada a ser transparente sobre sus pagos, sino que no podría escudarse en sus intereses comerciales, pues no es una organización que viva del mercado. Fue entonces que las dos artistas que hicieron la solicitud decidieron crear el colectivo Industria, enfocado a transparentar al sector artístico, y la plataforma Artist Leaks, a través de la cual se lanzó la encuesta y la cual continúa perfilándose como un espacio para reunir información sobre la precarización de los artistas y trabajadores del arte, bajo el slogan “Es tiempo de romper el silencio”.

Tras haber recibido ciento cuatro respuestas, las creadoras de la iniciativa se reunieron con The Artists Information Company, la organización de artistas más grande del Reino Unido, para analizar la información recabada y publicarla en el reporte final, accesible a todo el mundo a través de una página web.1 Los hallazgos publicados en el reporte sorprenden, no por ser revelaciones inéditas —todos los que hemos trabajado en las industrias culturales y, en particular, en el sector artístico, sabemos muy bien cuáles son las malas prácticas—, sino por su universalidad. Hay algo devastador al ver confirmado en papel que la situación es igual en todas partes y que lo que vivimos en México es una calca de lo que sucede en países donde suele haber mejores presupuestos y más apoyos.

Hay algo devastador: lo que vivimos en México es calca de lo que sucede en países donde suele haber más apoyos

UN RESUMEN SOMERO de los datos más importantes muestra que la tarifa que reciben los artistas en el Reino Unido equivale a un salario promedio de 2.60 libras por hora, muy por debajo del salario mínimo legal de 9.50 libras. Así, 76 por ciento de los participantes dijeron cobrar tarifas menores al salario mínimo por la producción de obra, mientras 74 por ciento aseguró que siente que la tarifa no es justa en relación a la escala de los proyectos. El estudio también desglosa presupuestos concretos de proyectos recientes compartidos por los artistas participantes, lo que muestra la precarización económica y laboral a la que se enfrentan. Para muestra, un botón: una comisión individual de una institución muy grande en Londres tuvo un presupuesto de producción de 106 mil libras, de las cuales se pagaron 2,500 libras al artista en un solo pago, tras siete meses de trabajo; esto resulta en 2.23 libras por hora, nuevamente muy por debajo del salario mínimo.

En las experiencias compartidas resaltan prácticas más que normalizadas en el sector, como asumir que basta pagarle los viáticos a un creador para un proyecto fuera de su lugar de residencia y éste no requiere honorarios por su trabajo. O la clásica: a pesar de no ofrecer honorarios, el pago es la visibilidad que una institución importante ofrece simplemente por permitirte el honor de hacer un proyecto ahí.

“Nos convencieron de que cubrir mi boleto de tren y mi hospedaje de tres noches en un hotel era remuneración suficiente”. “Las únicas personas que no estaban recibiendo un pago eran los artistas, los proveedores del contenido, la razón detrás de la exposición. Ésta no es una experiencia única, frecuentemente es el caso —tú, como el artista que exhibe, eres el único en el cuarto que no percibe dinero”. “Tuve que sacar de mi propio bolsillo para asegurar que los técnicos y los invitados al programa cobraran una retribución, mientras la galería sólo me ofreció 250 libras para cubrir la producción”. “Me dijeron que me estaban dando una oportunidad en una institución de renombre. Que me pagaban con exposición”. “La expectativa era que me sintiera agradecido de mostrar mi obra". Éstas son algunas de las citas extraídas del reporte británico, pero bien podrían ser conversaciones de colegas del sector artístico y cultural en México.

Entre las otras prácticas que precarizan el trabajo artístico y que este reporte señala figura cómo aun cuando sí se han pactado honorarios, suelen ser insuficientes para que un creador pueda vivir de su trabajo o se tardan tanto en llegar a su cuenta bancaria que representan un ingreso muy inestable: “La mayoría de nosotros experimenta agotamiento mental y físico. Yo tenía dos trabajos de medio tiempo para mantenerme”. “Eventualmente me pagaron, aunque pelear por ello fue desmoralizante y toda la experiencia me hizo perder seguridad en mí mismo”.

Los testimonios y los datos reunidos en el reporte británico reflejan una realidad que tristemente permea en el ámbito artístico alrededor del mundo y que no hace más que recalcar las desigualdades sociales. En la situación actual sólo los creadores que ya tienen contactos y un capital económico propio —seamos realistas, en general, heredado— pueden sostenerse en un sistema que, sí, está estructuralmente jodido.

Nota

1 https://static.a-n.co.uk/wp-content/uploads/2023/03/Structurally-

F–cked.pdf