Falso selfie

OJOS DE PERRA AZUL

Cámara Polaroid
Cámara Polaroid Foto: Cortesía de la autora

La cámara es una Polaroid, regalo de mi madre. Durante un verano la usé para tomar fotografías de los objetos que creía poseer, los importantes, especiales. Quería conservarlos revelados en papel fotosensible, el certificado de las cosas del mundo que me habían tocado. Las imágenes formaban un retrato mío y de mis circunstancias, reproducían al infinito lo que me pasaba en aquel agosto que nunca se repetiría. Mis tenis favoritos, de colores vivos, que usaba casi a diario para recorrer kilómetros de experiencias por las calles de mis primeras aventuras. La reproducción de la brillante envoltura de un caramelo de cereza que robé de la tiendita de la esquina para pintarme los labios humedecidos por la ilusión de un beso. El recuerdo del primer brasier que sostenía mis nacientes senos, temores e incertidumbres sobre los poderes de la seducción. El libro prohibido que leí tres veces, subrayado, deshojado sobre mi escritorio. Un casete con mis canciones favoritas del momento, que de memoria me sabía. La foto de una foto de mis padres en la playa de La Paz, antes de que yo naciera. El anillo que hice con delgados alambres de metal, símbolo de mi compromiso con la libertad por siempre. La última cara de mi perro, el de pelaje blanco, después de morir.

En ninguna de esas instantáneas salgo yo. Era invisible o permanecía fuera de foco, atascada en el limbo del espacio y del tiempo. Oculta entre sombras y contrastes, sin mostrarme. Me sentía un espectro, un negativo, ausente y borrosa. Mi percepción nació alterada, estaba distanciada de mí misma, ajena a la realidad de la materia. Vivía sólo de la sustancia de los sueños y la fantasía.

En ninguna de esas instantáneas salgo yo. Era invisible o permanecía fuera de foco

RECARGO LA BATERÍA de la cámara, limpio el lente y la pantalla. Tengo la ilusión de por fin poder mirarme, reencontrarme proyectada, resignificada. Pintada con la luz de mis vivencias. Desnuda, me coloco frente a un fondo blanco, bien centrada. Deseo capturar mi cuerpo para observarme en blanco y negro, diferente a lo que el espejo me refleja. Suena el clic del disparador, aparece la que no soy ni conozco, la que se esconde tras la composición y la película de la memoria.

Esa mujer es otra, nunca se parece a mí.

Tómame otra foto para ver cómo me veo que me ves en la retina de tus ojos. Saldré distorsionada, invertida, traslúcida. Una vez más, es yo la que no coincide nunca con mi imagen.

* Ponme a tensión.