Van Gogh en rayos x

Al margen

Vincent Van Gogh.
Vincent Van Gogh. Fuente: unsplash.com

Cuando la conservadora de la Galería Nacional de Escocia, Lesley Stevenson, pasó por rayos X una obra de Vincent Van Gogh de la colección del museo, jamás esperó que el afamado pintor holandés le devolvería la mirada. De pronto se encontró frente a frente con aquellos emblemáticos ojos melancólicos y la desaliñada barba. Es una imagen que hemos visto una y otra vez, Van Gogh fue uno de los artistas que más se retrató a sí mismo. También es uno de los más reconocidos a nivel global; en 2020, por ejemplo, fue uno de los artistas más gugleados, junto con Leonardo Da Vinci y Frida Kahlo. Podría parecer que ya todo está dicho sobre el impresionista holandés, sin embargo, el hallazgo de Stevenson ha sacudido tanto a especialistas como a los amantes del arte.

EL AUTORRETRATO SE ENCONTRABA, cubierto con cartón y pegamento, en la parte trasera de la pintura de una mujer campesina, tema que ocupó el pincel de Van Gogh durante los dos años que pasó en el pueblo de Nuenen, al sur de los Países Bajos, entre 1883 y 1885. La vida humilde y estricta del campo protestante resonaba con su propia experiencia, siendo hijo de un pastor. De esa época es una de sus obras más famosas, Los comedores de papa (1885), que a pesar de su actual popularidad no fue bien recibida en su tiempo, ni siquiera por Theo, el también famoso hermano del pintor. Incluso ahora, a pesar de ser uno de los artistas cuya obra circula con mayor frecuencia en medios digitales e impresos, productos promocionales y de cultura popular (como películas o series), nos costaría reconocerla como suya por carecer de la vibrante paleta que solemos encontrar en sus cuadros. Si bien ya se aprecia la saturación de colores que le va a caracterizar, en su afán por mostrar lo que él consideraba la realidad del campo, estas piezas son representaciones más bien oscuras —y desesperanzadoras. Todas estas propiedades se aprecian en el retrato de la campesina que durante tantos años había guardado el secreto hoy develado.

TRAS EL DESCUBRIMIENTO del autorretrato en el reverso —y una vez superado el shock que Stevenson ha descrito como su reacción inicial al encontrarlo—, el equipo de conservación de la Galería Nacional de Escocia inició el proceso de remoción de la pieza de cartón que lo cubre para poder mostrar al público este género tan característico de Van Gogh. Es un artista al que se le conocían 35 autorretratos antes de este hallazgo —cifra sorprendente si consideramos que murió por su propia mano a la joven edad de 37.

Muchos podrían pensar que retratarse una y otra vez es una señal inequívoca de vanidad; así pareciera al menos en esta era de las selfies. Para algunos estudiosos de Van Gogh, lo que podría considerarse un motivo obsesivo tiene una explicación más bien práctica: cuando decidió probar suerte en París, el pintor holandés se encontraba en una situación muy precaria y la contratación de modelos le era simplemente incosteable, así que recurrió al espejo para cubrir esa necesidad. También es su condición de pobreza lo que probablemente explica que el pintor le haya dado un doble uso al retrato de la campesina, pues a falta de dinero para comprar lienzos nuevos debió reciclar los que ya había intervenido en más de una ocasión. Se sabe, por ejemplo, que ésta fue una práctica frecuente sobre todo con las obras de Nuenen.

El autorretrato se encontraba, cubierto con cartón y pegamento, en la parte trasera de La pintura de una campesina 

El autorretrato también pareciera ser un género muy propio de los Países Bajos, no hay que olvidar que Rembrandt lo exploró con la misma insistencia dos siglos antes. Esta afinidad con el gran maestro del barroco holandés pudo haber sido uno de los mayores intereses de Van Gogh, quien muy probablemente buscaba imitarlo para mostrarse a sí mismo como un genio creador a pesar de su nulo éxito comercial —sólo vendió una obra en vida. Vuelvo a las selfies: los autorretratos muy a menudo muestran menos de lo que realmente somos y más de lo que queremos proyectar para los otros.

En el caso de Van Gogh, el retrato de sí mismo fue ante todo una forma de autoexploración. “La gente dice —y estoy dispuesto a creerlo— que es difícil conocerse a uno mismo —pero no es fácil pintarse a uno mismo tampoco”, escribió el artista.

No es ninguna noticia que Van Gogh luchó con problemas de salud mental toda su vida, los cuales se agravaron en su temporada parisina. Fue también en ese periodo cuando más se retrató —25 veces, para ser exactos. Hay entonces en esas imágenes una búsqueda muy personal por entenderse a sí mismo. Bajo esta luz, no es de sorprender que se pintara en algunos de sus peores momentos de crisis, por ejemplo, cuando se cortó la oreja, aquel famoso episodio que aún intriga a los estudiosos de su vida y que lo llevó a internarse en el hospital psiquiátrico Saint-Rémy-de-Provence. De ese episodio hay dos autorretratos, en los que aparece con la cabeza vendada; al poco tiempo se pintaría también durante su estancia en dicha institución.

De modo que los autorretratos fueron para él vehículos para conciliar y sanar su tortuosa psique. No olvidemos que aun cuando en algunos se muestre como un artista hecho y derecho, con pinceles en mano, es imposible no observar el desconcierto y la angustia que reflejan tanto sus trazos como su mirada.

QUIZÁ ESO NOS EXPLICA por qué un nuevo autorretrato de Van Gogh no será visto nunca como solamente uno más: emociona porque nos arroja luz a una vida de penumbras que todavía resulta difícil descifrar. Y voy más allá, porque en cada uno vemos reflejada la misma lucha interna que nosotros mismos hemos atravesado una y otra vez a lo largo de nuestras vidas.

En esa empatía, que nos remueve hasta lo más profundo cuando nos enfrentamos con su obra, me parece que se encuentra también la clave de su popularidad mundial. La suya es una historia con la que todos podemos conectar y esa conexión se da con mayor fuerza al encuentro con su mirada, que en cada autorretrato nos presenta otra faceta del personaje que desentrañar y con la cual identificarnos.