Golpes en el escenario

LA CANCIÓN #6

Jane’s Addiction
Jane’s Addiction Foto: Facebook del artista

Qué triste y desconcertante para un fan ver a su grupo favorito pelear en el escenario. Lo peor es quedarse con boleto en mano ante la cancelación porque se agarraron a madrazos la noche anterior. Es el precio que están sufriendo los seguidores de Jane’s Addiction, que después de catorce años regresaron con un sencillo, “Imminent Redemption”. Pero la gira terminó en un mes porque a Perry Farrell, su vocalista, se le fueron las cabras al monte durante “Ocean Size” y atacó al guitarrista Dave Navarro.

Lo de hoy es el regreso de los grupos legendarios, vienen a cosechar lo que el tiempo les debe. Las segundas partes nunca salen bien, pero ahí vamos al precipicio de la nostalgia. Por culpa de Antonio Ortuño, cada vez que un grupo así anuncia su retorno sólo pienso en La Armada Invencible, en lo patéticos que se ven y se escuchan los grupos envejecidos queriendo revivir su éxito. Porque una canción en 34 años no es para decir qué prolíficos regresaron. Como la Juanas Adicción que dejó su huella entre los ochenta y los noventa con su rock salvaje, alucinado y siempre inspirado con esa aura artística de Farrell, también creador de Porno for Pyros y cabeza del festival Lollapalooza. Su esposa, Etty Lau, publicó una larga e inútil justificación sobre lo sucedido el viernes 13 en Boston. El hecho es que Farrell ya no puede cantar y le encabronó que la guitarra lo opacara. Por un detalle técnico se le dejó ir furioso a Navarro, antes de que su equipo técnico y el bajista Eric Avery lograran llevárselo fuera de sí. El guitarrista se lo tomó con mucha calma, solo abandonó el escenario. Al día siguiente cancelaron la gira con Love and Rockets y Crawlers. La cereza fue el comentario en redes de Liam Gallagher, de Oasis, más famosos por sus pleitos que por su música: “Su actitud apesta”.

DURANTE EL CONCIERTO de Brian Jonestown Massacre, el 21 de noviembre de 2023, en Melbourne, Australia, Anton Newcombe también agredió al guitarrista Ryan Van Kriedt y terminaron a golpes rodando por el escenario. Solía ser algo común durante los noventa, hasta se consideraba con humor negro como parte del show, pero treinta años después sólo se ven unos señores ridículos, exhibiendo sus miserias emocionales, incapaces de arreglar sus diferencias en privado. Pleitos que se deben al ego + las rencillas + las envidias + el cansancio + las drogas. Las drogas son la levadura del rock, pero estos rockstars ya no la controlan. La cara trabada de Farrell lo decía todo. Parece que los únicos que han envejecido en equilibrio son Iggy Pop y Keith Richards, los grandes toxicómanos del rock.

Si no se pueden superar los traumas y las diferencias como lo hicieron los Ramones durante décadas, lo recomendable es dirimir los conflictos después del concierto, atrás del escenario y fuera del ojo público. Como cuando Danny Marianino, vocalista del grupo punk North Side Kings, noqueó en 2004 al mamonazo de Glenn Danzig por una disputa infantil sobre quién tocaría primero. Si los grupos van a volver para hacer ridículos, mejor que no regresen y nos eviten la pena de verlos así.