Infierno y gloria de la seriemanía

El fenómeno de las series televisivas ha experimentado un auge espectacular, que incentivó más aún
el encierro a causa de la pandemia en buena parte del planeta. Hoy en día el catálogo es tan amplio
como los temas y géneros que incluye —todos los territorios heredados del cine, del thriller
al relato histórico, el drama, la comedia, la ficción, el documental. Así, las plataformas que producen
y difunden las series parecen multiplicarse, en una oferta casi inabarcable. Este recuento elige,
argumenta sus preferencias, entusiasmos o decepciones sobre algunas de las propuestas más llamativas y recientes

PAM & TOMMY.
PAM & TOMMY.Fuente: summainferno.com
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El mundo de las series de televisión ha sufrido muchos altibajos en los últimos tiempos. Se producen tantas que cada vez es más difícil encontrar las que ofrecen contenido de calidad y distinto al de los relatos dominantes, a la Stranger Things o Succession. Sin embargo, la pandemia trajo un cambio positivo. Entre la enorme proliferación de series, el encierro incentivó la creación de nuevas propuestas interesantes.

Aquí un recuento de algunas de las series que se han estrenado en los últimos meses.

BETTER CALL SAUL (Netflix, 2022)

Durante sus primeras tres temporadas, Better Call Saul dio mucho de qué hablar por lo buena que era. Las siguientes también ha dado de qué hablar, pero por lo malas que han resultado. Acaba de ponerse en marcha la última temporada, que han dividido en dos partes y la primera ya fue transmitida por completo. La segunda llega en el mes de julio.

Aunque los dos primeros capítulos de la nueva temporada se mostraron más dinámicos que la quinta —demasiado lenta—, la historia volvió a entramparse en un callejón sin salida. Si bien se cocina la muerte de Kim, que se intuye va a terminar por operar la transformación de Jimmy en Saul y su consecuente exilio (que es narrado en blanco y negro al principio de cada temporada), se pierde en cosas innecesarias. El principal defecto de esta primera parte de la última temporada es el demasiado tiempo que invierten en sabotear a Howard.

Éste es un personaje que ningún espectador odia. A nadie le importa de verdad. Lo que vuelve inexplicable que se malgaste tanto tiempo en él. Pero lo grave del asunto es que cada una de las trampas que le ponen se desarrolla a la perfección. Como esa escena donde Jimmy saca un anuncio de parking del suelo de grava y lo encaja en el espacio siguiente, donde estaciona el coche de Howard. Es todo tan perfecto que parece irreal. Nunca se equivocan. Y todo ese esfuerzo es tan fútil.

Como ocurrió con las dos temporadas pasadas, lo mejor de la serie es la parte de los malandros. Es decir: lo que alude a Breaking Bad. Y como siempre, el mejor personaje de toda la serie es Mike. La muerte de Nacho Vargas es demasiado dramática, aunque funciona porque parece un capítulo extraído de la saga de Walter White. Pero cuando se vuelve al conflicto de Jimmy la serie decae. Y el papel de Kim también ha perdido intensidad. La han orillado tanto a salirse de su camino y meterse en el de Jimmy que por momentos parece no tener voluntad propia. Se entiende que se aproxima una transformación en su personaje, pero es demasiado forzada.

Otra cosa en la que también se exagera demasiado es en el personaje de Tony Dalton. Él como actor está perfecto, pero su interpretación carece de credibilidad desde el punto de vista del malandro. Es demasiado inteligente. Ese viaje a Europa para investigar lo del túnel no lo haría un capo, no de las características de Lalo Salamanca. No es una novela negra de conjura internacional, sino la historia de un cartel que trabaja a puro plomazo. Por eso, que se esconda debajo de la alcantarilla le da una inteligencia que los de su especie no posee. Y el personaje pierde dimensión. Sus actos son demasiado sofisticados. No hay congruencia con el mundo del hampa al que pertenece.

Lo que sí es muy Lalo Salamanca es matar a quemarropa a Howard. Es el punto más álgido del capítulo siete de esta temporada. Vaya, hasta que pasa algo, piensa el espectador. Sin embargo, la audiencia no puede dejar de preguntarse entonces para qué tanto tiempo derrochado en Howard, si iba a salir tan rápido de la vida de Jimmy. Lo único interesante de esta muerte es lo que pueda desprenderse de ella. Que ojalá sea bien resuelto. Porque al paso que va la serie, ni la aparición de Walter White y Jesse Pinkman va a salvarla de la mediocridad en que ha caído.

La biopic sobre Mötley Crüe resultó un bodrio. Robert Siegel tomó nota para contar la historia del video porno de Pamela Anderson y Tommy Lee y el resultado es sensacional. Ocho capítulos de dinamita

PAM & TOMMY (Showtime, 2022)

La biopic sobre Mötley Crüe resultó un bodrio. Robert Siegel tomó nota para contar la historia del video porno de Pamela Anderson y Tommy Lee y el resultado es sensacional. Ocho capítulos de pura dinamita.

El gran acierto de Siegel es contar la trama desde el punto de vista de Rand Gauthier, el carpintero que sustrajo el video de la casa del baterista. Y tiene de todo: rockstars, mafiosos, estafadores, armas, Hollywood, la mansión Playboy, estrellas del porno y un soundtrack chingoncísimo con poquísimas rolas de los Mötley. Y también una pizca de polémica. Vince Neil, cantante de la banda, se quejó de que la serie aseveraba cosas que no sucedieron, pero fuera de él nadie cuestionó la credibilidad de la serie porque se cuenta todo. Tanto las cagadas como los abusos de todos los involucrados.

Es posible que con el video de Pam y Tommy haya estallado el fenómeno de lo viral. Internet estaba en pañales pero fue el vehículo perfecto para diseminar los acostones filmados por la pareja en su luna de miel. El casete permanecía en la caja fuerte del baterista, quien se negó a pagarle al carpintero; éste buscó la manera de cobrarse a lo chino y dio con la gallina de los huevos de oro —para todos, menos para él.

Rand era un luser sin remedio que tuvo una breve aparición en una película porno. Se enamoró de la actriz y se casó con ella. Luego la pornstar amateur lo botó por mediocre. Pero él continuó enamorado. Y en su intento por volver con ella buscó a un productor para que le ayudara a comercializar el video. Éste lo llevó con un mafioso, quien le prestó cincuenta mil dólares. El productor huyó del país y se dedicó a gastarse el dinero en putas y cocaína. Mientras, en Los Ángeles, el mafioso Butchie —interpretado por Andrew Dice Clay— busca a Rand para cobrarle y Tommy Lee, para partirle su madre. Entonces la desgracia mediática cae sobre la pareja, Pamela sufre el acoso de los medios y el estigma por parte de todos los hombres del país como pedazo de carne. Ya estaba embarazada de su primer hijo.

El tema dio mucho de qué hablar en aquella época. La historia cuenta a fondo el impacto psicológico que representó para la pareja, al grado de que fue el principio de su rompimiento, aunque tardarían en separarse. La ambientación de la época es buenísima. Y las caracterizaciones de Lily James como Pamela y de Sebastian Stan como Tommy son lo máximo.

La serie parece una comedia de enredos, con sus momentos de sufrimiento para Pamela, pero todo ocurrió tal y como se cuenta ahí. No hay héroes, no hay villanos, sólo víctimas y victimarios. Y el mayor de éstos es internet, que diseminó la grabación por todo el planeta. En este punto la batalla estaba perdida. Nadie se quedó fuera de este enredo, ni Hugh Hefner. Una empresa de pornografía ofreció a la pareja una suma millonaria por permitirle comercializar el video, a lo que Pamela dio su consentimiento sin pedir nada a cambio. Otro ingrediente que le sumó más mala voluntad a la bronca entre Pam y Tommy. Lo que ella deseaba era ya cerrar el capítulo. Y fue así como el video terminó por darle la vuelta al planeta.

Entre las incontables series que tienen algo que ver con la música, Pam & Tommy es la mejor. O una de las mejores.

ME LLAMAN MAGIC JOHNSON.
ME LLAMAN MAGIC JOHNSON.Fuente: apple.com

LA CIUDAD ES NUESTRA (HBO, 2022)

A HBO hay que reconocerle que siempre arriesgue a la hora de presentar nuevos productos televisivos. De lo contrario jamás habrían existido joyas como The Wire. Pero todavía hay que aplaudirle más que sabe lidiar con el fracaso. Y sabe cuándo tirar la toalla. Como ocurrió con la serie The Deuce de David Simon, que cortaron abruptamente en la tercera temporada.

También es muy loable que no le retiren el apoyo a Simon después de varias series fallidas. Treme, su segundo trabajo, no recibió el reconocimiento que merecía, la audiencia fue baja, sin embargo es un excelente documento de la versatilidad de Simon como creador. Aunque hasta el momento haya tenido más desaciertos que triunfos, el solo haber creado The Wire lo tiene en lo más alto del Olimpo de la historia de las series de TV.

La ciudad es nuestra (We Own This City) es un descalabro adicional para Simon. Uno que debe doler muchísimo porque trata sobre su querido Baltimore, ese lugar que lo encumbró. La serie se puede leer como un intento de Simon por empaparse un poco de esa vieja gloria que le significó The Wire, pero no le salió. Quizá debió dejar el tema en paz y buscar una nueva dirección, pero tuvo confianza en su dominio, aunque esta vez el resultado no fue bueno. De entrada, es su trabajo menos ambicioso. Sólo seis capítulos para contar la corrupción del departamento de policía de Baltimore en los últimos años. Pero lo más desafortunado es el formato.

Narrada en forma de entrevistas, algo que recuerda a la primera temporada de True Detective, pero en ésta se ve cómo debe llevarse a cabo ese modelo narrativo. Hay saltos temporales todo el tiempo. Son tantos que es imposible no confundirse en relación al momento en que ocurre tal o cual hecho. Y al segundo capítulo el espectador tiene que renunciar a saber si está en el presente o en qué año. Todo se vuelve una sucesión de hechos que no siempre son trascendentales para la historia. Lo cual vuelve cansado el acto de acumular anécdotas sin dirección alguna.

Las actuaciones son pésimas. Simon siempre ha tenido a sus actores fetiche y se entiende que aparezcan en esta nueva serie, pero el actor que interpretaba a Marlon en The Wire, ahora como policía de homicidios, se convierte en lo más anodino del mundo. Tal vez el peor sea Jon Bernthal como el sobreactuado sargento Wayne Jenkyns. Y aunque el personaje está diseñado para no ganarse la simpatía, su impostación termina por resultar insoportable.

Para el director debió representar un gran reto hacer otra serie sobre el hampa en Baltimore. La enorme bronca a considerar es que en La ciudad es nuestra no hay personajes con el peso de Omar, Stringerbell, Bubbles y demás. El carisma que derrochaba el reparto de The Wire aquí brilla por su ausencia. Y es de pésimo gusto la autorreferencialidad innecesaria que se presenta cuando un autor cita a Shakespeare. El formato de entrevista recuerda también a The Corner, la primera incursión de Simon en las calles de Baltimore. Y aunque esa miniserie presentaba muchas deficiencias, es de lejos un mejor producto que La ciudad es nuestra. Latía una honestidad legítima para contar lo que le ocurría a esa parte negra de Estados Unidos, donde el racismo sigue tan enconado como siempre.

Negros, pistolas, drogas y policías. Una fórmula infalible. Qué podría salir mal. Pues todo.

Lo primero que atrapa de Me llaman Magic Johnson es lo bien narrada que está. El formato es de entrevista. Se puede ver a Magic, esposa y personajes del básquet, como Riley, o su rival Bird, recordar sus experiencias con el exjugador

ME LLAMAN MAGIC JOHNSON (Apple TV, 2022)

La vida de Earvin Magic Johnson es fascinante. No sólo por su carismática figura, sino debido a su meteórico ascenso y su abrupta salida del basquetbol profesional a causa del VIH.

Magic se ha apoderado de la pantalla en los últimos meses. Además de que se cuenta un periodo de su vida en la serie sobre los Lakers de Los Ángeles, Tiempo de ganar, Apple TV produjo una miniserie documental de cuatro capítulos donde se cuenta la vida entera de quien es considerado por muchos el mejor centro en la historia del básquet. Desde su infancia en Lansing, Michigan, hasta el momento presente.

Lo primero que atrapa de Me llaman Magic Johnson es lo bien narrada que está. El formato es de entrevista. Se puede ver a Magic, esposa y personajes del básquet, como Pat Riley, o su eterno rival Larry Bird, recordar sus experiencias con el exjugador. Al mismo tiempo se cuenta de manera cronológica la vida de Magic, con un estupendo material de crestomatía que da cuenta de los hechos, año tras año. Esto es posible gracias a que durante los ochenta los Lakers dominaban la liga de básquet y las cámaras los seguían todo el tiempo.

No es la típica historia del niño pobre que escapó del barrio, sino la de un hombre que tuvo que lidiar con enormes problemas en muy poco tiempo. Por eso la miniserie es un carrusel de emociones. Mismas que sufrió Magic a lo largo de su vida. Nadie se retira en la cumbre. Pero él estuvo obligado a hacerlo debido a que contrajo el VIH. La última final que jugó, contra los Toros de Chicago, la perdió. “A mí siempre me encantó jugar con Magic”, dice Jordan en pantalla. Y fue el mismo Jordan quien borró a la gran dinastía de los Lakers de los ochenta con el arrollador éxito de los Toros en los noventa. Pero Me llaman Magic Johnson trae al presente aquellos años dorados de la liga de mano de los Lakers.

Después de su retiro, la miniserie toma otro rumbo que se pone interesante. Nos recuerda los años de Magic como activista ante la pandemia del VIH. Y luego su reincorporación a las canchas como parte del Dream Team, el equipo que jugaría las olimpiadas en 1992. A partir de ese momento, todo fue una batalla por regresar a la liga, y lo logró, pero los prejuicios y el desconocimiento del entonces nuevo virus hicieron que fuera rechazado por jugadores de otros equipos y tuvo que retirarse definitivamente. Entonces se hizo un empresario que comenzó a ganar dinero en serio fuera de las canchas.

Gran parte de lo que se cuenta se centra en la faceta de mujeriego de Magic, la culpable de que se contagiara. Y lo complicado que fue para su esposa obligarlo a comprometerse a la vida marital. Lo más insólito es que sin importar los problemas que atravesó, la sonrisa en el rostro jamás se le quitó. Tuvo que ganar un campeonato sin Kareem Abdul-Jabbar, también considerado el mejor en su posición de todos los tiempos. Y en el lado humano de Magic se encuentra la relación con su hijo trans. Algo que, confiesa, le fue difícil de aceptar en su momento. Él soñaba con que su hijo también fuera basquetbolista.

Esta espectacular vida cierra con el orgullo que siente Magic de ser ahora copropietario del equipo de béisbol Dodgers. Su vida como jugador fue breve, pero intensa. Tanto que le ha dado para vivir pegado al deporte hasta el presente.

OBI-WAN KENOBI
OBI-WAN KENOBIFuente: techpulse.be

CONVERSACIONES CON ASESINOS: LAS CINTAS DE JOHN WAYNE GACY (Netflix, 2022)

Son sólo tres capítulos de poco más de una hora, pero apenas comienzas a verla no puedes parar. Y lo que muestra no es nada agradable: es una de las peores formas que el horror haya tomado en la Tierra. En la década de los setenta, John Wayne Gacy mató a 33 jóvenes de entre 15 y 19 años. Los enterró debajo de su casa y fue descubierto por un error que cometió. Algunos, los últimos tres o cuatro, ya no cabían en el subsuelo, así que los arrojó al río, por lo que se piensa que la cifra de sus víctimas podría ascender a más, pero los números oficiales son esos.

Se dice que Stephen King se inspiró en él para crear al payaso de Eso, Pennywise. Gacy se disfrazaba de payaso, se codeaba con personajes de la política local en Chicago y les cocinaba a sus vecinos. Ésa era la máscara de uno de los sujetos más locos que haya pisado el planeta. Secuestraba, torturaba y violaba a los jóvenes. Por si fuera poco, jugaba con la policía que lo perseguía en coche todo el tiempo, hasta que lo atrapó. Antes de ser llevado a juicio grabó sesenta horas de conversaciones que apenas han salido a la luz y sirven de motivo para contar su macabra travesía.

OBI-WAN KENOBI (Disney, 2022)

Cuando se pensaba que ya nada podía contarse sobre la vieja (ahora regenerada) rivalidad entre el Jedi Obi-Wan Kenobi y el que quizá sea el villano más grande la historia, Darth Vader, surge este spin-off de la mano de Deborah Chow, quien trabajara en la exitosísima El Mandaloriano.

El arranque de la serie es muy parecido al de la historia de Mando. Pero aquí, en lugar de proteger a Grogu, el Jedi se ve obligado a rescatar a la pequeña Princesa Leia. Quien fuera secuestrada con la intención de hacer salir del anonimato a Obi-Wan, verdadero target del imperio. Lord Vader desea vengarse y quiere hacerlo sufrir, como él al final del episodio III de la saga.

Existe tal amor por el universo de La guerra de las galaxias que desde su inicio la serie encandila al espectador. El primer capítulo, como obedece al caso, es introductorio. Pero a partir del segundo despega. Y el tercero (hasta el momento en que se escribió este texto) estalla por todo lo alto. La sensación de que La guerra de las galaxias se había corrompido al pasar a formar parte de la franquicia Disney cada vez se desvanece más. Están demostrando que pueden elaborar excelentes productos sin caer en la banalidad. Y es que una nueva generación de directores y guionistas con libertad creativa están sumando su visión a la mitología de la saga. Que tiene todavía mucho por contar.

Los guionistas abordan los sentimientos del televidente con absoluta maestría. No se trata del viejo y sobado fan service. Que en esta materia son las películas de superhéroes que con descaro abusan de los clichés. Aquí se presenta una exploración del universo de La guerra de las galaxias y se le ofrece una salida más que digna, a tal grado que después de los episodios IV, V y VI no se alcanzaba tal nivel. La saga vive una segunda era dorada, y si bien no superará a la primera, está haciendo un papel bastante digno. Si el regreso de Luke en El Mandaloriano y la reaparición de Anakin en Obi-Wan son los ganchos que atrapan al fan esto no es para nada un defecto. Al contrario. Es lo que la audiencia quiere ver. Y que se aprovechen de ello no está mal en lo absoluto. Mientras lo hagan como hasta ahora.

Disney ha demostrado que puede aportar a la mitología con nuevas creaciones: Grogu, pero también que puede llevar a los viejos personajes por nuevos caminos.

La visión de George Lucas en la primera trilogía detonó todo, y al ver lo que está haciendo Disney es imposible no pensar en qué habría pasado si en la segunda trilogía Lucas se hubiera apoyado en un equipo como los que han trabajado El Mandaloriano y Obi-Wan. El balance habría sido distinto. No está de más descartar que incluso podrían volver a filmar los episodios uno, dos y tres.

Obi-Wan Kenobi tiene unos diálogos sensacionales. Como el de Vader cuando el Jedi le pregunta en qué se ha convertido y responde: “En lo que tú me hiciste”. Aparece en el capítulo III, en el que Vader y el Jedi se enfrentan. Es imposible no emocionarse con lo que ocurre en pantalla. La buena factura hace que la confianza del viejo fan se reestablezca. Que aquello que consideraba sagrado e intocable puede recrearse con excelentes resultados. Y demuestra que el espíritu de La guerra de las galaxias sigue tan vivo como en 1977.

Yellowjackets parte de varias premisas, la más importante es el regreso de Juliette Lewis. Y aunque la crítica
ha sido buena, la trama cojea de muchas partes. Otra premisa es poner en el centro de la historia a Christina Ricci

YELLOWJACKETS (Showtime, 2021)

Parte de varias premisas, la más importante es el regreso de Juliette Lewis. Y aunque la recepción crítica ha sido buena, en general la trama cojea de muchas partes.

Otra premisa es poner en el centro de la historia a Christina Ricci. De todo el elenco el mejor personaje es Misty. Tanto en su papel de adulta (Ricci), y sobre todo como joven, la interpretación, transformación y caracterización de Sammi Hanratty es de lo mejor que ha ocurrido en la pantalla en los últimos años; se halla a la altura del Dr. Buss de John C. Reilly en Tiempo de ganar, es la responsable de que la serie no sea un total desperdicio de talento.

La perturbada Misty muestra una complejidad que no tiene ninguno de los otros personajes, incluido el de Lewis. Que en general parece bastante plano, además de que la actuación de Juliette no es nada memorable. Se nota fuera de ritmo. En parte gracias a su faceta como cantante, y esto no tiene nada qué ver con la serie, pero no está de más puntualizar que lidera una banda y que su música es de gran calidad; no es una improvisada como Johnny Depp, que se sube a tocar con sus cuates rockeros. Lewis podría dedicarse a la música sin tener que volver a pisar un set.

La premisa general es bastante buena. Un grupo de adolescentes que conforman un equipo de futbol toman un avión para jugar un partido en otra ciudad y tienen un accidente. El avión se cae en un bosque y duran bastante tiempo desaparecidos. En segundo plano (o primero, según van cambiando los puntos de vista de la narración) se cuenta el presente de las y los sobrevivientes. Detrás de ellas habita un oscuro secreto, algo que no es deseable que salga a la luz. Y cuando las piezas comienzan a unirse, las adolescentes (ahora mujeres) se reencuentran para asegurarse de que la verdad no sea revelada.

El principal problema que presenta Yellowjackets es de verosimilitud. En situaciones límite, donde escasea la comida, se cometen todo tipo de acciones con tal de asegurar la sobrevivencia. Y las chicas del equipo tienen que hacer todo lo necesario para sobrevivir. Pero la credibilidad de la serie se va al carajo cuando aparece un oso grizzly y una adolescente de catorce años lo mata de una certera puñalada. A partir de ese punto cuesta mucho tomarse en serio lo que vemos. Nadie a esa edad tiene la fuerza ni el conocimiento para ultimar un animal de semejante tamaño. Desconcierta que los guionistas cometan una falla tan básica.

Otro rostro reconocido es el de Melanie Lynskey, famosa por su papel como Rose de la sitcom Dos hombres y medio. Su personaje es interesante, pero cae en una impostura que atenta también de manera drástica contra la probabilidad de la historia. Tiene una crisis de matrimonio y se levanta un amante. Comienza a sospechar que el amante, a quien se le dedica demasiado tiempo en pantalla, la está extorsionando. Y en una discusión lo mata acuchillándolo. Que lo asesine no es el problema, la bronca es que el crimen no está sustentado. Las pruebas no son contundentes. Quien la extorsiona es su mismo marido, que por necesidad de dinero pide una cantidad a una de las yellowjackets para no contar la verdad de lo ocurrido en el bosque. Es descubierto por la esposa, quien es capaz de matar al amante pero no le dice nada a su marido. Así se vuelve inconcebible.

SI BIEN ESTAMOS LEJOS de vivir una cuarta era dorada de la televisión, cada día aparecen nuevos productos que suponen una renovación, como la serie del momento, Tiempo de ganar (reseñada en El Cultural 351, 14 de mayo, 2022), o El hombre en el castillo (The Man In The High Castle, Amazon, 2015), que han demostrado que el formato es más que mero entretenimiento vacuo, que todavía queda mucho arte dentro del género y quizá la Gran Serie de todos los tiempos esté por contarse en el futuro.