No eran los mejores lugares, pero quedarse fuera hubiera sido imperdonable.
La danza comenzó hace unos cuantos meses, cuando se anunció la gira de El Jefe por el Gabán. Los precios de los boletos eran obscenos y la posibilidad de verlo en vivo se desvanecía. Llovieron protestas de los fans en contra de Ticketmaster. Pero fueron inútiles. O pagas o te jodes. Entonces ocurrió un milagro. Semanas antes de la fecha las entradas comenzaron a bajar. Y por doscientos veinte dólores pudimos asegurarnos un asiento.
Puedo presumir que tengo un doctorado en Bruce Springsteen. Aunque algunas canciones se me escapan, ya sea por una laguna mental o porque hay discos que no visito con la misma intensidad que otros. Sin embargo, esperaba un show cumplidor. El mero trámite de un hit aquí, otro hit allá, su lechita y a dormir. Lo que la mayoría de fans espera, la verdad. No es que no estuviera emocionado, al contrario. Me explico, no sé si se debía a tantos kilómetros recorridos de mi parte, demasiados conciertos en los últimos años, pero nunca pensé que El Jefe a sus setenta y tres años continuara en la cima.
No es que lo subestimara ni mucho menos. Su reputación como uno de los frontmen más sólidos del rock no está a discusión. Pero calculaba que vería algo similar a los videos de El Jefe en concierto que circulan en YouTube. Lo que sucedió esa noche en Dallas me sirvió para darme cuenta de que no importa cuántos videos veamos en una pantalla, eso jamás va a suplantar la experiencia del rock en vivo. Es la razón por la cual me manifesté siempre en contra de los conciertos en streaming durante la pandemia. Tengo en bluray el concierto London Calling: Live in Hyde Park. Lo he visto, sin exagerar, unas cincuenta veces. Y quizá después de esto uno pueda pensar que lo ha visto todo. Pero no. Está equivocado. Hay más. Mucho más. Y eso es lo que ofreció El Jefe en Dallas, el pasado diez de febrero.
Después de una comilona, cervezas y copas de vino, Mariana H, Chavo y yo nos trepamos al autocar gratuito en el barrio de Bishop. Varias estaciones después nos bajamos y comenzamos a caminar. El estado del tiempo pronosticaba bajas temperaturas, pero por fortuna el termómetro no descendió demasiado. Aun así, Mariana H no perdió oportunidad de usar un abrigo que parecía de piel de wampa. Por lo que se ganó el apodo de La Novia del Yeti. Algunas cuadras después emergió ante nuestros ojos el American Airlines Center, casa de los Mavericks de Dallas. Como la inspección no fue nada rigurosa, metí de contrabando sin bronca medio litro de whisky.
A pesar de la distancia se escuchaba potentísimo. Como si estuviera a unos cincuenta metros
Mientras subíamos tres niveles en busca de nuestros asientos comenzó el anuncio de presentación y justo cuando llegamos a un rellano comenzó a sonar “No Surrender”. Cantamos, bailamos y brincamos de puta felicidad. Tres rolas después fuimos a buscar nuestros asientos. La fila en que nos tocaba estaba tan alejada del escenario que después de ella había otra y después se acababa el recinto. He tratado de recordar cuándo fue la última vez que estuve tan lejos y no consigo recordar la fecha exacta, pero fue antes de 2008 como mínimo. Y sin embargo me sentía privilegiado de poder estar ahí.
A pesar de la distancia se escuchaba potentísimo. Como si estuviera a unos cincuenta metros de los cabrones que estaban abajo, en la pista. Quienes pagaron 1500 dólares, by the way. Un contratiempo que no me esperaba es que Steve Van Zandt no saliera a tocar. Tenía Covid. Y aunque vimos una versión reducida de la E Street Band, ha sido uno de los conciertos de mi vida. Mighty Max, Nils Lofgren, Jake Clemons, Patti Scialfa y El Jefe hicieron un trabajo irreprochable. Y sobre todo Springsteen, a quien jamás había visto requintear de esa manera. No sé si fue por llenar los huecos de Steve o qué, pero aunque uno no lo tiene catalogado como un gran guitarrista, esa noche demostró que es un monstruo de la lira.
El show duró poco. Una hora con cuarenta y tres. Yo pensé que se reventaría dos y media. Y faltaron rolas, obvio, en una discografía tan extensa pasa eso. La Novia del Yeti salió un poco bajoneada porque no tocó “The River”. Pero pese a todo lo anterior fue una noche perfecta. No cambiaría ni una sola cosa.
El set list lo pueden consultar aquí: https://www.setlist.fm/setlist/bruce-springsteen/2023/american-airlines-center-dallas-tx-13bd6179.html.