El diablo ha muerto. Se apagó a los 87 años junto a su séptima esposa, Judith Coghlan, en Mississippi. En su discurso de los Premios Polar ante el rey de Suecia, Iggy Pop —quien tiene una estupenda versión de “Wild One” en su disco Blah-Blah-Blah— concluyó que su música era “una cuestión de pelotas”. Bolas, la materia incandescente que disparó a Jerry Lee Lewis en forma de “Great Balls of Fire”. Su vida en tres palabras sería: por mis huevos.
Compositor, pianista y cantante de familia pobrísima, Jerry Lee fue un pionero e intérprete prodigio de boogie-woogie, country, rockabilly, blues, rhythm & blues y uno de los padres del rock and roll que Sam Phillips jaló a Sun Records. Su leyenda incendiaria cuenta que una vez le prendió fuego al piano, mucho antes de que Hendrix lo hiciera con su guitarra. Tocaba parado, golpeando las teclas con los dedos, los nudillos, los talones, los codos y al final se trepaba al piano.
Como sus compas del Million Dollar Quartet, Jerry Lee contaba con un grupo de acompañamiento excepcional. Así conoció a la hija del bajista, su prima Myra Gale Brown, con quien se casó por tercera ocasión cuando ella tenía 13 años y él, 22. Sus vidas se arruinaron y esa sombra lo persiguió siempre, sin embargo, no le impidió seguir rockeando a toda locura. Pero su talento y talla artística eran proporcionales a su carácter ojete, machín y explosivo, que combinaba armas, drogas y alcohol a toda velocidad. Una vez trató de ahorcar a un tipo en una pelea, por eso le decían el Killer. Además, se le fueron varios tiros, como el que le metió a su otro bajista que no murió y sí lo demandó.
Una era musical se extingue. Es una suerte que Jerry Lee no haya sido blanco de cancelación
Presley era pink, Cash era dark, Richard era glam; todos eran unos salvajes, pero Jerry Lee era mean, como su Mean Old Man, discazo que sacó en 2010 con una pléyade de rockeros, vaqueros y blueseros. Su influencia se nota en músicos y grupos de todas las épocas que emulan su estilo de cantar y tocar el piano o que hacen covers de sus canciones. La lista es tan larga como su cola de cuarenta álbumes, incontables recopilaciones y sencillos en más de setenta años de sacudir el piano y las buenas conciencias.
Una era musical se extingue. Es una suerte que Jerry Lee no haya sido blanco de la cancelación en estos días en los que pululan los nuevos censores y los Bad Bunnys lameculos. No sólo era el primer salvaje y la última leyenda de la era dorada del rock and roll; pese a ser un cristiano ferviente en conflicto con el sexo, las drogas y el rock and roll, como dice Ministry en “Jesus Built My Hotrod”, Jerry Lee Lewis era el diablo.