Lakers: es hora del show

El corrido del eterno retorno

Lakers: es hora del show.
Lakers: es hora del show. Foto: hbo.com

El pasado domingo terminó la primera temporada de Lakers: Tiempo de ganar (Winning Time: The Rise of the Lakers Dynasty). La serie con la que HBO la ha vuelto a romper. Pero esta vez no fue con una historia sobre mafiosos, lo ha conseguido con una sobre deporte.

A fines de los años 70 la NBA era un desastre. Problemas de adicción entre los jugadores, problemas financieros, audiencias bajas. A nadie le interesaba la liga. Salieron de la crisis gracias a la llegada de dos novatos: Magic Johnson y Larry Bird, y la rivalidad que se suscitó entre sus respectivos equipos. Ése es el motor que echa a andar Lakers: Tiempo de ganar: una dramatización de su éxito, de la mano de su dueño, Dr. Buss. Que suscitó una polémica con el exgerente de esa era en el equipo: Jerry West, interpretado de manera magistral por Jason Clarke como un hombre flemático, furioso y explosivo. Lo que disgustó al ícono de la NBA y demandó a la cadena de televisión.

No era para menos, porque la historia de los Lakers es un cóctel de situaciones extremas: drogas, Hollywood, duelos de egos, asesinatos, cáncer. Además del animal mitológico más fascinante que la televisión nos haya legado en mucho tiempo: Dr. Gerald Buss. Interpretado de manera brutal por John C. Reilly, quien seguro ganará algún Emmy, retrata su excentricidad con una naturalidad deslumbrante. Desde la forma de vestir hasta las emociones por las que navega este emproblemado y ambicioso científico que decide comprar una franquicia de la NBA, endeudarse por millones de dólares y poner el equipo a nombre de su exesposa, con tal de que el banco no se la vaya a expropiar.

A fines de los 70 la NBA era un desastre. Problemas de adicción y financieros... 

Si bien la serie pretende girar en torno a Magic Johnson, los Lakers y la rivalidad de éstos con los Celtics, el personaje más fascinante es Dr. Buss. Hijo de madre soltera, padre de Jeanie Buss, otro enorme personaje y en la vida real dueña mayoritaria de los Lakers. Dr. Buss es un novato también, como Magic, que en su primer año al frente de un equipo se gasta 80 millones. Hace lo imposible para que su equipo sea campeón. Pierde a un coach, Jerr West. Pierde a otro, quien era su mejor amigo y fue asesinado por dejar el basquetbol colegial e irse al profesional —y aquí se sugiere lo metida que estaba la mafia en el básquet colegial, entonces mucho más rentable que la NBA. Pierde otro más en un accidente, se cayó de la bicicleta. Y al final se lleva el trofeo con un coach asistente.

PERO LA PÉRDIDA MÁS GRANDE para Dr. Buss es su madre, quien además ha sido la contadora del equipo. A quien adora con toda su alma y muere de cáncer antes de que los Lakers sean campeones. En el capítulo donde se entera vemos una de las escenas más chingonas de la televisión de los últimos años. Y no, no es el momento en que Dr. Buss le dice a la enfermera que cuida a su madre, quien también es madre soltera, que le pagará la universidad de su hijo, en un acto reflejo que siente porque él también fue un niño abandonado, momento de ternura infinita que es arruinado por Jeanie, quien piensa que su padre se la quiere tirar. Es la escena donde Dr. Buss lleva a la enfermera a su casa y cuando estaciona el coche afuera comienza a llorar porque su madre está condenada a morir, y para consolarse comienza a mamarle las tetas a la enfermera. En un gesto que tiene todo de edípico y de gandalla. Esa enorme escena permanecerá en el imaginario colectivo durante mucho tiempo. Ahí John C. Reilly se roba por completo la serie, que ya de por sí venía robando desde el principio, y su personaje alcanza una profundidad y una complejidad que no la tiene ningún otro. Ni Magic, ni Kareem, ni Bird.

Lakers: Tiempo de ganar es una dramatización. Y algunas cosas que ocurren en pantalla no sucedieron como tal. Para conocer la historia completa de los Lakers hay dos libros: Cuando éramos los mejores y Showtime, ambos publicados por la editorial Contra en español.

La primera temporada de Lakers: Tiempo de ganar termina en el capítulo 9, con la muerte de la madre de Dr. Buss. El décimo es la narración del partido que lo cambiaría todo: el campeonato de los Lakers en 1980. Sin ello el basquetbol moderno no sería lo que es hoy. Y la llegada de Jordan, quien luego volvería a revolucionar el básquet, habría sido más accidentada. Todos estos ingredientes arman la serie del momento.

Y a John C. Reilly.