La literatura absoluta de Roberto Calasso

El enfoque interdisciplinario no sólo amplía nuestra lectura de la realidad; literalmente crea horizontes nuevos, porque ofrece lugares para mirar las ideas bajo una nueva luz. Desde su juventud, el ensayista y editor italiano Roberto Calasso hablaba inglés, francés, alemán, griego, latín; luego añadió el sánscrito. La devoción por los mitos de Oriente y Occidente, así como la agudeza para analizar el presente valiéndose de las humanidades, alimentaron un genio irremplazable. A un año de su muerte, Francisco Goñi lo pondera.

Roberto Calasso (1941-2021).
Roberto Calasso (1941-2021). Fuente: wmagazin.com

Entre tantas sentencias de Friedrich Nietzsche, quizá la más acertada fue que el arte sería el único refugio espiritual en el siglo XX. La nostalgia de lo absoluto no se contrarrestó con las ideologías que nacieron. A través de las grietas de lo humano se filtraron los simulacros, la vacuidad y la desesperación, por ello, el sentimiento de orfandad sólo habría de paliarse con la experiencia estética. Roberto Calasso (Florencia, 1941-Milán, 2021) atestiguó el enrarecimiento del mundo e identificó que uno de los dolores de la actualidad es vivir sin dioses, sin catarsis.

Pocos autores como él han analizado tan hondamente las inclemencias de la época. No sólo las señaló como tumores —cual cirujano en el quirófano—: a través de su método de escritura, diseccionó la filosofía, la mitología y una mezcla avasallante de humanidades, después las colocó sobre la mesa del laboratorio, asignándoles complejas alegorías para todos los atentos.

Su perímetro de acción fue amplio, insólito. Su pensamiento se despliega lo menos en tres ejes: la reescritura de los mitos de Oriente y Occidente espejeando la actualidad, el arte de la edición y la ensayística literaria. El cuerpo entero de su obra arroja luz a la condición precaria del ser humano moderno, además de enfatizar el vacío que se padece por la pérdida de lo divino.

Ante la desesperanza que supone vivir esta realidad propuso, como Nietzsche, un concepto que considero esencial en sus tres ejes de trabajo: la literatura absoluta. Basta decir por ahora que es una idea o, mejor, un abrevadero existencial para soportar la fragilidad.

DE REGRESO AL MITO

Volver al mito es anhelo de recuperar el paraíso perdido, el hogar que nos cobijó antaño, mas no sobrevivió al incendio de los días. Mucho menos al frenético impulso de olvidar el pasado y creer ciegamente en las promesas del progreso.

La lectura y reescritura de la mitología de la India védica y de Grecia fue una pasión para Calasso, una suerte de encuentro con fuentes antiguas de conocimiento que sirvió no únicamente para decodificar y beber de aquellas sabidurías, sino también para fusionarse en ellas. Como resultado de ese diálogo surgieron obras incandescentes.

A través de La ruina de Kasch, Las bodas de Cadmo y Harmonía, Ka, El ardor y El cazador Celeste rescata una memoria que yacía latente, en silencio, como los dioses antiguos que ya no son nombrados pero permanecen en la ondulación del río del tiempo. Su maestría al realizar esta recuperación o revisitación mítica es seductora porque ocupa herramientas de la ficción más sofisticada y la filosofía para reelaborar anécdotas, batallas, raptos, momentos eróticos, metamorfosis y crisis de las deidades.

Por si no fuera suficiente, de forma simultánea, como los grandes artistas, Calasso crea en sus textos un espejo. Muestra el reflejo de Narciso, es decir, una imagen del ser humano actual. Es un retrato hiperrealista del inmenso dolor que lo aqueja por negar y alejarse de su origen.

Su obra arroja luz a la condición del ser humano moderno, además de enfatizar el vacío por la pérdida de lo divino

Una tesis esencial puebla estos libros, como un mensaje que se revela desde épocas lejanas. Luis Alberto Ayala Blanco lo traduce así:

Calasso explica cómo lo divino debe sacrificarse a sí mismo para ser dos, y dar inicio a la existencia [...]. Toda creación se funda en un asesinato. El mundo vive una existencia que, sin dejar de estar atada a lo divino, goza de cierta independencia. El sacrificio es el vaso comunicante de ambos mundos. El hombre vive un estado de indiferencia con respecto a lo divino. Pero la indiferencia no garantiza la muerte del sacrificio. El hombre continúa ejecutándolo, sin saberlo.1

Las sociedades contemporáneas han renunciado a lo sagrado. Al clausurar el sendero al mito, el sacrificio sigue y sigue, aunque trastoca nuestro tiempo en un matadero. La banalización del mal entra al juego; al secularizarse la vida, todo recuerdo del rito se borra y comienza una espiral de eliminación. Apunta:

... La primera consecuencia del olvido del sacrificio será, por consiguiente, que el mundo sea usado sin miramientos, sin límite, sin una parte dedicada a otra cosa. Pero también aquí el final se superpone al origen, como un reflejo, y por tanto invertido: disuelto el sacrificio, todo el mundo vuelve a ser, sin saberlo, un inmenso taller sacrificatorio.2

La literatura absoluta de Roberto Calasso
La literatura absoluta de Roberto Calasso

EN BUSCA DEL LIBRO ÚNICO

Como editor y escritor, Roberto Calasso tuvo una historia extraordinaria, quizá explicable por su formación intelectual. Fue nieto de Ernesto Codignola, editor italiano de prestigio; sus padres fueron académicos notables. Creció entre bibliotecas, devorando clásicos y contemporáneos. Se graduó en Letras inglesas y desde joven hablaba inglés, francés, alemán, griego, latín; luego estudió sánscrito. Era de esperarse que en su genio germinarían diversas inquietudes.

En mayo de 1962 se encendió el fuego interno que luego se propagaría por décadas. Roberto Bazlen (Bobi), en compañía de Ljuba Blumenthal, incitó al joven Calasso a participar con Luciano Foà en un proyecto editorial nuevo. Comenzarían con la edición crítica de las obras de Nietzsche, bajo la premisa de sólo publicar libros únicos. Ese proyecto sería Ediciones Adelphi.

Bazlen, lector erudito y respetado en Europa, había acumulado prestigio y experiencia al asesorar a las casas más importantes de su época, como Einaudi. Era tiempo de desarrollar la idea por demás arriesgada y genuina de crear libros únicos. Bobi se refería a las publicaciones que cruzan la historia como cometas, libros que lastiman, muerden, nos marcan al rojo vivo. Que son únicos en forma y fondo, que decantan en el lector al mismo tiempo alucinación y transformación.

En julio de 1965, Bazlen falleció sin ver la cristalización de Adelphi, lograda por Foà y Calasso, al grado de convertir el sello en una referencia internacional. Bobi y la escritora austriaca Ingeborg Bachman fueron quienes más huellas dejaron en el joven. Son variados los elogios que se pueden dedicar a esa editorial, pero me detendré en dos. Gracias a la formación e intuición de Calasso para acercarse a las grandes obras, Adelphi fue puerta y hogar para la llamada Mitteleuropa o Europa Central, tanto en Italia como en países cercanos —España, entre ellos. Su catálogo apostó por autores desconocidos en ese momento, desde Kubin, Hofmannsthal, Kraus, Schnitzler, Canetti, Altenberg, Wittgenstein, Thomas Bernhard y Robert Walser, hasta llegar al fenómeno multiventas que representó Joseph Roth. Hay que decir que Adelphi también difundió con éxito las obras de Borges, Márai, Nabokov y Simenon.

El segundo elogio: Calasso radicalizó en Adelphi la idea de Bobi. Al publicar sólo libros únicos logró un catálogo único, como si fuera un libro en muchas partes. En La marca del editor explica:

Traten de imaginar una editorial como un único texto formado no sólo por la suma de todos los libros que ha publicado, sino también por todos sus otros elementos constitutivos, como las cubiertas, las solapas, la publicidad, la cantidad de ejemplares impresos vendidos, o las diversas ediciones en las que el mismo texto fue presentado.3

En Adelphi se hizo verdad la edición como género literario, el concepto de Calasso que resume todo el circuito que transita un editor con el propósito de armar / editar un rompecabezas, una sola obra de arte. Además reflezxionó ampliamente sobre la edición y legó un material valioso para editores venideros. En Cien cartas a un desconocido y Cómo ordenar una biblioteca desarrolla ideas complementarias interesantes, como la valía de las cuartas de forros, textos cual misivas que buscan cautivar ojos desconocidos. También disertó sobre el ecosistema editorial, el acomodo ideal de las bibliotecas haciendo guiños a Aby Warburg y la vida de las librerías. Sobre el oficio del librero, ponderó: “Lo decisivo es la capacidad del librero para imaginarse y articular un paisaje hecho de libros”.4 Nada más cierto y difícil de realizar frente a “los demasiados libros”.

La literatura absoluta de Roberto Calasso
La literatura absoluta de Roberto Calasso

LA LITERATURA ABSOLUTA

La ensayística de Calasso es un poliedro, una cartografía de muchos mundos y épocas. Los libros que integran este eje de escritura contienen una pasarela delirante de personajes. Va desde el alucinado texto que dedica al magistrado alemán Daniel Schreber, quien decía conversar con dios sobre el orden del mundo, de título El loco impuro —libro que, dicho sea de paso, apadrinó la creación de Sexto Piso en México—, hasta Los cuarenta y nueve escalones, La literatura y los dioses y La locura que viene de las ninfas, donde son protagonistas Hölderlin, Nabokov, Robert Walser, Kraus, Max Stirner, Alfred Hitchcock, John Cage, Canetti, Freud, Benjamin, Heidegger, Flaubert, entre tantos otros.

En el universo calassiano sobresalen tres figuras: Kafka, Baudelaire y Nietzsche. Sobre Kafka coincidió en apreciación con Canetti: entre todos los escritores, él era la autoridad para hablar sobre el poder, la potencia. Y lo decía no sólo en términos sociales, sino en el más amplio sentido de la palabra. En K., largo ensayo que teje a partir de El proceso y El castillo, dice:

Kafka habla de un mundo anterior a toda separación y denominación. No es un mundo sagrado o divino, ni un mundo abandonado por lo sagrado o lo divino. Es un mundo que debe aún reconocerlos, distinguirlos del resto. Hay un enlace único, que es sólo potencia. Están compenetrados el bien en su plenitud, pero también el mal en su plenitud.5

Con Baudelaire coincidió en el culto por las imágenes y en llevar la analogía a un estatus de ciencia a través de la imaginación, ya que ésta “es la única que comprende la analogía universal, o aquello que una religión llama la correspondencia”.6 Considero que en La Folie Baudelaire no habla únicamente del poeta de Las flores del mal, sino refleja su naturaleza, subraya la importancia de la profundidad y la sensibilidad en un mundo decadente, que se desgaja.

Al menos en dos largos ensayos y cantidad de referencias Calasso dejó ver cuánto lo marcó Nietzsche. La obra del pensador alemán fue un abrevadero inagotable para su ensayística. Es muy palpable en su mirada libertaria, transgresora y estética. Incluso la cita que incluyó en el texto sobre la valía de Ecce homo podría ser su leitmotiv: “La voluntad debe ser realmente destino”.7 En Calasso, destino y voluntad son uno. La historia que le tocó vivir y lo que logró en ésta hacen su vida única, como los libros en los que creía.

Con Baudelaire coincidió en el culto por las imágenes y en llevar la analogía a un estatus de ciencia a través de la imaginación, ya que ésta es la única que comprende la analogía universal

LITERATURA Y FANTASMAS

Como a todo genio que dialoga con su tiempo, a Calasso no le bastó reflexionar sobre las calamidades de la actualidad innombrable. Entre sus muchos escritos brillantes dejó uno volcánico, que abre discusiones necesarias, entre ellas el tema de la literatura absoluta. Es una suerte de declaración de principios, una confesión abierta, una explicación centelleante de cómo “la literatura ha mostrado tal agilidad para reencontrar y restaurar a los ídolos fugitivos, en cuanto guardiana de todo lugar atravesado por los fantasmas”.8 Él sabía, como Hölderlin, que hombres y dioses se han distanciado, se han traicionado, al negarse mutuamente. Este ir y venir de lo sagrado devendría en una vía estética para crear, a través de un modelo que demanda la “descomposición y recomposición de las formas, que es la marca de la literatura más temeraria”.9

Más allá de proponer una nueva mitología o rostros nuevos de lo sagrado, Calasso deconstruye un concepto que nace del romanticismo alemán, en donde el caos primigenio cobra nuevas significaciones: “la naturaleza y el artificio se mezclan en el bello desorden de la imaginación para no escindirse nunca más”.10

Así, la literatura absoluta proclama su libertad más allá de la funcionalidad y el cuerpo social. Se funda en un saber que se expande sin fronteras, de forma similar a la búsqueda de lo absoluto. En su corpus libre habita el ser, donde se expresa tanto la naturaleza como el alma del mundo: hace de sí una sutil medida y una arquitectura de las cosas. Se trata de una puerta que roza de nuevo lo divino, aquello que, sin duda, “impone con la máxima intensidad la sensación de estar vivo”.11

Notas

1 Luis Alberto Ayala Blanco, Estupidez ilustrada, Bonilla Artigas Editores, México, 2021, p. 22.

2 Idem, p. 34.

3 Roberto Calasso, La marca del editor, Anagrama, México, 2015, p. 91.

4 _____________, Cómo ordenar una biblioteca, Anagrama, México, 2021, p. 37.

5 _____________, K., Anagrama, México, 2005, p. 12.

6 _____________, La Folie Baudelaire, Anagrama, Barcelona, 2011, p. 21.

7 _____________, Los cuarenta y nueve escalones, Anagrama, México, 2016, p. 15.

8 _____________, La literatura y los dioses, Anagrama, Barcelona, 2016, p. 119.

9 Idem, p. 47.

10 Idem, p. 46.

11 Idem, p. 44.