1) Cuántos libros hay en tu biblioteca.
No tengo una biblioteca inmensa. Procuro no sobrepoblarme de libros. Sólo tengo tres libreros. Dos que están repletos de literatura gringa y uno para los volúmenes sobre música. Soy un firme creyente de que la literatura debe circular. Regalo muchos libros de autores contemporáneos que me parecen valiosos y considero que deben ser leídos, en lugar de empolvarse en mis estantes.
2) Cuál es el último libro que compraste.
Casi no compro libros. Me los robo. O me los regalan. O me los prestan y no los devuelvo. Sí me deshago de ellos, pero no los retorno a sus dueños. Los comparto con alguien más. Pero en ocasiones algún título se resiste a llegar y tengo que recurrir a la vía tradicional, desembolsar un varo. El último por el que pagué fue El hombre del brazo de oro de Nelson Algren.
3) Cuál fue el último libro que leíste.
Nunca leo un solo libro a la vez. Siempre estoy con tres o cuatro. Me los campechaneo. Y en ocasiones termino casi al mismo tiempo dos o más. Los últimos que leí casi de manera simultánea fueron En carne viva de U-God (Sexto Piso, 2019), Un día más en el paraíso de Eddie Little (Sajalín, 2019), La soledad del corredor de fondo de Alan Sillitoe (Impedimenta, 2013) y Teoría King Kong de Virgine Despentes (Penguin, 2019).
4) Cinco libros que significan mucho para ti.
Es complicado resumir más de veinte años como lector en cinco títulos. Pero mencionaré cinco que en los últimos doce meses me han marcado a profundidad.
Mark Fisher: Los fantasmas en mi vida (Caja Negra, 2018). Hace no sé cuánto tiempo, no lo consigo recordar, que no me sentía unido a un autor como a Fisher. Leerlo fue como descubrir la literatura por primera vez. Me sentí emocionado como un chamaco. Como ocurre en los momentos de iniciación, sentí que me habla directamente a mí. Que era el único escritor que está escribiendo sobre lo que ocurre a mi alrededor. Que explica el mundo tal y como yo lo estoy viviendo.
"Casi no compro libros. Me los robo. O me los regalan. O me los prestan y no los devuelvo".
Chuck Klosterman: Matarse para vivir (EsPop, 2019). Amo locamente la prosa de Klosterman. Rockeros muertos, relaciones fallidas y un viaje por carretera. Son las confesiones de un nerd de la música que no teme desnudarse emocionalmente. Hay aquí hasta espacio para una teoría sobre el 9/11. Chuck consigna una leyenda subterránea que asegura que el Kid A de Radiohead profetizó la caída de las Torres Gemelas. Desmenuza el álbum canción por canción, comparándolo con los atentados.
E. Jean Carroll: Hunter. La vida salvaje de H. S. Thompson (Tusquets Argentina, 2019). Este libro en realidad son dos. Una biografía compuesta por entrevistas a allegados a Hunter y una suerte de metaficción gonzo de un secuestro perpetrado por el biografiado a una ornitóloga. No importa cuántos libros de Thompson haya uno leído, es necesario engullirse la biografía coral que le compuso E. Jean para conocer aspectos de su vida que él no consignó en ninguno de sus libros. Como la problemática relación con su hermano. A quien Hunter ignoró por completo toda su vida, por el hecho de ser gay. Todo fan de Thompson no debe perderse este divertidísimo libro. Que además da cuenta de la estatura como escritora de la gran E. Jean.
Mircea Cartarescu: Nostalgia (Impedimenta, 2012). Si usted es de los que piensan que la literatura está muerta, este libro es una muestra de que las letras están más vivas que nunca. Olvídense de Houellebecq y de Knausgard. Cartarescu es el verdadero relevo de Kafka y de Dostoievski. Rumano pero fan de los gringos. Admirador de Borges y Cortázar. Un cuentista de primer orden. En estos cinco relatos despliega una ouija semiótica y se pone en contacto con el espíritu de Poe. “El Ruletista” es un cuento perfecto, en estos tiempos en que no sólo la perfección escasea, sino que incluso es imposible de encontrar.
Iván Monalisa Ojeda: Las biuty Queens (Alfaguara Chile, 2019). El relato que abre esta colección es una epifanía. Una a base de metanfeta. El personaje está solo en su cama, fumando de su pipa de cristal. Y en un trance entre la sobredosis y la levitación nos revela ese resquicio que se encuentra entre el mundo de los muertos y los vivos. Una pluma poderosa. Una prosa contundente. Y un lenguaje que no tiene equivalente en la nueva narrativa latinoamericana.
5) Nomina a cinco personas
No soy partidario de este tipo de jueguitos que se dan en las redes sociales de invitar a personas a responder este tipo de preguntas. Pero haré una excepción. Y propongo a Wenceslao Bruciaga, Eduardo Rabasa, Liliana Collanzi, Ramiro Sanchiz y Joselo Rangel.
* Este ejercicio lo hizo Mark Fisher. Aparece en K-punk, volumen 1 (Caja Negra, 2019).