Nadie es normal

LA CANCIÓN #6

Portada del libro "El menonita zen"
Portada del libro "El menonita zen" Foto: Especial

LOS MEXICANOS tenemos la vocación del melodrama, el pensamiento mágico y la superchería que son la “canasta básica” en El menonita zen, de Carlos Velázquez (Océano, 2023). Siete relatos que explotan el lado oscuro de la mexicanidad, tamizada con un punto de vista ácido y música de cualquier peladaje. Aunque Carlos reniegue la cruz de su terapia, es una lectura psicológica, psiquiátrica y cinematográfica. La música responde a la naturaleza de los personajes, a sus gustos e historias de azote emocional. Un desfile de personas normales con historias paranormales: el fantasma de Alex Mazapunk, un payaso roto por dentro y por fuera, un productor musical en quiebra, un enano albino de rancho, una fitness con debilidad por los gordos, el desaparecido músico Yoni Requesound y un menonita iluminado con un pana enano. Detrás de todo dramón siempre hay una canción y ninguno de los involucrados tiene una pista sonora fácil. El libro abre con “El fantasma de Coyoacanistán”, sobre el guitarrista muerto de Los Mazapunks y su influencia en la relación de una pareja a ritmo de Caifanes, Él mató a un policía motorizado, Dinosaur Jr., Jaime López, José José y Charly García. En “El código del payaso”, acerca de la rivalidad entre hermanos, el mayor se ensaña con el menor quien termina convertido en el payaso Piponito, entre Amyl & The Sniffers, y Roberto Junior y su Bandeño. En “Discos Independientes Unidos, S.A. de C.V.”, un productor musical en quiebra paga para que lo maten, justo cuando va a lanzar el nuevo disco de El Muertho de Tijuana, pero la historia da un giro inesperado con los Manic Street Preachers y “Suicide is Painless”. En “Sci Fi Ranchera” no suena el guitarrón láser, pero la aparición de un enano blanco entre las vacas acaba con la tranquilidad de una familia y un pueblo. “La fitness montacerdos” es una disección del pensamiento fit-fat y Carlos saca sus mejores terapias con la morra del gym atraída por los gordos, mientras suena Caballo Dorado, La Banda Timbiriche, Las Ultrasónicas, Piporro, Los Bukis y Lorna. En “La biografía de un hombre es su color de piel (La accidentada y prieta historia oral de Yoni Requesound)”, un rockero desaparece sin dejar rastro, salvo la estela musical de Bob Dylan, Neil Young, José Alfredo, Johnny Cash, Wilco, Whiskeytown y Los Strokes. La última historia es la de un menonita perdido en Ciudad Juárez que busca la trascendencia en la meditación, y la única música que suena es la de Don Cheto, el dueño del circo y su “ganga style”. Sin duda, de cerca nadie es normal.

Aquí nunca leemos el instructivo de nada. No vayan a escuchar la playlist sin el libro, es tan ecléctica que carece de sentido y va a mancillar la pureza de su algoritmo. Si Velázquez fuera músico, sería de los honestos. Tiene la virtud de la credibilidad. Sus personajes hablan y viven por sí solos, si están en la Ciudad de México, en Ciudad Juárez o en el campo, les crees que viven ahí. Crees en la terapista de la fitness, en el joker a la mexicana, en el fantasma de Alex Mazapunk y también crees en el menonita zen.