Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935-Guadalajara, 2018) escribió tres novelas totales: José Trigo (1966), Palinuro de México (1977) y Noticias del Imperio (1987). Desde el inicio tuvo una vocación hacia esta forma narrativa, una que busca capturar mundos o estados del mundo, llamada a registrar algo de la realidad que otras artes u otros géneros no pueden hacer. La novela total postula un mundo —o una versión de éste— a partir de la representación de todos los aspectos sociales.
DE LO TOTAL A LO HISTÓRICO
Gran parte de los románticos del siglo XIX intentaron hacer novelas totales en Europa; como herederos de esa tradición, los latinoamericanos del XX persiguieron la misma meta. Una característica de la novela total es que trabaja a partir de particularidades históricas, geográficas o existenciales: Les Misérables, de Victor Hugo, representa, con la vida de Jean Valjean, los antecedentes de la revolución de 1832 en Francia, mientras Ulysses, de James Joyce, nos da todas las ideas que pasan por la mente de Leopold Bloom el 16 de junio de 1914. Siguiendo esta lógica, José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio son novelas que aspiran a ser totales. Cada una representa un mundo, el de la lucha ferrocarrilera, el de la medicina y la publicidad o el de la Intervención francesa de 1862-1867.
Dentro del concepto de novela total incide otro fenómeno: el autor vierte en ella todos sus recursos literarios y toda su experiencia adquirida. En la escritura de Del Paso hay una progresión artística, crece la experiencia acumulada y se acerca a una concreción de su objetivo, por lo cual Noticias del Imperio —desde mi punto de vista— es su obra cúspide. En ella concentra todo un proceso de investigación, trabajo, conocimiento y experimentación literaria. Este tipo de narrativa total es voraz, por lo que también está compuesta por una constelación de géneros, como la novela epistolar, la enciclopédica, la biográfica, la política y la histórica. Uno de los principales aspectos que merecen discusión es la disyuntiva provocada por la lectura de que Noticias del Imperio es una novela histórica que se contrapone al documento historiográfico autorizado, es decir, la cuestión es qué tanto responde a lo que realmente sucedió durante la Intervención francesa (1862-1867) y en la etapa previa, durante la implementación de las Leyes de Reforma. No obstante, esta discusión me parece un poco superada, pues nadie lee una novela pensando que va a encontrar la verdad.
Aunque haya libros con rasgos históricos en la época clásica, la novela histórica como tal nace con Walter Scott (1771-1832) y su Waverley (1814). Ésta es una figura inaugural para el gé-nero, que seguirían otros escritores en Europa e Hispanoamérica. Cabe señalar que en esa misma época a la Historia se le acababa de otorgar un lugar privilegiado, a la altura de una ciencia.
De acuerdo con Jacques Le Goff alcanza el estatuto de disciplina científica hasta fines del siglo XVIII; previamente era auxiliar de la moral, del derecho y la teología. En el tiempo de Gibbon no existe una verdadera historia; en cambio, para Voltaire o Michelet ésta es el “estudio crítico y constructivo cuyo campo es el pasado humano en su integridad y cuyo método es la reconstrucción de ese estudio a partir de los documentos escritos y no escritos, críticamente analizados e interpretados”.2 En Francia, François Guizot conforma un Comité de Trabajos Históricos (1834), así como en Alemania, Leopold von Ranke (1795-1886) se erige como la figura del historicismo alemán. Debido a este paralelismo ante la Historia, la novela histórica tiene “un nacimiento acomplejado”, a decir de la académica Hebe Molina.3
Por su parte, esta modalidad narrativa se dedica a venerar a los próceres, los héroes que fundan la patria al darle independencia de una corona: Waverley, Ivanhoe, Ben-Hur, Rob Roy, los Tres Mosqueteros, Cromwell. Este género reconstruye la epopeya que ha hecho posible la patria o que la ha liberado del opresor. Por eso, en muchos sentidos la novela histórica tiene un fin didáctico, educativo y edificante para los lectores. Es el género que entra a la biblioteca familiar sin ningún tipo de censura.
RELATO PARA EL PRESENTE
Al ser un movimiento que pondera la lengua de la región, el Romanticismo se ocupa de los temas del país y de su geografía. También surgen las temáticas de las grandes pasiones y del heroísmo absoluto, lo cual será sobreexplotado por los best sellers históricos. Como tal, en valía la historia ficticia va a la zaga de la historia verdadera. Sin embargo, como señala la especialista argentina María Rosa Lojo, hay “una certidumbre de que la Historia no es ‘el hecho, sino el relato’ de hechos en sí inaccesibles. La novela se autopropone como ‘relato alternativo, otra versión’”. En muchos casos, la novela histórica busca corregir, confrontar o despejar incógnitas de la historia oficial, así como también recurrir a la historia —es decir, al pasado— para dar luz sobre alguna cuestión que se debatía en el presente inmediato.4 No en vano, Del Paso expresó en “La novela que no olvide”:
Me di cuenta, en lo que se refiere concretamente a ese episodio de la historia mexicana considerado no sólo por separado, sino en su relación con la actualidad histórica de México, de que existe en general una enorme ignorancia al respecto. Una ignorancia que abarca un espacio mucho más vasto del vacío, por así decirlo, y que implica la falta de una conciencia histórica que no puede obtenerse sino mediante la depuración de la versión oficial de la historia.5
Y, al hablar de su obra en la Universidad de Notre-Dame, señaló:
[…] me propuse descubrir hasta qué punto en esas tres novelas —consideradas en su conjunto— se destaca la inmovilidad de numerosos aspectos de la vida política y social de México, nada más que por contraste —o sobre todo— frente a los cambios que sí han ocurrido y continúan ocurriendo, por culpa del imperialismo, por culpa nuestra y por culpa del siglo, y que sin duda han afectado de manera profunda a la sociedad mexicana.6
A fin de respaldar esta perspectiva, Del Paso se apoya en una cita de Lukács. La novela histórica, en sus mejores manifestaciones, no inventa: interpreta y clarifica. Es decir, “[el] descubrir los pies de barro de nuestros héroes y en pocas palabras [mostrar] cómo ha sido pervertida la historia, me decidió a crear, para mi novela, su propio modelo.”7 Sobre eso concluye que quiso: “enseñar la verdad histórica que he aprendido. Me decidí a no olvidarme de toda esa información y a tratar de transmitirla en un libro que no quiero que sea historia novelada ni novela histórica aunque sea ambas cosas.”8
La historia no es el hecho, sino el relato de hechos en sí inaccesibles. La novela se autopropone como relato alternativo, otra versión
Además, comprendió que la investigación histórica le sería de gran utilidad, pues lo dotaría de un camino sólido en su trabajo, por lo cual considero que Noticias del Imperio está influida por la novela histórica francesa del siglo XIX. En este caso se aproxima a obras como Les Misérables y Notre-Dame de Paris, de Victor Hugo, Le Comte de Monte Cristo y Les Trois Mousquetaires, de Alexandre Dumas. En todas estas obras hay ejemplos significativos de la novela que dialoga con la historia (como narrativa y conservación de los hechos trascendentes de la sociedad), y con la historiografía (las distintas formas de llevar un registro escrito y una interpretación de estos sucesos ante el vacío de la verdad oficial), pero que busca cumplir otros objetivos a partir de la ficción imaginativa. Actualmente, Mario Vargas Llosa habla de que la novela de ambientación histórica acerca la historia al gran público. Mientras la historia, como materia, es cada vez más especializada, la literatura, por su parte, da espacio a una amalgama con la ficción.
SONDEAR UN MOMENTO CLAVE
Según Seymour Menton, Noticias del Imperio forma parte, en muchos sentidos, de una nueva novela histórica que puede ser analizada a la luz de las obras francófonas antes citadas. Al ser la Intervención francesa la columna de la historia, Del Paso crea un vínculo directo entre Francia y México. El autoproclamado Segundo Imperio Bonapartista (1852-1870) fue una dic-tadura originada por el Golpe de Estado de 1851, de pésimos resultados para el desenvolvimiento de ese país y cuyas nefandas repercusiones llegaron hasta el nuestro. En Europa, el siglo XIX estuvo colmado de invasiones, guerras, imperios, revoluciones y restauraciones que se sucedían con la rapidez de algunos meses o semanas. Especialmente si observamos una continuidad en la Intervención francesa y austriaca de 1862-1867 hasta el asesinato del archiduque Francisco Fernando —sobrino de Maximiliano— en 1914, podemos colegir que hubo una cadena de sucesos que ya vislumbraban un siglo tan violento como lo fue el XX.9 Por lo tanto es posible colegir que una de las aportaciones de Noticias del Imperio es que representa críticamente ese mundo, discute las ideas de la época, deconstruye las figuras históricas y expone una documentación amplísima de ese episodio del siglo XIX. Desde luego, observa el fenómeno de la Intervención desde su presente, y a la vez arroja luz sobre el episodio histórico.
Fernando del Paso pone sobre la mesa el tema que permeó el siglo XIX: si los mexicanos somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos o si requerimos de un gobierno extranjero que nos rija
Ya que hemos situado la novela histórica a finales del siglo XVIII, podemos ubicar los libros que novelaban la historia a finales del siglo XX como una nueva novela histórica, en tanto reconocen las obras pioneras, las han estudiado, pero en poética, técnica y contexto ya son diferentes; incluso las emulan, pero en clave de derrota. Gabriel García Márquez con El otoño del patriarca, Alejo Carpentier con El reino de este mundo, Reinaldo Arenas con El mundo alucinante, Mario Vargas Llosa con La guerra del fin del mundo y Tiempos recios, así como Fernando del Paso, son prueba de ello.
Del mismo modo, la tesitura de la novela contrasta la corriente natural de las novelas históricas, al no replicar “la historia verdadera”10 ni aleccionar sobre los ideales del hombre blanco invasor o imponer “el proyecto de dominación del orden burgués”,11 como señala la teórica Doris Sommer. Reitero, se ha escrito la nueva novela histórica como un medio de reflexión, un sondear en algún momento clave, para encontrar una posible solución al presente.
Ya no se trataba de educar las subjetividades, como antaño, mediante la representación de la epopeya nacional, sino orientarse —u orientar al lector— con respecto a alguna cuestión política nacional. Como nueva novela histórica, y también como novela política, Del Paso pone sobre la mesa el tema que permeó el siglo XIX, si los mexicanos somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos o si requerimos de un gobierno extranjero que nos rija, ya sea conservador o liberal, pero extranjero al fin; uno que pretenda civilizarnos o salvarnos de nosotros mismos. El hecho de que Del Paso se lo planteara entre 1977 y 1987 —tiempo de redacción de la obra— se puede relacionar con los años introductorios del neoliberalismo y la discusión acerca de si México (y los demás países latinoamericanos) eran capaces de dirigir su propia economía o requeríamos de Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.12
Como tal, Noticias del Imperio también destaca por tener una postura crítica, en su momento, frente a cuestiones que ya se habían planteado en épocas pasadas, como el imperialismo y las intervenciones militares. Para redondear la idea hay que señalar: si bien la novela histórica o la nueva novela histórica parten de un relato, cada autor busca la forma particular de escribirlas, por lo cual no se puede hablar de una sola poética para este género literario. El propio Scott buscaba que fuera un género versátil y experimental en todos los sentidos.
SILENCIOS, VACÍOS, HUECOS
El móvil de Del Paso, como ya vimos en su ensayo “Un siglo y dos imperios”, radicaba en combatir la ignorancia que existía acerca de ese episodio, aunque también estaba en sus planes dar una versión más vasta: complejizar la discusión respecto a la Intervención francesa frente a varios historiadores y varios "corresponsables”. Él mismo menciona que los cronistas de otras regiones fallan en su diagnóstico de México:
Leer los libros de Chevalier, de Coindet o de la inteligente Frances Erskine Inglis —la célebre Marquesa— es una experiencia fascinante y desoladora a la vez. Se trata, claro está, de puntos de vista de europeos que desconocían el modo de ser del mexicano, sus tradiciones, sus convencionalismos sociales, su cultura. Se trata, sobre to-do, de opiniones que, sin pena ninguna, podemos calificar como imperialistas.13
La circunstancia lo impulsaba a investigar y escribir su obra. Como él mismo decía: “me casé con la literatura, pero mi amante es la historia”, y yo agrego la política, que también lo enardecía. Según explica María Rosa Lojo:
En ese punto neurálgico: el presente, la novela proclamada histórica confluye con la política. Y aunque ya no se tome partido en forma más o menos ingenua, al modo de los novelistas decimonónicos […], se apela al aquí y ahora, desde y por el relato del pasado, y se exhiben los nudos problemáticos.14
Creo importante recalcar la manera en que Noticias del Imperio cambia la versión oficial de Carlota, Maximiliano y Juárez, a la manera en que Dumas alteraba los acontecimientos. Es a partir de los silencios, los vacíos y los huecos que deja la Historia, que este tipo de novelistas crean su historia, pues basados en hechos reales exponen las subjetividades, imaginan conversaciones, especulan respecto a pasiones y actos impulsivos de los protagonistas. Del mismo modo juegan intercalando personajes secundarios, algunos reales, otros ficticios, inventan cartas, descubren accidentes militares, y de ese modo, dan la oportunidad de narrar “la biografía íntima de los países”, tal como pretendía Balzac. Del Paso mostró respecto a esto una postura muy estricta, debido a que la licencia para falsear a los personajes históricos se la otorgaba conocerlos a tal grado que su voz tendría que pasar por la criba de la verosimilitud, un tamiz personal. Una criba que él había desarrollado con el estudio pormenorizado de la historia durante centenares de horas.
Notas
1 Palabras leídas en el homenaje al maestro Fernando del Paso, el 6 de abril, 2021, en El Colegio Nacional, gracias a la invitación de Juan
Villoro, Carmen Villoro y la familia Del Paso.
2 María Rosa Lojo, “La novela histórica en la Argentina, del romanticismo a la posmodernidad”, Cuadernos del CILHA, Universidad del Cuyo, Argentina. Consultado el 9 de febrero, 2023: https://www.redalyc.org/pdf/1817/181730583005.pdf, p. 39.
3 Hebe Molina, “Un nacimiento acomplejado: Justificación de la novela en el contexto decimonónico argentino”, Alba de América, vol. 25, núms. 47 y 48, julio, 2006, pp. 457-466.
4 María Rosa Lojo, Op. cit., p. 38.
5 Fernando del Paso, “La novela que no olvide” en Obras III. Ensayo y obra periodística, UNAM / COLNAL / FCE, México, p. 958.
6________________, “Un siglo y dos imperios” en Ibidem, pp. 1017-1018.
7 ________________, “La novela que no olvide”, Op. cit., p. 959.
8 ________________, Ibidem, p. 961.
9 Eric Hobsbawn, Historia del Siglo XX. 1914-1991, traducción de Juan Faci, Jordi Ainaud y Carme Castells, Crítica, Barcelona, 2003.
10 María Rosa Lojo, Op. cit., p. 43.
11 Doris Sommer, Foundational Fictions: The Na-tional Romances of Latin America, University of California Press, Berkeley / Los Angeles / London, 1993.
12 Hay una historia por contar sobre Fernando del Paso mientras trabajaba en la BBC de Londres y se abstenía sistemáticamente de dar notas sobre la guerra de las Malvinas. A quien interese el tema le sugiero acercarse a su obra El va y ven de las Malvinas, en el Fondo de Cultura Económica, colección Centzontle, 2017. De la misma manera, Del Paso tuvo una actitud antiimperialista que dejó huella en su tomo Bajo la sombra de la Historia, también del FCE.
13 Del Paso, Op. cit., p. 1018. Las cursivas son del maestro Del Paso.
14 María Rosa Lojo, Op. cit., p. 48.