Mi cerebro se divide en varios compartimentos.
Las escenas de la infancia van al fondo, junto a los poemas que aprendí de memoria en la primaria, el frío del quirófano de cuando me extirparon las anginas. En una esquina la voz de mamá, el olor a lavanda de papá, las escaleras de caracol de mi antigua casa. En un rincón están los viajes, las playas, ciudades, montañas. En otro las veces que enfermé, las alergias y las decenas de inyecciones que me aplicaron. En un área que no me gusta visitar están las despedidas. El cajón de la memoria destinado a quienes fueron mis amores es musical. Los evoco con canciones, cada uno con la suya. Las escucho, regresan los detalles, emociones y experiencias que pasé al lado de ellos. Vuelve el día del primer encuentro, cuando nos enamoramos, el concierto al que fuimos, el viaje en coche, las pláticas que no acababan, las noches infinitas.
La melodía es el color inolvidable de sus ojos, los acordes, la textura de los cuerpos. Sus manos me tocan al rasguear la guitarra, las notas del saxofón brotan de las bocas con las que fui besada, la batería resuena entre sus brazos. El teclado me acaricia como ellos.
Se fue, me quedé sola y triste escuchando
el suave piano de Satie. Cómo lo voy a olvidar
A UNO LO CONOCÍ cuando pasó el temblor, un bajo y Cerati salían desde el estéreo del automóvil convertible. Más que la tierra, lo que se estremeció fue mi cuerpo al atreverme a decirle cuánto me gustaba. Fui la sweet child o’mine de aquel novio rockero de pelo largo. Me dio una rosa roja, me apuntó con la mano como si fuera pistola, así se me declaró. Gymnopedie No.1: vivía fuera de México, un novio me visitó por varios días. Se fue, me quedé sola y triste escuchando el suave piano de Satie. Cómo lo voy a olvidar si volamos con los ángeles azules. La habitación estaba oscura como la pieza de Leonard Cohen que le enseñé a otro. No estaba en París ni había luna llena, pero conocí al hombre lobo que me devoró. Fui virgen nueve veces con un extranjero, disfrazada de Madonna. Si “No satisfaction”, bye, bye.
Hoy te mandé una lista de canciones, las que oímos una y otra vez y nunca nos cansaron. Se tratan de nosotros, cuentan nuestra complicada historia. Cuando mañana ya no estemos juntos ponle play. Sentirás una vibración por dentro, el ritmo va a acelerarte el corazón, con la piel erizada añorarás los besos que nos dimos a escondidas. Sabrás por qué me fui, y esas canciones serán tu maldición.
* El resto es histeria.