Querido lector (a)

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

En la foto: David Bowie
En la foto: David Bowie Foto: Imagen: davidbowie.com

EL OFICIO DE LA LITERATURA es un camino arduo.

La mayoría de las veces suele ser bastante ingrato, aunque también obsequia algunas satisfacciones. Gracias a él he conocido a muchas personas que jamás se habrían cruzado conmigo si se me hubiera ocurrido dedicarme a la paleontología. Lectores como tú, y otros tantos, que me escriben por las redes sociales para manifestarme su cariño. Muestras de afecto que no estoy seguro de merecer, pero que agradezco en su inmensa generosidad.

PUEDO SENTIRME AFORTUNADO de contar con un grupo fiel de seguidores. No pecaré de falsa modestia para decir que son cinco o seis, pero tampoco caeré en la pedantería de equipararme con J. J. Benítez. Lectores con los que he establecido cierta conexión. Que se identifican con los personajes de mis cuentos. Cuando comencé a escribir jamás pensé que algo así ocurriría. Que la gente me buscara para decirme que aman a mis criaturas tanto como yo.

Una de las satisfacciones más grandes que me ha dado la escritura es que personas que nunca habían leído se hayan acercado a la literatura a través de mis libros. El año pasado en la feria de Chihuahua un chavo me confesó que en su vida había asistido a la presentación de un libro. Que la mía era la primera. Y tenía más de treinta años. Los autores siempre anhelamos premios, buenas reseñas y que nos inviten a todos los festivales de literatura. Sin embargo, nada te llena más de orgullo que recibir esa clase de elogio.

Algo de lo que me he percatado, platicando con mis lectores, es que mi público no lo conforma únicamente el consumidor de literatura promedio. Muchos de mis lectores no compran libros de manera habitual. Ni están

al tanto de lo que ocurre en el campo literario. Ni visitan librerías con frecuencia. Es un fenómeno que no puedo explicar. Estoy convencido de que si me hubiera propuesto provocar ese efecto no lo había conseguido.

Me alegro que así sea. Ah, la bendita palabra y su misterio.

Cuando comencé a escribir jamás pensé que la gente amara a mis criaturas tanto como yo

En El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Bukowski asevera: “El mejor lector y el mejor ser humano son los que me recompensan con su ausencia”. Entiendo las reticencias del viejo Hank. Algunos lectores se han molestado conmigo porque no acepto la invitación a echar la chela. De mamón no me bajan. Pasan de la buena ondez a la mentada en segundos. Los escritores no siempre disponemos del tiempo que quisiéramos para responder a todos los mensajes. Pero con algunos lectores que he coincidido he establecido una relación sólida.

Con el tiempo he llegado a considerarlos mis amigos. Hemos acudido a conciertos juntos. Si hubiera adoptado la perspectiva de Bukowski esas personas no estarían en mi vida.

EN EL CAMINO UNO PIERDE y gana lectores. Algunos caminan contigo. Otros no. Es algo inevitable. Algunos lectores me han abordado en mis presentaciones para decirme que no les gustó tal o cual de mis libros. Aplaudo su sinceridad. Te mantiene con los pies en la tierra. Nunca echo los comentarios en saco roto. Al contrario. Me esfuerzo para reconquistar a ese mismo lector a mediano plazo.

La misión en adelante consiste en escribir un libro tan bueno que atraiga hasta al más escéptico.

Querido lector, yo también soy un lector. Y como tal me gusta crear lazos especiales con los libros. Conozco esa sensación. Y que tú establezcas vínculos de ese tipo con mis historias me hace sentir contento. Eso que otros autores me hicieron sentir a mí ahora yo he podido hacérselo sentir a ustedes. Mientras esa cadena se mantenga viva, la literatura no morirá. No importa que no pase por un momento de gran popularidad. No importa que los que nos dedicamos a escribir tengamos que partirnos en dos. En tres, en cuatro. Para continuar en la tecleadera.

Así que, querido lector, te dedico esta carta abierta, a ti y a todos mis otros lectores que no se cansan de echarme porras, para agradecerles por hacerme sentir cobijado. Desde que incursioné en la literatura han abundado los momentos difíciles. Ha sido duro, durísimo. Como lo es para la mayoría de los escritores. Han abundado las dudas, los tropiezos y las flaquezas. Pero saber que cuento con ustedes ha sido muy importante. En una época en la que el libro no atraviesa por su mejor momento es la mayor de las recompensas.

Querido lector, gracias por adoptarme, salud.