"Réquiem a un niño"

"Réquiem a un niño"
"Réquiem a un niño"
Por:

PARÁFRASIS DE ERNESTO DE LA PEÑA 

¿Para qué me he buscado un nombre mío

y he dicho perro, vaca y elefante

y he dicho cebra y otros,

si hace ya tanto que estoy lejos

y soy desde lo inmenso conocido?

El nombre que me lleva

asciende como hondura desde el agua

y fluye en todas partes. Y es Reposo.

¿Y es reposo saber que ya se ha sido

y que en objetos tiernos u ofensivos

se internaba la álgida presencia

para llegar a un rostro concebido?

... y estas manos estaban comenzando...

Os decíais a menudo: Ya promete...

y había ya prometido,

y esa promesa dulce que os hiciera

no me entristece ahora.

A veces, en mi casa,

me sentaba a mirar hacia algún pájaro

y me estaba sentado mucho tiempo.

¡Debiera haberme vuelto esa mirada!,

me iba elevando, me arrastraba

y seguía con los ojos bien abiertos.

A nadie había querido

porque tener amor era la angustia,

¿entiendes? entonces no era yo como nosotros

y era mayor que todo un hombre

y era,

como si fuese sólo yo el peligro,

y dentro de vosotros

era razón y médula y substancia.

Era razón pequeña. Y le otorgaba calles

y le otorgaba el viento. Y me seguía en la dádiva.

Pero que estemos hasta aquí sentados

bien juntos, todos, no he podido creerlo.

Estás hablando y riendo,

pero ni sois la risa, ni estáis presentes en el habla.

Ahora andáis vacilantes

y vacilante es todo,

menos el vino y el terrón de azúcar.

La manzana está inmóvil.

¡Cómo era delicioso el ir mordiendo

esa manzana dura y sustanciosa,

tocar la mesa, retener las tazas,

calladamente, para todo el año!

También eran muy buenos mis juguetes,

podían estar confiados junto a mí,

casi como otra cosa, mas nunca tan callados

y se alzaban en vela consistente

como en medio de mí y de mi sombrero.

Era un caballo de madera, un gallo,

la muñeca con una sola pierna

por la que tantas cosas realizaba.

Cuando veían el cielo, lo achicaban

y bien pronto lo supe al observarlos:

¡qué solo está un caballo de madera!,

pueden hacerlo de cualquier tamaño,

lo pintan y lo arrastran

y se llena de golpes en el suelo.

¿Por qué no fue mentira decir que es un caballo?

Porque, aunque poco, se sentía de vida,

velludo, musculoso, en cuatro patas.

(¿quizá como si fuera a hacerse hombre?)

¿no era un trozo de palo en esta forma

que se quedaba tieso en el silencio

y que ponía su rostro indiferente?

Apenas hoy entiendo que siempre me engañaba.

Como había murmurado en otro tiempo

hoy murmura este arroyo al contemplarlo

y salta igual que yo, cuando saltaba.

Donde veía un sonido, resonaba

y era la fuente de esta resonancia.

Así me he abierto a todo y, sin embargo,

este todo sin mí, vivía contento

y ahora se ha puesto triste

cuando siente que pendo de su cuerda.

De pronto, me cercenan...

¿Va a empezar la pregunta,

voy a aprender de nuevo?

¿Debo decir acaso cómo todo está junto de vosotros?

Entonces, me acongojo.

¿La casa? Hoy la entiendo mejor y así los cuartos

que están en su existencia ante mis manos.

Pero, Madre: ¿qué era el perro en verdad?

Hasta el hallar semillas en los bosques

me parece un hallazgo formidable.

¡Si vinieran a mí los niños muertos

para jugar conmigo!

Pero están siempre con su muerte.

En su aposento yacen, como yazgo hoy aquí

y nunca más se alivian. ¡Cómo suena esto aquí!

¿Tiene sentido?

Aquí, donde estoy solo,

no hay nadie, créelo, que esté enfermo.

Desde mi mal, todo esto es largo...

Todos somos aquí como bebida fresca,

pero no he visto aún a aquellos que nos beben.