En la historia de la Ciudad de México algunos nombres resultan indisolubles de sus calles. La mayoría aparece a través de obras monumentales que se impusieron en su paisaje de forma contundente, construyendo a la vez figuras titánicas de la arquitectura mexicana, como Mario Pani o Pedro Ramírez Vázquez. La de Sordo Madaleno ha sido una presencia algo más sutil, quizá incluso menos histriónica, pero su nombre se perfila entre los que dejaron una huella indeleble en nuestra forma de habitar la urbe. Así lo demuestra una nueva exposición en el Palacio de Iturbide de Fomento Cultural Citibanamex: bajo el título Transformación urbana, da fe del legado de Sordo Madaleno Arquitectos en la fisionomía de México en su tránsito de la modernidad posrevolucionaria a un país contemporáneo y global, proceso en el cual este despacho arquitectónico ha sido actor central.
AL RECORRER EL CLAUSTRO del palacio virreinal, hito arquitectónico en sí mismo ubicado en la calle de Madero, en el Centro Histórico capitalino, queda patente el rol de Sor-do Madaleno en la conformación de nuestras ciudades. Se trata de una muestra que, si bien no se propone hacer un recuento cronológico ni monográfico, pues establece más bien ocho núcleos temáticos, es exhaustiva en su revisión de lo que este despacho ha significado para el espacio que habitamos. Del universo de 450 proyectos realizados, la exposición presenta una selección de 62 obras construidas y 70 en desarrollo actualmente. Aquí de nuevo vale la pena regresar al comparativo inevitable con aquellas figuras, ya de bronce, de la historia arquitectónica de México, pues mientras sus legados iniciaron y terminaron con ellos —como sucede con toda historia construida a partir de un Gran Genio, con largas sombras de las cuales resulta difícil alejarse—, el de Sordo Madaleno se ha logrado extender a lo largo de tres generaciones. De esta manera, la exposición celebra 85 años de Sordo Madaleno Arquitectos y, con ellos, de obras que han sido parte de nuestra vida cotidiana, también a través de varias generaciones.
Esto hace de Transformación urbana una exposición singular en cuanto a muestras de arquitectura se refiere. La continuidad generacional establece una visión única para el visitante, quien no sólo conoce testimonios del pasado constructivo del país, sino también de su presente e incluso del futuro, ya que se incluye tanto material de archivo como documentos, fotografías y planos, renders y maquetas de proyectos en proceso. Estos alcances panorámicos suelen ser difíciles de abarcar en la mayoría de las exposiciones de este tipo, centradas más en la historia y la biografía. Así, queda patente que Sordo Madaleno Arquitectos no sólo ha sido una herencia familiar, que ha pasado de abuelo a padre y después a hijo, sino también pone de relevancia que ha sido un despacho capaz de adaptarse a los cambios inherentes a toda ciudad, dinámica por naturaleza, al incidir de forma decisiva en ella.
LA CURADURÍA DE BARRY BERGDOLL hace énfasis en esta “participación en la metamorfosis de México”, como lo define en la publicación que acompaña la muestra, pero también señala cómo “Sordo Madaleno Arquitectos y el entorno construido de México se han influido mutuamente”. Es decir que la muestra explora relaciones recíprocas entre la arquitectura y su contexto. Si bien la Ciudad de México cobra un papel protagónico en esa historia y, por lo tanto, en la puesta en escena que se nos propone en el espacio expositivo, también destaca que no se trata de un despacho que sólo ha tenido presencia en la capital. Ese contexto al que hace referencia Bergdoll es también nacional e incluso global, pues Sordo Madaleno es una oficina de arquitectos con obra construida en 28 de los 32 estados de la República, además de presencia en cinco continentes.
El inicio de esta historia lo podemos rastrear a 1937, cuando un joven Juan Sordo Madaleno, en ese entonces un estudiante de arquitectura de 21 años, decidió abrir un despacho. México había atravesado una Revolución de la que aún se recuperaba económica y anímicamente, la cual había impuesto una inestabilidad política que apenas se empezaba a controlar. Diez años antes, el Estado mexicano —en la figura de Plutarco Elías Calles— había declarado la guerra a la iglesia católica: ello resultó en derramamiento de más sangre, incluida la del presidente electo (por segunda ocasión) Álvaro Obregón, y se había impuesto el maximato. La situación en el extranjero no pintaba mejor, con las dictaduras al alza en Europa, estragada por la Primera Guerra Mundial.
La situación no era propicia para una empresa como la concebida por Juan Sordo, sin embargo, el aire de cambio encontró una de sus mejores expresiones en las artes y, particularmente, en la arquitectura. La Revolución se perfilaba como brújula en el camino hacia la construcción de un nuevo México y los refugiados que llegaron a nuestro país huyendo de los totalitarismos europeos trajeron consigo nuevas miradas. El impulso creativo se vio favorecido al poco tiempo por una nueva bonanza económica derivada de la Segunda Guerra Mundial: el milagro mexicano.
la muestra explora relaciones entre arquitectura y contexto. Si bien la Ciudad de México cobra un papel protagónico, destaca que se trata de un despacho con obra en 28 estados, en cinco continentes .
LA RUTA ESTABA YA PAVIMENTADA para que un arquitecto con la sensibilidad de Juan Sordo Madaleno formara parte de la modernización del país. Se involucró en uno de los proyectos de mayor envergadura en nuestra historia constructiva: Ciudad Universitaria, el nuevo campus de la UNAM. Además, en 1953, Sordo participó con José Luis Certucha y Luis Martínez Negrete en el diseño del Instituto de Geología. A los pocos años firmaba otras obras públicas de relevancia para la fisionomía de la capital, entre ellas la Dirección de Policía y Tránsito del entonces Departamento del Distrito Federal (1956) y el Palacio de Justicia (1964). De la primera, en las fotos exhibidas salta a la vista la forma en la que Sordo Madaleno se perfilaba como una oficina de arquitectos que, a diferencia de otras, no se imponía, sino buscaba dialogar con su entorno. De esos mismos años también destaca en la muestra el hotel Presidente, en Acapulco (1958), donde se aprecia que de nuevo el contexto tiene un rol preponderante. A oficinas, hoteles y viviendas privadas se sumaron proyectos industriales, entre ellos los de las fábricas Merck Sharp & Dohme (1960) y Cartuchos Deportivos (1962). De ese modo se conformó el amplio abanico de intereses y especialidades que distingue hoy a Sordo Madaleno Arquitectos.
En este diálogo con las ciudades y sus habitantes, un proyecto en particular salta a la vista en el recorrido: la propuesta de Juan Sordo para el Paseo de la Reforma. La avenida capitalina más icónica aparece modificada bajo su lápiz en un ejercicio que podríamos calificar de utopista: lo que ahí se nos presenta es una ciudad imaginada, que nunca fue. No deja de ser interesante observar las soluciones que proyectó con miras a mejorar la experiencia urbana ante las problemáticas que ya desde entonces la ciudad comenzaba a padecer. Al observar esa propuesta, a todo amante de la Ciudad de México lo invade la nostalgia por lo que pudo haber sido.
Esa capacidad para entender qué significa lo urbano, a la vez adaptándose a las necesidades específicas de cada espacio y proyecto, figura como cualidad destacada de la firma. A medida que vamos explorando cada núcleo, los usos mixtos se muestran como una de las propuestas insignia del despacho y también de su decisión para seguir manteniéndose relevante en las ciudades actuales, que constantemente cambian de piel. De este modo, las viviendas con comercios en planta baja o las oficinas dentro de centros comerciales aparecen como respuesta a la acelerada densificación de las urbes de mitad del siglo XX en adelante y a la cultura del automóvil, que tomó carta de naturalización en nuestro país en la misma época, como destaca el curador. A partir de la incorporación de Javier Sordo Madaleno Bringas al despacho, estos proyectos privados comenzaron a cobrar un lugar más central, pero no por ello se trata de obras menos públicas, pues por ellas transita la cotidianidad de la mayoría de los mexicanos, ya sea en su vida personal a través de conceptos de vivienda, o pública, si se consideran proyectos comerciales, turísticos o laborales. Hoy, con los nietos de Juan, es decir, Javier y Fernando, la exposición resalta que Sordo Madaleno Arquitectos continuará incidiendo en nuestra historia individual —así, con “h” minúscula, a nivel de calle.
Esta historia es narrada en Transformación urbana gracias a un hallazgo completamente fortuito, que ha iniciado un nuevo proceso dentro del despacho. En 2017, mientras se llevaba a cabo la mudanza de la oficina de Paseo de la Reforma a Plaza Antara, corporativo realizado por la propia firma, brotaron un sinfín de documentos, planos, dibujos y fotografías resguardados tiempo atrás en un cuarto de aire acondicionado. Una vez que las cajas fueron abiertas y se despojó el polvo pudo verse que era el archivo de Juan Sordo Madaleno, es decir, la base sobre la cual se habían construido muchas décadas de trabajo.
“Al ver el archivo nos dimos cuenta de que era un descubrimiento valioso. Se trataba de la columna vertebral y lo que le da sustento a la oficina, toda la historia puesta en papel. Así, el archivo histórico se tomó también como columna vertebral de la exhibición”, explica Rosalba Rojas, directora de la Fundación Sordo Madaleno (FSM), en entrevista para El Cultural. Ante el hallazgo comenzó la tarea de dar forma al archivo, identificar qué había, no sólo en cuanto a materiales y soportes (dibujos, correspondencia, planos, fotografías, entre otros), sino también a qué proyecto correspondía cada cosa. A esa labor siguió su limpieza y estabilización, para posteriormente pasar a los procesos de catalogación y resguardo, y ahora, tras seis años, su digitalización.
ÉSTA NO ES UNA TAREA FÁCIL, se trata de un universo de más de 120 mil ítems, el cual se sigue alimentando día con día. “El archivo histórico es un material finito, es decir, se podrá encontrar un poco más en otras fuentes, pero lo que tenemos es realmente lo que quedó, aunque por otro lado, cada día se está generando nuevo material”, continúa Rojas, quien además detalla que al momento cuentan con doscientos arquitectos y profesionales de otras disciplinas que trabajan en ochenta proyectos, todos en curso, si bien en diferentes etapas. “Ése es un reto muy importante dentro del archivo: seguirle el paso al taller. A eso le llamamos archivo vivo, se trata de la documentación actual del proceso creativo de los proyectos en curso”, añade. Para la funcionaria, ésta es una labor nodal que se debe llevar a cabo como archivo, ya que en su momento será también histórico: “Habrá en un futuro alguien que quiera recuperar ese conocimiento y qué mejor que dejarlo perfectamente en orden, bajo ciertos criterios, para salvaguardar esa historia”. Enfatiza también que “no se trata de tener sólo la auténtica versión final del proyecto —porque cada uno tiene mil versiones, mil nombres, mil cambios—, sino todo el proceso. En ca-da intento hay un aprendizaje muy bueno, entonces vale la pena tener todo documentado”.
En 2017, mientras se llevaba a cabo la mudanza de la oficina brotaron documentos, planos, dibujos y fotografías resguardados en un cuarto de aire acondicionado
La pregunta sobre el futuro fue una reflexión detonada por el descubrimiento del archivo, que cuestionó lo que podría significar más allá de la conservación del pasado de Sordo Madaleno Arquitectos y de la historia arquitectónica del país. De esta manera, en paralelo a conformar el archivo propiamente dicho, se inició el proceso de crear una fundación que tuviera como eje ese material, pero cuyos alcances puedan abarcar más horizontes. “Nos motiva no sólo reconocer a todos los que han contribuido en esta oficina, sino a la vez compartir nuestro conocimiento por la convicción que compartimos sobre el poder de transformación que tiene la arquitectura. Buscamos que la Fundación Sordo Madaleno sea el hilo conductor para honrar el pasado, tener claro el presente y desarrollar el futuro”, compartió el arquitecto Javier Sordo Madaleno Bringas al inaugurar la muestra en el Palacio de Iturbide.
Tanto la muestra Transformación urbana, como la publicación homónima que la acompaña, se convirtieron así en la carta para presentar al público la Fundación Sordo Madaleno, pero es tan sólo una de sus posibles salidas, pues se trata de un esfuerzo todavía en construcción y que incluirá también componentes educativos y sociales, como think tanks que ofrezcan soluciones a las problemáticas que enfrentan las ciudades en la actualidad y becas para el desarrollo académico, las cuales se anunciarán más adelante en el año. Además se está trabajando en el desarrollo de proyectos de difusión, tanto en formatos expositivos como editoriales; todo esto se fundamenta en la investigación que arroje el propio archivo y los ejes que en él confluyen.
Si bien la FSM lleva cinco años conformándose en torno a estos objetivos, su creación no marca la primera vez que se contemplaba la idea de constituir un brazo de responsabilidad social dentro del despacho. “La idea de hacer una fundación viene de muchos años atrás, porque constantemente se han hecho proyectos sociales desde la oficina, siempre ha habido un interés por involucrarse con las comunidades y regresar un poco del éxito que tiene la oficina”, puntualiza Rojas.
Una manera de retribuir lo cosechado es poner el archivo a disposición del público a través de una plataforma digital, que ahora mismo está en desarrollo. El acceso al conocimiento se convierte así en un pilar de este brazo del despacho, uno de cuyos intereses principales radica en eliminar los obstáculos institucionales que suele haber en la consulta de este tipo de acervos. “La filosofía de la FSM es que sea muy abierta, de mucha colaboración”, enfatiza Rosalba Rojas. “Queremos que todo lo que se digitalice sea de libre acceso al público en general, que toda la gente pueda investigarlo, no sólo arquitectos o estudiantes”.
A TRAVÉS DE ESTE ACERVO en línea se pretende también fomentar la puesta en valor de la arquitectura mexicana, según lo señaló el director de Comunicación de la Fundación, Juan José Kochen, en entrevista para El Cultural: “Estamos en cierta medida anclados en el patrimonio, entendido como patrimonio artístico inmueble; se trata de valorar los edificios modernos de una época específica. A veces la producción es tanta que no le damos suficiente valor y las obras desaparecen; además ahora se modifican edificios muy fácilmente. Entonces también seguimos una lógica de valorar esa arquitectura moderna que tuvo una producción relevante en México. La creatividad tan pujante que tiene el despacho está de continuo fincada en esta investigación y son los primeros que valoran este origen histórico de la oficina”, comenta. A través de la historia tanto como de los proyectos en proceso se busca detonar reflexiones sobre la velocidad vertiginosa con la que la arquitectura moderna es destruida y sustituida, con miras a propiciar nuevos proyectos que puedan ofrecer otro tipo de soluciones. “La arquitectura tuvo en el pasado una connotación de permanencia y parece haberla perdido. Ahora no sabes si un edificio va a ser demolido en diez años, a pesar de estar en perfecto estado”, añade Rojas.
Entre sus objetivos, e incluso considerada en su constitución, el caso de la FSM se ha vuelto muy singular den-tro del panorama mexicano. “Vale la pena tomar en cuenta su contexto en un mundo de arquitectos”, enfatiza Kochen. “Hay buenas analogías con fundaciones dedicadas al arte, pero en arquitectura la realidad es que este trabajo destaca, porque no hay muchas otras y menos es común encontrar que estén encabezadas por una oficina de arquitectura”, apunta. Hay algunos casos similares, pero todos fuera de las fronteras mexicanas. Están, por ejemplo, la fundación de Norman Foster o de Renzo Piano, y la creada recientemente en torno a la obra de Zaha Hadid, pero no todas cuentan con un acervo fácilmente accesible y mucho menos que esté disponible en línea.
En nuestro país, los archivos de arquitectos suelen encontrarse dentro de instituciones académicas y pese a ello a menudo son difíciles de consultar si no se es investigador o estudiante. “En nuestro estudio de casos análogos resulta impresionante ver que en el ámbito arquitectónico nacional el único archivo consultable, público y online al que puedes tener acceso es el que se llevaron a Suiza, el de Luis Barragán; no hay otro”, destaca Kochen. El carácter transgeneracional de Sordo Madaleno Arquitectos también es de notar en este sentido, lo que suma a su singularidad: “Pocas veces hay una generación que trasciende el trabajo del fundador, y por eso es un caso bastante único; estamos ante el desarrollo evolutivo de la arquitectura moderna en el tiempo”, concluyó.
El carácter transgeneracional de Sordo Madaleno Arquitectos es de notar, lo que suma a su singularidad: Pocas veces hay una generación que trasciende el trabajo
del fundador, es un caso bastante único
Socializar el archivo se ha convertido en uno de los objetivos centrales de la Fundación, de manera que esta exposición museográfica es tan sólo una semilla, el primer acercamiento al público. En este sentido, también se ha propuesto ser más que sólo una muestra; al incluir la publicación complementaria ya mencionada se busca suscitar debate y análisis, a lo que se va a sumar un programa público dentro de las propias instalaciones del Palacio de Iturbide. Las actividades, que se llevarán a cabo en junio, se enfocarán en la transversalidad de Sordo Madaleno Arquitectos y, a la vez, abundarán sobre la arquitectura mexicana moderna, atendiendo temáticas como los vínculos entre arquitectura, arte y diseño, el patrimonio edificado, y desde luego también se discutirán los archivos arquitectónicos.
Esta primera muestra pública tanto del archivo como de la Fundación de Sordo Madaleno Arquitectos puede visitarse de forma gratuita hasta el 9 de julio en el Palacio de Iturbide, en un horario de 10:00 a 19:00 horas. Este espacio de Fomento Cultural Citibanamex se encuentra en Madero 17, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México. Sin embargo, vale la pena resaltar que no será la única ni la última vez que este acervo pueda verse en público, pues se está trabajando para que en un futuro cercano Transformación urbana itinere por estados de la República y, en paralelo, se están desarrollando nuevas propuestas de proyectos de investigación y exhibición que, eventualmente, deriven en crear un espacio físico para su consulta. Mientras tanto, proponemos a los lectores estar al pendiente del lanzamiento de la plataforma digital de la Fundación Sordo Madaleno.