Las preventas también son una marabunta que agota boletos y en seguida vienen Las Fases, como en el Hell & Heaven Metal Fest, donde un boleto VIP Fase 3 cuesta 9 mil 800 pesos. Urgen al seguidor a comprar antes o lo pagará caro. Ticketmaster le vende los boletos a ese hoyo negro llamado Citibanamex y éste los revende a sus tarjetahabientes, atorándolos un año antes o más. Sucedió con Dua Lipa y decenas de seguidores que compraron en preventa pero no pudieron entrar porque les clonaron los boletos. También los clubs de fans gozan de este beneficio, compran con anticipación a precios exclusivos y terminan como ventanillas de reventa. En ambos casos necesitas una tarjeta de crédito, paciencia, paciencia y más paciencia. La lucha por comprar boletos en línea es tan complicada que existen videos y artículos tutoriales en los que explican cómo conseguirlos. Si no tienes tarjeta de crédito eres Público General, cuando esos boletos salen a la venta ya están agotados.
Se acaban en minutos y se rompen récords de taquilla porque antes de la venta se los reparten la gente del espectáculo, mánagers, dueños de recintos, gerentes de mercadotecnia, embajadores de marcas, la preventa bancaria y la reventa oficial con una turba de bots. Acaparan prácticamente todo, 75 por ciento de los boletos que revenden hasta cuatro veces más caros. Operan en línea, en redes, en WhatsApp, en la calle y afuera de los recintos. Estos ojetes afuera de los foros son los más canijos y violentos, me consta en entrada propia. Al final, el Público General es el bailado y tiene que rifarse con los pocos boletos que sobran a precios estratosféricos. ¿Por qué se ha vuelto tan difícil y caro conseguir entradas para un concierto? Por el triángulo de mierda que mencionamos al inicio: Ticketmaster-CIE-Ocesa y su sistema de especulación, preventa, venta y reventa con cargos alucinantes.
La lucha por comprar boletos en línea es tan complicada que existen videos y tutoriales
ESTE SOBREPRECIO DE LAS ENTRADAS, además, convierte los conciertos en eventos impagables e inaccesibles para la mayoría. Si no tienes esas cantidades y careces de contactos que se muevan entre las marcas, las agencias de marketing y de relaciones públicas, estás a merced de la reventa. Valdovinos se jactaba de que con esta reventa se jubilaría, pero tras la demanda eliminó sus cuentas y desapareció. Nadie, salvo ella, ha explicado cómo consiguió los boletos. Pero parece que después del mame, en las redes no va a pasar nada. Y que la única forma de acabar con TKM es que nadie compre boletos. Eso tampoco va a pasar. Por lo que sólo queda decir: vete ALV, Ticketmaster.