Walter Sickert, un pintor del feminicidio

Al margen

Walter Sickert, El asesinato de Camden Town, 1908.
Walter Sickert, El asesinato de Camden Town, 1908. Fuente: Yale Center for British Art

Se dice que somos una gran nación literaria pero realmente no nos importa la literatura, nos gustan las películas y nos gusta un buen asesinato”.1 En 1934, Walter Sickert pronunció estas palabras en una conferencia en la Thanet School of Art. El artista británico conocía bien el tema; años atrás su serie sobre el asesinato de una prostituta en el barrio londinense de Camden Town había cobrado una importante notoriedad, por lo que también aseguraba que “el asesinato es tan buen tema como cualquier otro”. El discurso de Sickert es espeluznantemente vigente; cada vez que aparece un nuevo feminicida nos volcamos a seguir con minucioso morbo cada detalle de sus brutales crímenes, como si se tratara de un thriller. La obra del pintor también ofrece una mirada actual a las imágenes de la violencia de género.

SICKERT FUE UN PRESTIGIADO creador que había reivindicado la vida cotidiana y retratado a los personajes más relevantes de la vida pública del Reino Unido. Si bien la crítica se dividía ante sus cuadros, era frecuentemente halagado por sus contemporáneos. Su talento, por ejemplo, fue reconocido por Virginia Woolf; en un ensayo que dedicó al artista, la escritora asegura que en su obra vemos a un gran biógrafo que sabe resumir en una sola imagen la psicología de su modelo. A Woolf también se le antojaba novelista, advirtiendo en sus pinceladas un realismo dickensiano y una afinidad con Balzac. La comparación no es para nada descabellada: así como en Oliver Twist se nos describen las difíciles condiciones de la clase trabajadora de la Inglaterra decimonónica, las pinceladas de Sickert representan la urbanidad londinense del cambio de siglo.

Nacido en Munich en 1860, fue británico por adopción. Su carrera artística inició con la actuación para después integrarse al taller de James McNeil Whistler, renombrado pintor de su época. Fue gracias a ese trabajo que Sickert conoció a Edgar Degas. En 1883 viajó a París con un cuadro de su jefe bajo el brazo y una carta dirigida al impresionista en la mano. Las visitas a su estudio y la amistad que entablaron transformaría para siempre la visión de Walter Sickert sobre el arte, quien muy pronto sería reconocido como el primer impresionista británico.

A partir de su contacto con Degas, Sickert comenzó a interesarse por la vida urbana y sus personajes. Así como el francés pintaba a los alcoholizados parroquianos de los cafés parisinos, Sickert representaba la bohemia de los teatros que vieron sus primeros pininos en el mundo del arte y la cotidianeidad de las calles de Camden Town. Es ahí donde nuevamente vemos la influencia del realismo que Woolf encontró en su obra, pues siguiendo el ejemplo de los pintores que montaron estudios en el pueblo de Barbizon, Sickert lideró un movimiento artístico que haría lo propio en aquel barrio obrero y complejo del noreste de Londres. Fue ahí donde se obsesionaría con representar la intimidad de quienes habitaban los reducidos y oscuros interiores que se convertirían en su sello. También fue ahí donde entró en contacto con la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres.

Ella está en posición horizontal, su cuerpo en toda su vulnerabilidad; él, de atuendo intacto y en verticalidad

EL 12 DE SEPTIEMBRE de 1907 la noticia del asesinato de Emily Dimmock sacudió a Londres. La mujer, de quien se decía era trabajadora sexual, fue encontrada muerta la noche anterior por su pareja, Bertram Shaw. Había sido degollada en su cama en Camden Town. En una ciudad en la que aún rondaba el fantasma de Jack el Destripador, la muerte de Dimmock reavivó viejas heridas. También refrescó la memoria de la casera de Sickert, quien le confesó que siempre sospechó de un inquilino a quien le había rentado el mismo cuarto en el que vivía el pintor. Atrapado por la sospecha de su casera, Sickert le hizo un retrato al asesino dentro de su habitación. Quizá fue la idea de habitar la sombra del famoso criminal la que llevó a Sickert a obsesionarse con el caso de Dimmock.

A partir de 1908, el pintor dedicaría diversos lienzos y bocetos al asesinato de Camden Town. En ellos aparece siempre una mujer desnuda postrada en su cama con una figura masculina a su lado. Siempre vestido, el hombre a veces aparece sentado y otras, de pie. Si bien en las escenas no hay ninguna señal de violencia física, no es un desnudo femenino cualquiera. La postura del cuerpo de la protagonista es poco natural, con un brazo extendido que a menudo evoca la idea de un cuerpo inerte. El ambiente reflexivo nos revela el silencio después de la tormenta o el duelo de quien acaba de encontrar a su pareja sin vida. No sorprende que, a partir de los años setenta, la teoría de que Sickert era el mismísimo Jack cobrara popularidad entre investigadores y novelistas.

SI BIEN LA VERSIÓN más famosa de esta serie ahora es conocida como El asesinato de Camden Town, Sickert no siempre la expuso bajo ese título, sino que en un principio la nombró ¿Qué haremos con la renta? El cambio de título no necesariamente implicó un cambio en la narrativa; pone de relieve otra violencia, acaso más velada. El contraste entre las figuras resalta el poder que los hombres ejercen sobre las mujeres. Ella está siempre en una posición horizontal, pasiva e inmóvil, su cuerpo expuesto en toda su vulnerabilidad; él, de atuendo intacto y en verticalidad, tiene un capital económico y a la vez, la alternativa de emprender camino, salir de ese entorno opresivo hacia la calle. Por otro lado, la manera en la que el hombre la observa evoca el uso del cuerpo femenino como un producto de consumo masculino, usado para cubrir una demanda económica: la renta. Nosotros, como espectadores, también somos cómplices de esa mirada cosificadora que hace de la mujer un objeto desechable. Sea la escena de un feminicidio o de una pareja desesperada, la obra de Sickert refleja la cruda realidad de las mujeres en esos barrios donde reina la desigualdad; es el mundo que él buscaba mostrar en sus cuadros.

Nota

1 Citado en Lisa Tickner, The Camden Town Murder and Tabloid Crime https://www.tate.org.uk/art/research-publications/camden-town-group/lisa-tickner-walter-sickert-the-camden-town-murder-and-tabloid-crime-r1104355