Kendrick Lamar se convierte en el nuevo Dylan del siglo XXI

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Con la publicación de DAMN, el rapero de Compton, California, Estados Unidos, Kendrick Lamar se consagra como un escritor de altura salido del suburbio. Política, Dios, drogas y existencialismo son los temas que aborda en su último álbum.

Mientras Drake dominaba el mercado y Kanye West el ruido mediático, Lamar de 29 años de edad, quedaba a la sombra, como un artista para los creyentes del género. Las meteóricas ventas de este álbum y su fuerza lirica le sitúan como el gran cronista de la sociedad americana y una poderosa voz para el futuro. Y, otra vez, un artista negro conquista a la clase media blanca.

Todo ello por un disco con una horrible portada pero con un gran título (Maldita sea).

Sobre este trabajo, Lamar ha dicho al New York Times que “vivimos tiempos en que dejamos de lado un factor esencial de esto que llamamos vida: Dios.

Nadie habla de ello porque está en conflicto con casi todo en el mundo, incluyendo la política, el gobierno y el sistema. Es urgente hablar del tema”.

Cada corte del nuevo álbum lleva por título una palabra en mayúsculas, un concepto terminado en punto. Por ejemplo, BLOOD., LOYALTY., PRIDE., FEAR., GOOD., canciones en las que mezcla la Biblia con bromas de la calle, la genética y la mística. La sola presencia del texto sagrado en sus discos ya supone una poética nueva en un estilo poco dado al tema religioso: en este trabajo, cita el “Deuteronomio”.

En los primeros segundos del álbum, Lamar dialoga con una vieja ciega. Trata de ayudarla. Esta le dispara y le quita la vida aparentemente. No sabemos si después canta desde el cielo en la transición de un mundo a otro, pero tiene un mensaje que repite varias veces: “Lo que pasa en la tierra, se queda en la tierra”. Este es el lugar que nos debe importar, insiste.

“Es el Bob Dylan de esta generación”, dijo de él, Pharrell Williams, otro prolífero cantante, compositor y músico que ha trabajado con artistas de la talla de Madonna, Britney Spears, Snoop Dogg, Gwen Stefani, Drake, Justin Timberlake hasta Missy Elliott.

Contra FOX Y Trump. Lamar no sólo se enfrenta a los fantasmas de su conciencia, sino que combate enemigos reales. Los primeros que suben al ring contra él son los noticieros de Fox News.

La cadena ultraconservadora criticó abiertamente las letras de Lamar en las que denunciaba: “Odiamos a la policía cuando nos mata en las calles”.

El rapero interpretó esa canción durante la ceremonia de los Grammy en plenos disturbios raciales y causó un gran impacto en el país.

En DAMN introduce unos cortes de locutores de FOX expresando su “asco” por el tema. Uno habla sobre el conductor Geraldo Rivera, que ha declarado que el “rap ha hecho más daño a los afroamericanos que el racismo”.

Por último, en la canción “XXX”, el artista estadounidense ironiza sobre el control de armas. “Pensamientos homicidas, Donald Trump es presidente. Hemos perdido a Barack”.

Voz de causas sociales

Lamar ha ido tomando conciencia de ser un representante de la comunidad negra. Ya hizo suya la causa de Black Lives Matter, cuando una epidemia de policías blancos acabó con la vida de hombres negros desarmados.

Ya lanzó versos de esperanza a los suyos en un estribillo que después fue empleado en las manifestaciones como grito de protesta. “We’re gonna be allright (Vamos a estar bien) que se convirtió, en los tiempos en que todo es efímero, en una consigna duradera: lo más cerca que su país ha estado en las ultimas décadas de tener una canción protesta.

Incluso en su actuación de Coachellade interpretó “XXX.” en la que lamenta la violencia callejera que ha cobrado numerosas vidas de negros.

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