Más que un artista o icono del cine de oro mexicano, Pedro Infante figura entre los grandes mitos de la cultura popular nacional. Hoy ese mito ya pesa cien años y, como dice la letra de su propia interpretación, y sin embargo sigue unido a la existencia de muchos que se aseguran de hacerlo inmortal.
A 100 años de la voz más querida de México, el recuento del mito:
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1939, una emisora de radio local, la XEB, permitió a Pedro Infante iniciar su carrera como cantante
1942, Pedro encarna a Valentín Terrazas, valiente sinvergüenza que se juega la vida por la mujer de sus deseos en Jesusita en Chihuahua
1942, por única vez interpreta a un gachupín en La razón de la culpa, los resultados dejaron mucho qué desear
1943, Pedro consiguió grabar su primer disco, Mañana, el primer éxito en su carrera, su nombre comenzó a ser del dominio público
Pedro Infante llegó a grabar más de 300 canciones que no se bajan del agrado entre el público latino
1943, este año también lo vio nacer como actor en un papel irrelevante, hizo la voz de Antonio Badú en la melodía de la cinta La feria de las flores
1943, con el filme Viva mi desgracia, Infante propone al alcohol como elemento fundamental para la desventura amorosa en el cine mexicano
Se ganó a la audiencia por hacer papeles varoniles y de charros mujeriegos, perfiles humildes, sentimentales y nobles
1944, en la comedia Escándalo de estrellas, parodia al mundo de Hollywood como una “inconsciente” venganza por el tratamiento que La Meca del cine reservó a los actores mexicanos
A partir de este momento, Pedro Infante deja de vivir para el cine, el cine comienza a vivir para él, es ahora un protagonista absoluto y las películas son creadas sólo para su lucimiento
1951, en la línea de su infernal ritmo de trabajo, interpretó A toda máquina, Ahí viene Martín Corona y El enamorado
1952, le siguen Dos tipos de cuidado y Pepe el Toro
1954, Escuela de vagabundos y El mil amores
1955, El inocente
1956, Tizoc y Escuela de rateros, este año gana el Ariel a la mejor actuación masculina por el drama La vida no vale nada
Tras su muerte, Pedro Infante fue distinguido por su participación en Tizoc, con el Oso de Plata del Festival de Berlín (1957) y el Globo de Oro de Hollywood (1958)
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ag