Netflix alista la cuarta temporada de Black Mirror

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Foto: larazondemexico

En su cuarta temporada, que se estrena el próximo viernes en Netflix, el productor Charlie Brooker nos demuestra que la tecnología es igual de capaz de atraparnos que de liberarnos.

¿Hay alguien ahí afuera que siga teniendo una visión optimista de la tecnología? Es improbable. Estamos locos, pero no tanto.

Black Friday. pic.twitter.com/F42Jr3dDiE

— Black Mirror (@blackmirror) 6 de diciembre de 2017

Cuando “Black Mirror” empezó a emitirse en 2011 lo lógico era sentir entusiasmo respecto al futuro digital. Cada nuevo producto lanzado al mercado era algo parecido a una revelación, cada nuevo momento en las redes sociales nos acercaba a la interconexión total. Por eso era inevitable que el tecnoescepticismo satírico de la nueva serie, impulsado por el empeño del productor Charlie Brooker en convertir nuestras ansiedades en parábolas perversas sobre la relación entre el hombre y la máquina, resultara increíblemente transgresor.

Seis años después, a punto de que la cuarta temporada de “Black Mirror” llegue a Netflix –se estrena el viernes 29 de diciembre–, es imposible que sus profecías causen el mismo efecto.

En el mundo actual, después de todo, a nadie le sorprendería poner un día las noticias y descubrir que alguno de nuestros líderes políticos va a sodomizar a un cerdo y que vamos a tener ocasión de seguir el acontecimiento en directo por televisión; o que un grupo de “hackers” están amenazando a la ciudadanía con hacer públicos los secretos más inconfesables de su historial de navegación en Internet; o que una nueva empresa nos ofrece la posibilidad de incrustarnos un microchip en el cuello con el que grabar nuestras vidas y reproducir nuestros recuerdos a voluntad; o que un nuevo “software”, nos permite comunicarnos con los seres queridos que murieron creando un avatar a partir de la huella digital del difunto. Estamos perdiendo nuestra noción de la realidad.

El infierno que nos espera

Hoy sabemos que la industria tecnológica es el mal. Y somos conscientes del infierno que nos espera si seguimos dejando que avance sin freno, del todo indiferente a la decencia humana. Brooker a menudo describió su serie como un pronóstico de lo que nos puede pasar dentro de aproximadamente diez minutos si no vamos con cuidado, y no estamos yendo con cuidado. A punto de entrar en 2018, asolados como estamos por la rabia y la desesperación, podría decirse que vivimos en el interior de un largo episodio de “Black Mirror”.

En este contexto, ¿qué nos ofrece la cuarta temporada? ¿Es un nuevo recordatorio de lo horrible que el ser humano puede llegar a ser o, por el contrario, nos ofrece un rayo de esperanza? Ambas cosas, en realidad. Una mitad de los nuevos capítulos tienen resoluciones relativamente optimistas, y el resto se sirven de los típicos giros argumentales “brookerianos” para dejar al espectador sumido en el estupor y la angustia. En conjunto, eso sí, “Black Mirror 4” incorpora un elemento nuevo a la serie: un impulso de rebelión, y una inconfundible voluntad de supervivencia.

Dare to go where no one has gone before. pic.twitter.com/9oQceuzo2n

— Black Mirror (@blackmirror) 4 de diciembre de 2017

La nueva tanda de capítulos ofrece un nivel artístico irregular. Varios de ellos son deliciosamente imaginativos, otros plantean ideas potencialmente fascinantes que nunca llegan a materializarse de forma satisfactoria, y alguno es francamente mediocre. Pese a ello, de todos modos, “Black Mirror” no solo vuelve a dejar claro que su creador es un tipo lleno de buenas ideas, sino que se muestra más ambiciosa en términos estilísticos y estructurales que nunca antes.

dlm

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