Steven Spielberg rinde homenaje al periodismo

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Foto: larazondemexico

Steven Spielberg es una personalidad escindida, un director que más que a una generación pertenece a una encrucijada personal. Sus preocupaciones cinematográficas proceden de la intersección que forman la imaginación y ciertos intereses humanos y humanísticos que tienen que ver con las distintas trepidaciones de la historia, que le han dejado una diversidad de temas en la cartera de lo emocional en los que ha ido ahondando a lo largo de su filmografía.

“Lo único que espero es que nuestra película devuelva el interés del público por saber la verdad, por buscarla y defenderla y haga ver el esfuerzo que ello cuesta”

Steven Spielberg

Director de cine

Mientras Martin Scorsese o Francis Ford Coppola afianzaban sus carreras con unas epopeyas transidas de violencia primitiva, como El padrino o Taxi Driver, Spielberg apostaba por el naipe seguro del entretenimiento con ese exitoso órdago que resultó Tiburón (1975), que recuperaba la figura ancestral del monstruo como catalizador de viejos miedos atávicos.

A nadie le debe extrañar que Spielberg aceptara el reto de encararse con los inconvenientes de la inmediatez  para sacar adelante un guión que cuenta con suficientes elementos para un interpretación en clave actual, empezando por ese presidente Nixon/Trump, que identifica con una distante sombra en el seno de la Casa Blanca.

El actual presidente americano mantiene su particular guerra con los periodistas desde que irrumpió en el ruedo político. Los ha ninguneado, insultado y despreciado en televisión y las redes sociales. Ha procurado socavar su reputación a menudo, ha intentado evitar la publicación de libros sobre él y no ha vacilado en acusar y denigrar a los reporteros y los medios de comunicación que no se han mostrado dóciles ni sumisos con sus actitudes, comportamientos y políticas. Este contexto lo aprovechó Spielberg para brindar su personal oda al periodismo.

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