Mickey, el ratón que saltó a la moda, la política, el arte...

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Su nombre inicial fue Mortimer y nació durante un viaje en tren que realizaba su creador Walt Disney. Aunque su origen es disputado y se han creado infinidad de leyendas sobre cómo surgió, una cosa es cierta: nadie pensó que un “insignificante” ratoncito llamado Mickey  se convirtiera en un emblema a nivel mundial.

En lo que sí coincide la historia, y su creador, es en la fecha oficial: el personaje surgió un 18 de noviembre de 1928, y sus primeras descripciones, cuando la inspiración llegaba tras horas de trabajo de bocetar dibujos y para darle forma y personalidad a Mickey, era la siguiente: “su cabeza era un círculo con otro círculo a modo de hocico. Su cuerpo era como una pera y tenía una cola larga; sus patas eran tubos y se las metimos en zapatos grandes para darle el aspecto de un chiquillo con el calzado de su padre”.

La fecha también marcó el estreno del cortometraje Steamboat Willy en un cine de Nueva York y el personaje creado por Disney inició su largo camino como el favorito de multitudes. Así se construyó la idea básica y esencia del ratón que sigue vigente y ha influido en la historia como estandarte, como figura de moda, protesta, e incluso, ha sido retomado en el mundo de la política.

Fue precisamente Mickey, el personaje que se convirtió en emblema del trabajador emprendedor, esforzado, que conquistaba premios por mérito propio, representante del sueño y los valores americanos tras la Gran Depresión, también conocida como Crisis del 29 que golpeó a nivel mundial y se prolongó hasta los años 30.

Este 2018, nueve décadas de su creación, es el pilar de Disney, la imagen estrella que hoy podemos encontrar en cualquier momento de nuestra vida cotidiana, plasmado en ropa o tenis, hasta en obras de arte o en la televisión. Todo, gracias a la maquinaria de la franquicia creada por Walt Disney.

Mickey es adorado por niños, jóvenes y adultos porque también representa la inocencia, en la cual se sostiene toda la “maquinaria” Disney.

Conmemoraciones. Esta permanencia en el imaginario de las personas es lo que ahora le permite celebrar en grande. En Latinoamérica desde julio se realizan eventos para rendirle homenaje.

“Mickey no sólo es el personaje más querido por todas las generaciones, sino que atraviesa fronteras, idiomas y culturas. Ha sido una inspiración para infinidades de artistas en los últimos 90 años y hoy se sigue manteniendo vigente”, ha comentado Diego Lerner, presidente de The Walt Disney Company Latin America.

En México, uno de los festejos es la proyección de un videomapping en la Torre Latinoamericana, el próximo 17 de noviembre a las 20:00 horas.

El Museo del Juguete Antiguo de México (Mujam), alista una celebración en sus instalaciones el próximo 18 de noviembre, la cual consiste en una visita guiada y un recorrido por los 90 años de Mickey, a cargo de Johnny Carmona.

Mickey Mouse cumple 90 años y en La Razón lo celebramos con mucho cariño.

La vida de Mickey Mouse

Por Walt Disney

Todo debe tener un principio –incluso un ratón. Mi despreocupado pequeño roedor no llegó a las pantallas del mundo en cinco minutos. Su vida en realidad se remonta a días antes de su era.

Hace 13 años un joven y oscuro ilustrador comercial solía trabajar hasta muy tarde en un estudio en el que un grupo de ratones buscaba cualquier migaja. El joven se hizo amigo de los ratones, adoptó a una familia de ellos e incluso amaestró a uno para que se sentara sobre su restirador.

El tiempo pasó y un día el joven se apeó de un tren en Los Ángeles con muy poco dinero y sin ninguna idea de a dónde ir. Ese joven era yo.

Tenía una maleta de palma en mi mano, un dibujo en mi cabeza y mucha esperanza. Era el padre en potencia de Mickey Mouse, sin embargo a Mickey aún le faltaba nacer.

MI hermano Roy y yo hablamos de hacer dibujos anímados en el pequeño cuarto de una tienda. El personaje principal en esas caricaturas era una niñita, una niña real que jugaba con animales de caricatura y comía alimentos animados.

Yo escribía los guiones, dibujaba las caricaturas y construía los escenarios. Y todo ese tiempo en el fondo de mi mente merodeaba el germen de una idea: una idea que un día habría de bailar locamente a lo largo del papel tapiz de la recámara de la pequeña reina Elizabeth, en un castillo inglés, con hermosos pantalones de terciopelo rojos y dos enormes botones de perla.

Por tres años me esclavicé con Oswald. Me mudé a un estudio más grande, mi equipo creció. Dibujaba y escribía pero no ponía mi corazón en ello. Oswald a veces podía ser un animal muy estúpido.

Así que fui a Nueva York para recibir un consejo.

Cuando expuse mis problemas recibí un golpe tan frío que se sintió por muchas millas. Así que sin ningún contrato abordé un tren de vuelta a casa.  ¿Acaso estaba triste? ¡Ni un ápice! Estaba feliz.Porque de entre toda esa confusión se levantó una pequeña figurita socarrona. Vaga e indefinida, al principio, pero creció y creció. Y finalmente llegó –un ratón. Un ratoncito alegre y juguetón. Para cuando el tren arribó al medio oeste, ya había vestido al ratón de mis sueños con un par de pantalones rojos de terciopelo con dos enormes botones de perla, ya había imaginado el primer escenario y todo estaba listo.

Fragmento

Texto publicado originalmente en el Windsor Magazine, en enero de 1934 Traducción: Javier Chávez

http://www.youtube.com/watch?v=KZS5SnWH3S8

Mickey Mouse y el arte americano

Por Diego Rivera

Si observamos las características de los dibujos animados que se proyectan en el cine nos vemos forzados a encontrar las características del estilo más puro y más definido como gráfica, de la mayor eficacia como resultado social, dibujos alegres y sencillos que hacen descansar a las masas de hombres y mujeres fatigados y hacen reír a los niños hasta cansarse y dormirse y no chillando, ya permitir el reposo de los mayores.

Revisamos el estilo, la estandarización del dibujo de los detalles y la infinita variedad de los conjuntos como en los egipcios de los pisos pintados y los griegos de los vasos de tierra cocida, con más, la cualidad de moverse y su manifestación en el cine que según el señor Einsenstein es el arte de hoy en día.

Felizmente para los médicos oculistas, digo yo, y para los enfermos de insomnio si tienen la suerte de encontrar un reproductor de sonidos no muy ruidoso y una butaca cómoda.

Admitimos que esos dibujos animados expresaban los ritmos más lógicos pero más inesperados por las necesidades de su técnica que eran expresiones directísimas encontrando la mayor eficacia con la mayor ceremonia.

En fin concluimos que tal vez, si los filmes pudiesen conservarse, las personas que al fin poseerán un teatro se negarán a oír los cinedramas más admirados hoy, las masas que ya habrán realizado la verdadera revolución no se interesarán gran cosa por las películas “revolucionarias” de hoy, que todo esto y los cuadros y estatuas y poesías y prosa que hayan sobrevivido a la limpieza general del mundo no sean miradas sino con compasiva curiosidad.

Pero probablemente los dibujos animados diviertan entonces como ahora a los hombres y hagan morirse de risa a los chiquillos y los artistas de entonces descubrirán que Mickey Mouse fue uno de los verdaderos héroes del arte americano hacia la primera mitad del siglo veinte, del calendario anterior a la revolución mundial.

Fragmento

Texto publicado originalmente en Contact: An American Quarterly Review, en febrero de 1932

http://www.youtube.com/watch?v=QA5pajj3ZlM

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