Surgido de las entrañas del folclor medieval, se trata del arquetipo del ladrón de buen corazón, el héroe vestido de forajido, el bribón encantador que con su habilidad e ingenio existe para hacer justicia y en un plano mayor se convierte en la voz del pueblo oprimido.
Son incontables las interpretaciones que ha tenido para la pantalla grande, entre las que que se puede destacar desde aquella de Michel Curtiz y William Keighley de 1938, pasando por la de Kevin Reynolds de 1991 y hasta llegar a la de Ridley Scott de 2010; a las que ahora se suma esta propuesta que cuenta con Leonardo DiCaprio cómo productor, un presupuesto de casi 100 millones de dólares, además de la participación de actores más que convenientes y de alto perfil.
Es difícil pues pensar que con estos ingredientes pudieran echarla a perder, sin embargo así es.
Apostando por una historia de origen, el director Otto Bathurst -Black Mirror- apenas atina a enlazar una serie de obviedades que ya no digamos que le aportan muy poco al mito, sino que lo diluyen para ajustarlo a una trama llena de convencionalismos, con un trasfondo excesivamente frívolo y un tratamiento carente de identidad.
Es así que nos encontramos con la predecible travesía de un cruzado cuyo carácter y habilidad se forjaron en la batalla, y que decide junto a su comandante, oponerse al accionar de los corruptos representantes de la corona inglesa, para convertirse en un bandido que quita el dinero a los ricos para darlo a los pobres.
De lo poco que se puede rescatar está el decoroso desempeño del elenco, al que le sobra convicción a pesar de las deficiencias del concepto general.
Sobre todo a Taron Egerton, quien logra dotar al protagonista del encanto refrescante de la ironía simple, salpicada de cierto cinismo e inocencia. Esto, amén del acabado de algunas escenas con la presencia del pueblo, que alude a los movimientos sociales contemporáneos y lucen por su manufactura pero quedan como simples artificios.
En fin, esta película que pretendía entregar al Robin Hood de las nuevas generaciones e incluso tenía la aspiración a convertirse en franquicia, no logra dar en el blanco y apenas resulta entretenida.
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