El cine de animación impacta a Guadalajara

Foto: larazondemexico

Sin duda uno de los grandes aciertos de la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, fue inaugurar una nueva sección de largometrajes animados en competencia, haciendo eco de los comentarios del director mexicano Guillermo del Toro. La selección fue consistente y en la mayoría de los casos espectacular, con títulos destinados a convertirse en una referencia obligada, entre ellos dos de origen español, que llamaron la atención por estar basados en propuesta provenientes del mundo de las viñetas.

BUÑUEL EN EL LABERINTO DE LAS TORTUGAS

Luciendo una enorme sensibilidad y una técnica depurada, el director Salvador Simó toma como base la novela gráfica de Fermin Solís, para ofrecer un conmovedor acercamiento a lo que fue la realización del célebre documental Las Hurdes: tierra sin pan de 1933, y revelar no sólo parte de lo que fueron las motivaciones y los procesos creativos del director español Luis Buñuel, que en ese momento a veces rayaban en el artificio y lo violento, sino la forma en que estos se fueron modificando, mientras iba encontrando la claridad en sus objetivos y sus sentimientos, definiendo quien habría de ser como artista y como persona, a la sombra de Salvador Dalí y el surrealismo.

Aquí la calidad de la línea que evita la excesiva depuración, y el sutil manejo de los colores, resulta ideal para desarrollar una trama plagada de diálogos sin desperdicio, en donde el carisma de los personajes engancha de inmediato con el espectador, quien se encuentra ante un concepto sofisticado y lleno de matices, pero digerible y de gran fuerza emocional, mismo que además se enriquece con el contraste e impacto de cruda realidad, que provocan las inserciones de fragmentos sacados directamente de la película a la que se hace referencia.

Se trata de un ejercicio de cine dentro del cine, que aprovecha las posibilidades de la animación como una herramienta para humanizar el mito, develar la historia de amistad que redundó en una obra de valor fílmico innegable, y hacerle justicia a un hombre al que la brutalidad de un régimen, además de arrancarle la vida, le había negado el crédito de ser parte por eméritos propios, de un legado de gran trascendencia.

BLACK IS BELTZA

En 1965, a una parte de la comparsa de gigantes de Pamplona, que había sido invita al festival de Nueva York, le impidieron participar debido a que dos de las figuras eran de negros. Ese hecho real, es el punto de partida para que el director Fermín Muguruza de rienda suelta a una abrumadora e irreverente amalgama de declaraciones, reflexiones y postulados relacionados con los movimientos sociales propios de la época, que a través de una trama intrigante, expone al espectador a un bombardeo abrumador de información, mientras reivindica el espíritu revolucionario consolidado por los sesentas.

La animación es un tanto básica en su diseño y refiere al estilo clásico de aventuras de historieta tipo Corto Maltés -creación del italiano Hugo Pratt-, pero es excitante y agresiva en su desarrollo, escupiendo furia, ironía y melancolía, mientras reinterpreta pedazos de historia por los que deambulan dede los Panteras Negras, hasta el Che Guevara, Fidel, Mohamed Ali y Juan Rulfo, yendo y viniendo entre Estados Unidos, Cuba, España y por supuesto México.

Black is Beltza, aunque por momentos raya en lo didáctico, es más que una declaración de ideales, es un obra provocadora y explosiva, salpicada de personajes en situaciones que por momentos son llevadas al delirio para recordar la importancia de la naturaleza combativa.

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