Vive Latino, veinteañero... y chavorruco

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A 20 años de su primera edición el Festival Iberoamericano de Cultura Musical, mejor conocido como Vive Latino, pasó de ser un lugar para escuchar música hasta convertirse en toda una experiencia y se ha adaptado a los tiempos y se ha diversificado musicalmente, ya que es un encuentro donde convergen distintos géneros: rock, hip hop, jazz, cumbia, salsa, norteña, pop, ska, surf, metal y electrónica.

“La juventud de ahorita, y yo lo aplaudo, no está casada con los géneros como solía ser la mía. A mí sí me tocó que si escuchabas rock estaba prohibido el pop o bailar salsa; había mucho prejuicio. Entonces, los festivales son reflejo de esa pluralidad; son grandes playlist en los que puedes empezar escuchando rock, luego te mueves a algo más cumbianchero y luego un clásico como Café Tacvba”, destacó a La Razón  Arturo J. Flores, especialista en música y editor de la revista Playboy.

En 1998 cuando se celebró la primera edición del festival, el cartel estaba compuesto por bandas referentes del rock mexicano como Molotov, Café Tacvba, La Lupita, Kenny y Santa Sabina, por ejemplo; pero a dos décadas de distancia las agrupaciones que lo encabezan son variadas Ska-P (ska), Intocable (norteño-tejana), Caifanes (rock) y Korn (metal).

Antes de que distintos géneros pudieran convivir en un mismo espacio, hubo momentos en que artistas fueron abucheados porque el público no los consideró “a la altura” del Vive Latino, como Natalia Lafourcade, a quien en 2003 le llovieron objetos en el escenario, pero años después y con el éxito del disco Hasta la Raíz bajo el brazo volvió para ser aplaudida. También Calle 13 fue blanco de abucheos en 2007.

“Era un público muy cerrado, muy sectario, solamente rock, y no cabían otras experiencias, pero vemos que ahora, por ejemplo, va a estar Óscar Chávez, definitivamente es una personalidad legendaria de la música mexicana”, subrayó Natalia Cano, periodista especializada en música y colaboradora de la revista Rolling Stone.

Esta apertura ha permitido que el público también se haya diversificado, pues tanto acuden las primeras generaciones que son fieles al festival —los chavorrucos, pero también los hijos de éstos, y niños.

El Vive Latino ya no sólo es el espacio donde los jóvenes pueden disfrutar de música, sino también un lugar en el que todo está diseñado para vivirlo como toda una experiencia: asistir a una función de stand up o de lucha libre (como este año); ver un documental musical en Ambulante, o subirse a una rueda de la fortuna. Los niños también tienen un espacio donde pueden rockear, escuchar cuentacuentos o jugar.

“En festivales de otros países y así es en todos lados, las actividades de marca están por todas partes, ahí verdaderamente está el negocio, lo que permite que el festival se haga. Entonces, el Vive Latino pasó de ser un lugar para nada más escuchar bandas y se convirtió en toda una experiencia, parte de ésta es ver una película o escuchar a un comediante”, señaló Flores.

Otra de las transformaciones que ha tenido el Vive Latino es la especialización en la producción de este tipo de eventos. Hace dos décadas, cuando inició sólo había un rústico escenario; y ahora son tres y cuatro carpas. Las bandas tocaban al momento y ahora ensayan días antes. Para el montaje de este año 800 personas trabajaron, desde encargados de las estructuras, hasta especialistas en video, audio e iluminación.

“Veinte años después, el Vive es un monstruo mediático. Cuando empezó era un espacio para que te creciera el colmillo. Algunas veces tenías que improvisar. No había mucho chance de ensayar, te tocaba resolver incendios arriba del escenario. Te generaba tablas, tenías que estar en control de lo que hacías, aunque tuvieras problemas. Comparado con lo que sucede ahora era algo muy diferente”, recordó en entrevista con este diario Alejandro Otaola, guitarrista de la agrupación Santa Sabina.

Muestra de ello es que en esta edición para el show de la banda que lideraba Rita Guerrero se incluirá audió 4.1, que permitirá que el sonido se emita desde cuatro puntos fuera del escenario. Tecnología que ha usado Roger Waters

durante muchos años.

Uno de los mayores avances del festival es que también ha sabido cubrir las necesidades de todos sus públicos y muestra de ello es Restart, un área exclusiva para personas con discapacidad, que se abrió por primera vez en 2016, por iniciativa de Frix Anchondo. Un proyecto que ya se replicó en Corona Capital y en el Electric Daisy Carnival (EDC).

DEUDA CON LAS MUJERES. A pesar de la evolución que ha tenido el Vive Latino, uno de los pendientes es la presencia de las mujeres como cabeza de cartel, durante estos años ninguna ha tenido este espacio, a pesar de que festivales como Ceremonia o Cumbre Tajín sí lo han hecho.

De acuerdo con un reporte de 2018 de Ruidosa, un colectivo feminista chileno, el festival con mayor presencia femenina en América Latina es Ceremonia; mientras que el Vive Latino, 5.9 por ciento. Está en la lista de los encuentros musicales con menos participación de mujeres.

“Sí ha tenido un espacio importante para las mujeres, sin embargo, creo que todavía hacen falta headliners mujeres, falta ganar terreno”, dijo Natalia Cano.

Con información de Argelia Villegas

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