“Sólo basta con tener un mal día”, ése es el argumento con que el Joker pretende justificar su violenta naturaleza criminal y demencia, dentro de la obra maestra publicada en 1988, bajo el título La broma mortal. Es a través de sus páginas que vemos cómo en el afán de probar su teoría, éste lleva al límite la cordura del comisionado James Gordon, atentando contra la vida y dignidad de su hija Barbara, fallando en el intento debido, en parte, a la intervención de Batman.
Escrita por Alan Moore, se trata de una interesante forma de explorar los vínculos y las diferencias que existen entre el infame payaso y su contraparte —quien más que “un mal día”, siendo niño tuvo una terrible noche que le llevó a dejarse consumir por el deseo de venganza—, evidenciando así lo delgada que es la línea que mantiene del lado correcto la mente del Vigilante de Ciudad Gótica.
Apesar de que pertenece a la categoría de los superhéroes desde que fue presentado por Bob Kane y Bill Finger en aquella aventura titulada El Caso del Sindicato Químico —incluida dentro del número 27 de Detective Comics de 1939—, siempre apuntó para consolidarse como el arquetipo de algo que iba mucho más allá del mundo de las viñetas.
Es por ello que durante estas ocho décadas, diversos autores han sabido no sólo aprovechar los lineamientos básicos de su personalidad, sino que le han ido otorgando una enorme complejidad, al grado que ante sus propios ojos, él sería un peligroso criminal al que no dudaría en encerrar tras las puertas del hospital psiquiátrico Arkham.
Así pues, desde Frank Miller —300, Sin City— que hizo de la crudeza y decadencia, las herramientas ideales para explorar sus miedos y regresarle su natural estatus de paria en obras como Batman The Dark Knight Returns y Batman año uno, hasta el ya mencionado Alan Moore —Watchmen, V for Vendetta—, todos han sido parte del camino más oscuro del Hombre Murciélago, mismo que ha redundado en películas como las retorcidas y seductoras Batman (1988) y Batman returns (1992) de Tim Burton, director que supo llevarle a su mundo de fantasía enrarecida, y la trilogía integrada por Batman begins (2005), The Dark Knight (2008) y Batman Dark Knight Rises (2012), con la que Christopher Nolan lo trajo al lado más despiadado y enfermizo; además de la intensa y envolvente Batman: Arkham City, franquicia que lo posicionó con éxito en el mundo de las consolas; lo mismo que sucedió en el campo de la animación, en donde las series y películas producidas en Bruce Timm a finales del siglo pasado —Batman la serie animada (1992-1995), Batman la máscara del fantasma (1993)—, hicieron escuela con sus reminiscencias al art déco y el cine negro.
Claro, no podemos ignorar el cúmulo de producciones que en tono más ligero nos demostraron que se trata de un personaje que es capaz de soportar casi cualquier tratamiento, incluida la maravillosa serie de televisión de 1966, protagonizada por Adam Wes y Burt Ward, que representó un estilo por sí misma; pero lo cierto es que aunque Batman pertenece a la casta de los clásicos bienhechores con superpoderes, esos a través de los cuales se acuñó el concepto, también fue quien marcó la pauta para lo que habría de ser el antihéroe por excelencia de los cómics, y de paso, se ganó un lugar indiscutible dentro de la cultura pop, porque todo mundo sabe quién es Batman, y hoy Batman festeja un aniversario ¡Felices Bati-80!