Complot Mongol, un filme de riesgos

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Lo primero que hay que reconocerle a esta interpretación de El Complot Mongol, dirigida por Sebastián del Amo, es que apueste por un nuevo acercamiento a la novela original escrita por Rafael Bernal, así como a su versión para novela gráfica perpetrada por Luis Humberto Crosthwaite y Ricardo Peláez Goycochea, y no por hacer un remake de aquella adaptación fílmica excesivamente formal de 1977; lo cual además de que reduce a un ejercicio estéril el análisis que pudiera partir de una comparación con esta última, la convierte en una obra mucho más personal y arriesgada.

Desde un principio, el otrora responsable de esa acertada sátira homenaje llamada El fantástico mundo de Juan Orol (2012), pone en juego aquello que ya nos ha demostrado que sabe hacer, elaborando estilizadas y enrarecidas atmósferas en donde la desencantada evocación casi paródica, nutre el extravagante encuentro entre la estética del cómic y el cine negro de arrabal mexicano, que se forjara a mediados del siglo pasado con películas como Ventarrón (1949) o Manos de seda (1951), ambas protagonizadas por David Silva.

Las transiciones a negro al estilo de los viejos seriales, la saturación de color que le da ese aire de ensoñación, y los momentos en que el protagonista rompe la cuarta pared, son parte de los códigos visuales y narrativos que acentúan lo delirante de un relato que refleja el absurdo de la paranoia propia de la Guerra Fría, siguiendo los pasos de un matón encarnado por Damián Alcázar, quien debe desenmarañar una supuesta intriga internacional para asesinar al presidente de los Estados Unidos durante su visita a nuestro país.

Los estereotipos son parte del texto original, que con ironía y mala leche, refleja la época a la que pertenece, algo que seguramente descalificarán aquellos que ni por asomo lo han leído; coqueteando con subgéneros surgidos en el pulp y reivindicados por la literatura como Hard Boiled , incluyendo la exagerada visión que se tenía de los agentes de la KGB y la CIA, aquí interpretados respectivamente por Moisés Arizmendi y Ari Brickman, para una trama truculenta, que encuentra su insólita naturaleza a través de una estética general alimentada por las viejas historietas que deambulaban entre el misterio y lo exótico, como Kalimán o El Libro Policiaco publicado por Novedades Editores.

Curiosamente, es en este caso Alcázar, actor de capacidad más que probada, pareciera no sentirse del todo cómodo en algunos pasajes, frenándose al momento de llevar el humor agridulce hasta sus últimas consecuencias, algo que también sucede con la inclusión de figuras como Xavier López “Chabelo”, quien poco o nada aporta con su presencia, más allá de ser una verdadera curiosidad.

En contraste, hay que destacar el sutil desempeño de Bárbara Mori, quien a partir del premeditado cliché, logra delinear a una melancólica y encantadora femme fatale, entregando el que sin duda es uno de sus mejores trabajos y de lo más acertado de esta producción que se presenta como una decorosa adaptación de la ya mencionada obra de culto.

Así pues, pese a que en algunos momentos no alcanza los excesos que promete, El Complot Mongol es un ejercicio estilístico envolvente y divertido, con un desfachatado discurso sobre el comportamiento político que por más anacrónico que parezca sigue siendo una constante de nuestra realidad; que cumple como entretenimiento y bien vale la pena darle un vistazo.

http://www.youtube.com/watch?v=K6mZkMZRKSM

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