“El Mastuerzo” recuerda a Vega Gil como un “hombre triste e intelectual”

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A poco menos de dos meses del fallecimiento de Armando Vega Gil, integrante de Botellita de Jerez, Francisco Barrios “El mastuerzo”, su compañero en el grupo durante más de 30 años, compartió que siguen dimensionando la tragedia, lo que hizo que muchas y muchos quedaran “rotos” por la determinación tomada por el bajista, que atribuyó a la desilusión.

“Fue muy grande el acontecimiento, muy grande en el sentido de las repercusiones hacia todos lados, hacia las vidas privadas, no solo hacia la vida privada de la gente más involucrada particularmente con Armando”, platicó el baterista desde su hogar.

“Estoy seguro que amó la vida con todo y su mirada triste”, comentó sobre su amigo, quien se quitó la vida el 1 de abril tras ser culpado de acoso por una joven cuando ella tenía 13 años, según difundió el movimiento #MeeToMusicosMexicanos.

“Decía un filósofo, el verdadero conocimiento está en la desilusión, descubrir que hemos sido engañados, y esa es una de las razones, estoy muy seguro que Armando vio eso también entre tanta opresión, desde su perspectiva, respetable, con la que no estoy de acuerdo”.

Del también escritor aprendió muchas cosas como maestro, ya que le dio clases en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), aunque ya se conocían cuando él trabajaba con el grupo Los Nakos.

En ese entonces Vega Gil colaboraba con un grupo de Teatro Informe, que era la parte teatral de la banda, que surgió como una brigada estudiantil de 1968, además de que tocaba música folclórica mexicana con Canek.

“Un día estaba recargado ahí en la pared de la ENAH, con su folder y su traje de intelectual orgánico, con su saquito de pana con coderas, en esos años era como parte del estilo de los intelectuales, antropólogos, sociólogos, etc; botas así de campo chingonas y le pregunté por qué estás triste, me dijo que tronó con su chava”.

Paco Barrios relató que la chica era muy linda y Armando muy guapo: “se peinaba como de a príncipe valiente”, incluso por eso más adelante es que lo apodaron el “Cucurrucucú”. Crearon personajes coherentes con su personalidad, él era el galán, sacaba su peine y se peinaba, mientras que “El mastuerzo” era el prepotente pero cariñoso.

Luego de beber un poco de café en una taza negra que lleva grabado el nombre de Botellita de Jerez, hizo memoria y compartió que esa vez cuestionó al compositor sobre el contenido del sobre, quien le dijo que se trataba de un proyecto para dar clases de teoría antropológica.

Posteriormente fue por sus “compas” y así comenzaron con el programa, que aunque no concluyeron, se divirtieron mucho y razonaron sobre filosofía.

“Desde ahí ya lo veía triste, era un vato triste, de esa tristeza que partía de un conocimiento de la realidad de que está de la chingada, cómo no va a ponerse uno triste mientras siga inundando nuestras vidas ese gris viscoso amargo sanguinolento enemigo.

"Siempre se tiró para que lo levantáramos, siempre lo levantábamos unas y otras, otros y unas, y bueno, ya no pudimos levantarlo esta vez”, lamentó.

En el lenguaje setentero consideró que Armando era un “carnal azotado”, como lo es la gente inteligente, e incluso expuso que el filósofo Noam Chomsky señala algo como que los seres humanos no saben lo que está pasando y ni siquiera se lo preguntan, por lo que la desventaja de la gente inteligente es que se da cuenta de la inconmensurable máquina de producir basura, llamada capitalismo.

“Yo siento que, de ahí sus crisis, su forma, su sufrimiento personal, quién sabe cuál sería, nunca hablamos de eso, pero así era su ser, yo con mucho amor lo quiero y lo amaré siempre. Hubo distancias de pronto entre él y yo, hubo momentos más cercanos, más amorosos, más ríspidos, como casi al final de su vida”, reveló.

Francisco Barrios también compartió que a Armando le gustaba mucho el alpinismo, el montañismo y el excursionismo, e incluso un día le escribió una carta a 100 metros de la cima del Aconcagua, una de las montañas más altas del mundo ubicada en Argentina, en la que le relataba los peligros que vivía.

“Si me muero escríbeme una canción que diga que estuve colgado en las barbas de Dios, dale un beso a Valentina (a mi hija) que es la hija que yo hubiera querido tener”, decía el escrito enviado por correo cuando tenía alrededor de 30 años, pero “por fortuna, Armando también tuvo un chiquillo hermoso, Andrés”.

“Entonces yo le contesté: 'mira carnal pues Dios no existe, pero como estorba, y no son las barbas de Dios es el fundillo del mundo y cada quien se suicida como quiere”, recordó Barrios, lo que años después convirtió en la canción “La ventana y el umbral”.

La literatura fue su aportación

"El mastuerzo" externó que Armando siempre fue un literato y relató que desde que lo conoció lo llamó a ser parte de Botellita de Jerez para hacer canciones, mientras que Sergio Arau ‎”El Uyuyuy” (guitarrista fundador) era quien se enfocaba más a pintar, dibujar y hacer cine.

“Éramos tres rocanroleros frustrados, bueno yo no, siempre toqué toda la vida, pero era como un slogan porque ya estábamos viejos, teníamos 27 años más o menos, Armando y yo, y Sergio tenía 32, más ruco aún, traíamos una historia como músicos… les dieron ganas de hacer canciones divertidas, la pasamos chingón”.

Reiteró que Armando básicamente escribía, por lo que consideró que si alguien tiene reivindicar la vida y obra de Vega Gil debe hacerlo desde la literatura, que es su verdadera aportación y obra destacada, porque con Botellita de Jerez solo se trata de canciones divertidas.

“Todo lo asumía con una gran felicidad porque hacia afuera era lo que irradiaba mi carnal, un vato que con la gente era muy amoroso, de repente si le entraba lo 'amargator', que es mi visión personal, al grado que se juntó con compas, particularmente con gente que escribe, escritoras, e hizo un montón de actividades que tienen que ver con la literatura”, añadió.

Desconoció cómo tendría que ser el homenaje, aunque alguien podría hacer una tesis sobre el diario íntimo de un guacaroquer, derivado del tipo de rock que ellos crearon, o bien analizar la importancia de su toda su obra, entre las que se encuentran títulos como “Virgen de media noche” y “Pic nic en la fosa común”.

“Busco lo bonito, lo que amo de Armando Vega Gil, lo recuerdo chingón; él me enseñó a hacer guiones de televisión, por ejemplo, de ahí yo sé hacer guiones para radio o para cine”, caviló “El mastuerzo, quien agradeció a Notimex permitirle el espacio para pensar en voz alta.

“Antes no pudo haber sido porque estábamos muy chillones, de hecho tengo que hacer pausas, se vino la tristeza, a veces es hasta de mal de gusto estar así, pero hay mucho amor y mucho cariño, y si algo aprendimos de Botellita de Jerez es el humor, desarrollamos esa capacidad de burlarnos de todos, comenzando por nosotros mismos”, externó.

avs

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