El fin de los tiempos, zombies para un oscuro cuento de hadas

Foto: larazondemexico

El que durante los últimos años la figura del zombie haya sido presa de la sobrexplotación en casi todas las formas de entretenimiento, no ha echo sino dejar en claro las enormes posibilidades que la criatura ofrece como punto de partida para generar toda clase de propuestas, y que es capaz de soportar hasta los más insólitos tratamientos. Darse cuenta de ello, asumirlo con todas sus implicaciones y aprovecharlo para ofrecer una simple pero refrescante variante al concepto, es quizás el principal acierto de la germana Carolina Hellsgård -Wanja (2015)-, quien con su segundo largometraje titulado en español como El Fin de los Tiempos, ha logrado llamar la atención más allá de los eventos fílmicos especializados en este tipo de cine, tales como el Festival Internacional de Cine de Toronto.

Adaptación de la multipremiada novela gráfica original de Olivia Vieweg, quien aquí también se hace cargo del guion, la trama nos muestra una Alemania en la que salvo dos de sus ciudades, todo ha sido arrasada por una incontenible epidemia viral. Las protagonistas son dos mujeres de personalidades sumamente distintas, que buscan abordar un tren con la esperanza de que las lleve al refugio en el que podrán rehacer sus vidas, por desgracia a mitad del camino se ven obligadas a continuar a pie y enfrentar una pesadilla de la que solo gracias al fuerte vínculo que comienzan desarrollar entre ellas, es que tendrán una mínima oportunidad de sobrevivir.

Como resulta evidente, de inicio no hay nada novedoso, tenemos el usual escenario post apocalíptico del que no se explica demasiado -ni hace falta que lo hagan-, amén de los personajes que al verse sumergidos en una situación límite, cuestionan sus principios, enfrentan sus miedos y se descubren a sí mismos, entre efectivas secuencias salpicadas de viseras y sangre. Pero lo interesante en realidad, viene cuando se revela la naturaleza de los muertos vivientes en cuestión, detonando el discurso crítico sobre el que se sustenta la propuesta, misma que viene acompañada de una ligera reflexión de tintes ecológicos y cierta reivindicación femenina, sin que esto termine por ser el tema central. Por momentos, el contraste entre los distintos episodios en los que se divide, y sus pretensiones de ir de lo violento a lo sugerente e incluso poético, afectan la consistencia del ritmo, sin embargo el relato mantiene la certeza de las líneas arguméntales y juega bien con las transiciones de color en las atmósferas, que van reflejando el crecimiento de sus protagonistas y la consolidación de los lazos sentimentales entre ellas. El fin de los Tiempos, tal vez se queda corto en cuanto a la potencia requerida como vehículo de terror, pero el drama se sostiene y se nutre bien del aire a retorcida fantasía propio de la genial obra original, lo que le alcanza para convirtiese en una interesante y entretenida propuesta tanto para los amantes del género, como para público en general.

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