En las entrañas de la provincia mexicana, una joven va en busca de su padre luego de descubrir, de muy mala manera, que su madre no está sepultada en el lugar donde éste le había indicado. En su trayecto, de manera inconsciente, nos lleva a descubrir fragmentos de su pasado; una reconstrucción que se extiende, incluso, después del anunciado encuentro que, a su vez, adquiere un retorcido e inesperado sentido.
Esa es la trama de Traición, la más reciente película de Ignacio Ortiz, responsable de pequeñas y muy apreciadas obras como Cuento de hadas para dormir cocodrilos (2002) y Mezcal (2006) --ambas ganadoras del premio Ariel a Mejor Película--, distinguidas por deambular con desencanto en los parajes del costumbrismo mexicano, bebiendo del lado más sórdido y menos estilizado del wéstern, ese cuya alma reseca se sostiene de una voluntad cínica e inquebrantable, pero tan humana como la ironía.
[caption id="attachment_994662" align="alignnone" width="960"] Foto: Especial[/caption]
Es, precisamente, este ejercicio el que ahora vuelve a poner en juego con Traición, pero dejando que sea la tragedia la que reclame el total protagonismo, en una apuesta que le funciona a la perfección a la hora de envolver al espectador con la parsimonia del desarrollo, para después sacudirlo al descubrir las verdaderas motivaciones de personajes que consiguen ser tan interesantes y atractivos, como desagradables desconcertantes.
Sobre todo, el que interpreta Juan Manuel Bernal, quien, con sutileza, va hilvanando los despiadados contrastes emocionales, propios de las relaciones entre padres e hijos, que no solo no niegan, sino que hacen suyo el contexto salpicado de violencia y ambición al que, para bien o para mal, pertenecen.
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Otro de los aciertos es la inclusión de Noé Hernández en el reparto, quien --como de costumbre-- hace gala de su oficio y capacidad, para encontrar el pulso del que aparentemente es una amenaza latente.
Aunque de inicio los diálogos son fríos y hacen intermitente la conexión con el relato, éste se va tornando irresistible cuando los recuerdos saltan en desorden, impulsados por el ánimo o las circunstancias --tal y como sucede en la vida real--, ofreciendo secuencias que, por breves momentos, rayan en el surrealismo. Amén de que incluyen claras y entrañables referencias a la vida del director, como la aparición de un camión acondicionado para ir de pueblo en pueblo ofreciendo funciones de cine.
[caption id="attachment_994664" align="alignnone" width="550"] Foto: Especial[/caption]
Sin duda, Traición es una de las recientes películas mexicanas mejor logradas, austeras, pero con identidad y objetivos claros, mismos que sin hacer demasiados aspavientos, son llevados hasta sus últimas consecuencias.
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