El inicio del cineasta mexicano laureado con cuatro premios Oscar, Alejandro González Iñárritu, fue dirigiendo “de forma irresponsable” y “prueba y error”, confesó ayer, a los estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) que tuvieron la oportunidad de asistir a la clase magistral que ofreció ayer en la UNAM, un día antes de recibir el Doctorado Honoris Causa por parte de la máxima casa de estudios.
“Hay dos cosas que me distinguen: soy rebelde por naturaleza, me atrevía a hacer comerciales sin saberlo, y, por otro lado, siempre busqué aprender”, continuó el ganador del Oscar a Mejor Director por Birdman, durante la charla de tres horas y media que ofreció en la sala Manuel González Casanova, donde acompañado por Fernanda Solórzano, compartió con los futuros cineastas sus experiencias, historias, consejos y opiniones.
Les afirmó: “nunca estudié cine, fui autodidacta. Sé que nadie se hace solo, todos necesitamos mentores y yo tuve a Ludwik Margules, a quien le agradezco ponerme los pies en la tierra, creí que solo podía hacer un largometraje, pero no fue así”.
Explicó que gracias a la oportunidad de estudiar con el director teatral polaco, naturalizado mexicano, pudo reconocer su ignorancia y así dejar entrar la sabiduría. Además, le hizo comprender que la postura del actor es un elemento que cambia la perspectiva de la escena.
Relató que, para realizar su ópera prima, Amores perros —ganadora al Ariel, en 2001, a Mejor Película— primero debió de filmar varios comerciales como un primer ejercicio y, posteriormente, rodar la serie Detrás del dinero, la cual fue transmitida por Televisa. Ésta narra la historia de un billete y las circunstancias de sus distintos poseedores.
“Recuerdo que Miguel Bosé hizo el primer capítulo de forma gratuita. Al darle una revisada a todo vi una escena que me encantó y supe que estaba listo para hacer una película, ya que mi única meta era realizar una escena que tuviera veracidad y pudiera retener la atención del público por más de cinco minutos. Y lo logré”, remarcó triunfal.
De Amores perros destacó: “no fue un proceso consciente, nace de una necesidad personal, algo visceral, la cuestión musical y que se convirtiera en un realismo inmediato. Quería que fuera una película sensorial, que las paredes olieran, que se sintieran las texturas de la ropa”.
[caption id="attachment_1016111" align="alignnone" width="696"] El realizador, al centro, ayer, tras charlar con los universitarios. Fotos cortesía: Barry Domínguez /CULTURAUNAM[/caption]
Al ser cuestionado sobre la razón por la cual decidió salir del país para probar suerte en Hollywood, señaló que se debió a que “quería retos”: “si me hubiera quedado en México era ser el señor González, al que le llevaran su cafecito; allá era un mexicano… moreno… sospechoso… Uno se puede quedar dormido fácilmente en sus laureles, pero estar en otro lugar te hace estar alerta, ser más disciplinado. Me gusta ponerme en territorios donde más estoy despierto”.
Respecto a la violencia retratada en el cine, afirmó: “creo que en el cine de guerra hay algo fascinante, pero mostrarla sólo por entretenimiento es algo inmoral. No podemos negar ni reprimirla, pero hay que observarla, darle espacio para que tenga resonancia”.
Al final, junto con los universitarios, con el puño en alto gritó: “Cachún cachún, ra ra, Goya, Goya, ¡Universidad!”.
Te puede interesar:
http://www.3.80.3.65/entretenimiento/tom-welling-mexico-la-mole-convention-2019-smallville-clark-kent-14-y-15-de-marzo-boletia-firma-fotos-fans-centro-citibanamex-ciudad-de-mexico/