La familiaridad de la soledad citadina

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El voyerismo y la insatisfacción cobran otras dimensiones dentro de una sociedad en donde la soledad crónica lo permea todo y las formas de lidiar con ella pueden ser las más insólitas e inesperadas. Es sobre este tema que el director Axel Muñoz se aboca con su nueva propuesta, apuntándose en la línea de acertadas películas como Párpados azules de Ernesto Contreras, y hay que decirlo, lo hace de manera muy afortunada.

En Noches de Julio seguimos los pasos de un joven encarnado por Hoze Meléndez, cuya incapacidad para relacionarse con otras personas, aunado a ciertos antecedentes en su expediente, apenas le permiten mantener su trabajo planchando ropa en una tintorería.

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Hasta ahí podría decirse que todo transcurre bajo control, sin embargo, poco a poco vamos descubriendo las costumbres a través de las cuales él suele desfogar sus necesidades emocionales, que rompen los límites de la convivencia y la intimidad, y habrán de explotarle en la cara cuando su jefa decide cambiarle de puesto, obligándole a estar en el mostrador y atender a los clientes.

Desde un principio destaca lo cuidadoso del trabajo de producción, que atiende a los detalles pequeños, para que los colores, la luz y las texturas puedan cobrar el peso necesario, cuando el relato comienza a delinear la patología del protagonista, a través de pasajes cuyas acciones de enfermiza sutileza evidencian las peculiares formas en que es capaz de establecer contacto con otras personas.

Por otro lado, la conveniente contención del desempeño actoral, que les permite delinear personajes, cuya fachada de aparente normalidad amenaza con derrumbarse en cualquier momento, es parte del sentimiento de desconcierto que busca proyectar cuando va tejiendo las relaciones entre los mismos; esto por momentos raya en lo confuso, pero, en términos generales, logra su cometido.

La parsimonia del desarrollo le otorga un inquietante aire de sensualidad a las acciones de alguien más acostumbrado a vincularse con los objetos, y se agradece no caiga en los excesos contemplativos, que terminarían de alejar al sector del público más acostumbrado a productos digeribles y de ligero trayecto.

Noches de Julio es un interesante y bien manufacturado acercamiento a la incomunicación, como un trastorno que impregna las entrañas de las grandes ciudades y que, seguramente, a muchos les puede resultar extrañamente familiar. Es cine mexicano inteligente al que vale la pena darle un vistazo, si se busca más que entretenimiento.

http://www.youtube.com/watch?v=oA4-0tpd6BI

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