En 2015, Martín Caparrós escribió que hacer periodismo no sólo es contar aquello que alguien no quiere que se sepa, sino que también es escribir lo que muchos no quieren saber. Es decir, contar las historias que a la sociedad le duelen, le incomodan, le devuelven un reflejo de sí misma que no es fácil de aceptar.
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Esta idea, que cada vez se vuelve más vigente, aplica también para muchos de los fenómenos que hoy cubren las páginas de los periódicos y las horas de los noticiarios; y explica, finalmente, las reacciones de algunos frente a una realidad que golpea en la cara, pero de la cual es más fácil no hablar: a las mujeres nos acosan, nos violan, nos asesinan. Sumado a esto, toca reconocer que quienes cometen estos actos no son seres aislados, monstruosos y con risas maléficas. El #MeToo nos ha enseñado que, en muchas ocasiones, el señalado por la víctima es un amigo, un ser querido, una persona admirada o cercana.
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El nuevo documental de Netflix, Bikram: yogui, gurú, depredador, sirve como ejemplo perfecto. En él se narra la historia de Bikram Choudhury, quien creó con éxito el concepto de “Hot Yoga” e instauró el furor por una de las disciplinas más practicadas en la actualidad. Fue un maestro reconocido, admirado y llegó a dar clases en salones con más de 500 personas. También es un violador de mujeres.
En la producción, los testimonios en primera persona de agresiones sexuales, expresiones racistas y discriminatorias se suman, aunado a una denuncia presentada por su exabogada, cuya sentencia obligaba al gurú del yoga a pagar siete millones de dólares. En respuesta, Bikram Choudhury se declaró en bancarrota y huyó del país.
Bikram se construye como suele ocurrir en la vida; primero vemos la parte reluciente, el yoga mágico y salvador, el maestro milagroso que inspira a miles de personas a llevar una vida más sana y la figura poderosa que atrae y encandila. Poco a poco, vamos conociendo la otra cara, la verdadera, el depredador que se aprovecha de tener cientos de mujeres viviendo en el mismo hotel durante las nueve semanas que dura el entrenamiento para maestros.
La que aquí se cuenta es una historia más de impunidad. Es, también, un relato que retrata ese reflejo que nos es tan incómodo; ¿Qué pasa cuando el agresor es nuestro amigo, compañero, maestro?, ¿Qué pasa cuando el agresor es alguien a quien queremos o admiramos?
La experiencia demuestra que la primera reacción es negarlo: “sé que abusó de más de seis mujeres. Pero… fue difícil. Él siempre fue bueno conmigo. Y yo no sería la persona que soy hoy de no haber sido por él. Y que ellas lo hicieran público fue como… como si trataran de aniquilar públicamente a mi padre”, dice entre sollozos un discípulo de Bikram a la cámara.
El Dato: Chadhury nació en Calcuta, India, en 1944 y comenzó a aprender hatha yoga en 1969; no obstante, él asegura iniciar desde muy joven.
Los entornos cómplices vuelven a los círculos de silencio imposibles de romper; esto se intensifica cuando son personas poderosas, admiradas o con éxito.
Con documental y todo, Bikram Choudhury sigue libre y dando entrenamientos para maestros en distintos lugares del mundo. Lo más terrible es que ni siquiera llega a sorprendernos, tenemos la violencia y la impunidad internalizadas hasta tal punto que la historia de Bikram es un caso más que se suma a la lista: la culpa no era de ellas, ni dónde andaban, ni cómo vestían… vale la pena repetirlo hasta que se entienda.
Bikram: yogui, gurú, depredador
Directora: Eva Orner
Género: Documental
País: Estados Unidos
Año: 2019