Cuando la presión social se impone a los deseos personales

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¡Bienvenidos al 2020! ¿Ya se sienten renovados, descansados y con energía extra? ¿Ya cambiaron sus vidas y están listos para empezar el gimnasio, estudiar un idioma nuevo, cambiar de trabajo y dejar esa relación tóxica? Ojalá haya un lector del otro lado asintiendo con la cabeza, pero lo cierto es que la mayoría de nosotros somos los mismos del 2019, acaso con unos kilos extra patrocinados por las posadas, brindis y festividades en general.

Todos los años es lo mismo; sabemos que nada cambia, pero participamos de todos los rituales como si algo fuera distinto. Hacemos balances y listas a futuro, nos endeudamos para comprar más y mejores regalos, nos juntamos con ese familiar que nos cae bien con la esperanza de que este año, por un milagro divino, todo sea fraternidad y amor.

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Las fiestas decembrinas parecen ser una fuerza sobrenatural que nos arrastra a realizar acciones a pesar de nuestros deseos.

Navidad en casa, la nueva mini serie de Netflix, habla exactamente de este tema: las tradiciones heredadas, las presiones familiares, las preguntas incómodas que se presentan como constante cada Navidad. ¿Y el novio? ¿Y el compromiso? ¿Y la boda? ¿Y el bebé? ¿Y el hermanito? Como si diciembre fuera el momento de evaluación sobre lo que los demás esperan de nosotros; como si el amor romántico fuera la única variable capaz de medir la felicidad.

Sin embargo, no todo es Grinch festivo. Por el contrario, esta producción noruega es una comedia romántica clásica que, por un lado, evidencia la forma en la que opera la presión social sobre lo que se espera de nosotros —y en particular de nosotras—, pero también apuesta por el humor, el amor y la esperanza como mensaje último.

Johanne (Ida Elise Broch) comenzará una maratón de citas amorosas después de haberle prometido a su familia que llevaría a su nuevo novio a la cena de Navidad… que no existe.

Además de los hilarantes personajes con los que se cruzará nuestra protagonista, la enfermera también se enfrentará a un mundo obsesionado con lo binario: mesa para dos, masajes para dos, vidas para dos.

Navidad en casa es una ficción ideal para esta época, en la que el comienzo del año puede ser una buena excusa para repensar cuánto de lo que hacemos responde a nuestro deseo y cuánto a lo que el “deber ser” nos dicta al oído.

Ni el matrimonio, ni el posgrado, ni el dinero, ni la belleza son aspiraciones obligatorias, homogéneas ni universales. Sin embargo, los años cambian, las décadas pasan y el “manual del ciudadano exitoso” parece seguir siendo el mismo.

¿Cuántas malas costumbres viejas habremos de repetir en este Año Nuevo?

El dato: La idea del show fue creada por dos estudiantes de publicidad, quienes extrajeron el concepto de los calendarios navideños de la televisión nórdica.

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