Si algo se puede ponderar del más reciente trabajo del cineasta polaco Roman Polanski, El acusado y el espía, el cual es más artesanal que propositivo, pero no por ello poco personal, es el oficio con el que logra pasar de la sobriedad, muy conveniente de inicio para plantear el escenario; sin embargo, luego comienza a asfixiar el relato con los lineamientos de la versión acartonada del cine histórico, a la ironía sofisticada que le permite librar el escollo y enganchar al público con la inesperada vigencia del tema y el discurso.
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El transitar de un coronel, Georges Picquart, quien pese a sus muy personales aversiones y estando al frente del departamento de contrainteligencia, asume el riesgo que representa empeñarse en hacer lo correcto, y enfrentar un sistema cuya prioridad es mantener a costa de lo que sea su imagen inmaculada y la idea de que su accionar es infalible, incluso sustentándose en el concepto más simplista del nacionalismo al que suelen aludir para controlar a las masas; es una historia que actualmente resulta trascendental que sea contada y vista, provenga de donde provenga.
Es así como el también director de estupendas producciones como Luna amarga (1992) y La danza de los vampiros (1967), pese a algunas transiciones que obvian periodos y se convierten en salidas fáciles para poder contar a detalle otros pasajes, que resulta evidente que le interesan mucho más, logra equilibrar con impecables escenas de juicios, duelos con espadas y un romance furtivo. Además de breves guiños a los albores del circo mediático, la línea argumental acerca del proceso de investigación que busca la verdad entre las intrigas en la Francia de finales del siglo XIX, para terminar convirtiéndolo en un efectivo alegato acerca del desprestigio y la infamia política.
EL DATO: El realizador renunció a asistir ayer a la ceremonia de los Premios César del cine francés ante las protestas de grupos que denuncian que se reconozca a un cineasta acusado de violación.
Para ello cuenta con la complicidad del galo Jean Dujardin, ganador del Oscar a Mejor Actor en 2011 por El artista, cuya inclusión en el reparto representa uno de los principales aciertos, pues sin hacer grandes alardes, logra mantener los matices necesarios para que el personaje no rebase los límites del estereotipo al que apunta constantemente.
Basada en la novela de Robert Harris y teniendo como presentación el agregado de que los hechos fueron reales, amén de un genérico título en español, El acusado y el espía tiene un desarrollo calculado a detalle, que cumple como entretenimiento con trasfondo, apuntando más a la mente que a las emociones, y resulta una interesante opción entre los estrenos de la cartelera cinematográfica de este fin de semana en México.
jmg