Fueron muchas las expectativas —quizás demasiadas— que se generaron alrededor de “¡Scooby!”, reinterpretación del clásico animado que debutara en los sesentas y que hasta no hace mucho ostentara el título de la serie con mayor cantidad de episodios emitidos, pues representa su salto definitivo al campo del CGI y prometía explorar como fue que se conocieron el buen Shaggy y su eterno amigo Scooby.
Para ello, el director Tony Cervone —“Los Picapiedra & WWE: Stone Age Smackdown!” (2015)— y los guionistas Kelly Fremon y Ken Spears, decidieron apostar por un enfoque completamente infantil, lo cual no sería para nada un problema, si no fuera por que en este caso resulta en una convencionalización de la propuesta, además de cierta traición al concepto original; y es que el misterio a resolver, uno de los rasgos que le definen y es el eje alrededor de lo cual suele tejerse todo, aquí es prácticamente inexistente.
Si lo anterior fuera poco, en vez de que lleguen los acostumbrados desenmascaramientos al estilo de los relatos tradicionales de detectives, ahora enfrentan a una amenaza real, con una clara intención de acercarse a los lineamientos del cine de superhéroes y su interminable boom. Esto último afecta la inclusión del célebre Fabulman, quien, en pro de un tratamiento más juvenil, ve trastocada su personalidad tomando el rol gracioso que suele ostentar su compañero Dinamita, sumergiéndose en una historia de madurez que, conforme avanza va perdiendo fuerza, hasta que el consabido y anunciado autodescubrimiento llega casi de una forma incidental.
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En contraparte, la película acierta al desarrollar la relación entre los protagonistas, desde el ya mencionado encuentro entre Shaggy y Scooby, que alude a las historias de niños solitarios, hasta la disyuntiva que deben enfrentar como adultos. Transpira encanto y ofrece momentos bastante simpáticos y emotivos. Lo mismo sucede cuando conocen al resto del equipo, redundando en una secuencia en la que, teniendo como telón de fondo la fiesta de Halloween, nos plantean las reglas que caracterizan sus aventuras, incluyendo las simpáticas persecuciones con música de fondo. Es una lástima que luego trasgredan algunas de ellas.
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Mención aparte merece el recuperar a otro de los viejos personajes de Hanna-Barbera para convertirle en el gran villano, respetándole los rasgos que le distinguen, y que, por cierto, resultan muy convenientes para el tipo de aventura. En cuanto al afán de explotar mucho más el universo interconectado al que pertenecen, ofrece prometedores apuntes, como la extravagante presentación del popular Capitán Cavernícola, además de la secuencia de créditos finales que da mucha más información de lo que podría venirse a ese respecto.
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En fin, se dice que una buena película infantil siempre será buena también para adultos; los estudios Pixar, Disney, Aardman y Laika han dado muchos ejemplos de ello. Este no es el caso, pero pese a sus inconsistencias resulta bastante entretenida, además de que el diseño colorido de sus personajes y la agilidad del ritmo general le ayudará a enganchar a las nuevas generaciones de niños pequeños. “Scoob!” —o “Scooby!” por su título en español—, debido a la contingencia sanitaria no llegó a las pantallas de cine, pero ya está disponible en plataformas digitales.
@jchavarria_cine
KR