Shows masivos en tiempos de pandemia

Autoconciertos inauguran la nueva era de los espectáculos en México

Dejan derrama que representa 15 por ciento de los que generan festivales como el Ceremonia; quienes odian las multitudes piden que sigan después del COVID-19

Jay de la Cueva, durante el autoconcierto de Moderatto Raúl Campos

Tras cinco meses de encierro, siete mil 550 personas se aventuraron a presenciar lo más cercano a un show masivo en tiempos de pandemia: el primer autoconcierto de proporciones titánicas en el mundo, que reunió a mil 500 vehículos alrededor de los integrantes Moderatto, quienes con Detector de Metal, con cubrebocas y sana distancia, inauguraron la nueva era de los espectáculos en México.

Con su presentación, los rockeros hicieron que este sector de la música en vivo reviviera como el fénix de entre las cenizas: demostraron que el entretenimiento masivo es viable aún en la pandemia. Y aunque el Centro Pegaso reunió únicamente 7.5 de un aforo precoronavirus de 100 mil personas), la recompensa para quienes se aventuraron a dejar la cuarentena fue inigualable: sintieron la emoción de ver a su banda favorita, bailaron, gritaron y se emborracharon, pero eso sí, con sana distancia, a un lado de su auto y conviviendo solamente con su familia o grupo de amigos.

El éxito fue tal que el siguiente paso de la industria musical, cuando el semáforo epidemiológico lo permita, es hacer un concierto híbrido, un show como los que antes de la pandemia conocíamos, pero guardando la sana distancia, combinado con gente que desde la comodidad de su automóvil disfrute de un concierto.

Fanáticas de Moderatto aseguraron a La Razón haber disfrutado la experiencia del autoconcierto al grado de que desean que cuando regrese la vieja normalidad, este formato permanezca como una opción para disfrutar espectáculos masivos.

Personas por auto

“Tienes muchísimo espacio para ti solo, no se encima la gente y puedes rockear con toda tranquilidad. Y la verdad es que el precio me pareció hasta barato, porque la última vez que los fuimos a ver al Auditorio Nacional, cada boleto estuvo en como en mil 500”, reconoció Nayelli. Los boletos oscilaban entre los mil 650 y los tres mil 850 pesos y podían entrar cinco en auto y seis en camioneta.

Por su parte, Ximena y Daniela, fans originarias de Cuautitlán Izcalli, aseveraron que este formato sería “una excelente idea” para ir a un concierto si no tienes ganas de estar tan cerca de la multitud “y estar en tu rollo. Fue una idea muy original y estando o no la pandemia estaría genial que se sigan haciendo”, expresaron.

El autoconcierto fue un espacio rockero de inclusión y comunión

Los autoconciertos que siguieron fueron los de El Tri, el 14 de agosto, e Intocable, el 15 del mismo mes. El empresario Miguel Herrera detalló a este diario que ya están en pláticas con otras agrupaciones para que se sumen a la iniciativa; “por lo menos ya tenemos otros dos artistas más, los cuales vamos a anunciar en las siguientes semanas”, detalló.

Tanto el empresario como Mick Marcy, guitarrista de Moderatto pronosticaron que será hasta 2021 cuando los conciertos tradicionales puedan realizarse, pero con un aforo reducido. Miguel Herrera señaló que, cuando el semáforo sanitario y las autoridades lo permitan, buscarán ofrecer una modalidad de espectáculos a la que también pueda asistir la gente sin necesidad de vehículo, “hacer una especie de show híbrido”.

A raíz del autoconcierto, a Moderatto ya le han llegado “un chorro” de peticiones para tratar de replicar el formato en otros estados del país. “Desde que hicimos la conferencia de prensa y la gente vio que esto ya era una realidad, salieron varias ofertas y proyectos que se están echando a andar”, detalló Micky.

“Igual y los autoconciertos seguirán siendo una cosa cuando regresemos a la vieja normalidad, una alternativa o una unión de formatos, añadió.

¿Cómo se vive un autoconcierto?

Nayeli y su sobrino Miguel fueron dos de los malditos pecadores (como Jay, lider de la banda Moderatto le dice cariñosamente a sus fanáticos) que asistieron al primer autoconcierto en México, el pasado 7 de agosto. Lo hicieron por su amor a Moderatto y por buscar opciones de entretenimiento que fueran a la vez nuevas y cercanas a las de la vieja normalidad. No les importó hacer un viaje de hora y media desde la CDMX hasta el recinto ubicado en San Mateo Otzacatipan, ni gastar más de 500 pesos en casetas, con tal rockear al ritmo de temas como “No podrás” y “Zodiaco”.

“Muchos ya estamos fastidiados de estar en la casa y ver series o cosas por streaming; probamos el teatro por Zoom y nos durmió. Por ello quisimos venir a un autoconcierto, para salir ya a algo grande como antes de la pandemia y pues tuvimos la suerte que fuera Moderatto: nos encanta su actitud y yo, como todas las pecadoras, estoy enamorada de Jay de la Cueva”, platicó a La Razón.

Nayelli, su sobrino Miguel y una colada

Para Martha, también de la CDMX, se trató de un evento que no podía perderse, ya que Moderatto es una banda muy especial en su vida: la primera vez que la escuchó fue cuando cursaba la secundaria, época que MTV aún transmitían videos musicales y en la que su crush idolatraba a Jay de la Cueva. Poder escuchar de nuevo en vivo “Muriendo lento” era incentivo suficiente para arriesgarse a “pescar el bicho” en un evento masivo con pleno semáforo sanitario naranja.

“Me empezaron a gustar porque el hermano de un amigo, quien era entonces mi crush y un mirrey total, era super fan. Pasó eso y me siguieron gustando, porque son una buena mezcla de rock y pop y sus looks son muy divertidos. Además, sus conciertos siempre agarran buen ambiente y este, aunque no fue igual, estuvo muy bueno”, contó, mientras le daba sorbos a una lata de cerveza sobre el cofre del auto de los amigos que le invitaron la entrada.

Martha, fan de Modratto gracias a su crush de secundaria

Una emoción similar a la de Martha la sintió Mick Marcy, el guitarrista principal de Moderatto, quien esa semana se reencontró por primera vez, luego de cinco meses, con Jay de la Cueva, Elohim Corona, Xavi y Roy.

“Estaba muy emocionado y además lo veía como algo histórico, en el sentido de que la industria podía regresar en niveles no pequeños, sino en grandes producciones. Además, gracias a esto mucha gente tuvo chamba tras cinco meses desde que la pandemia inició”, compartió a La Razón el rockero.

Ganancias raquíticas, pero mejor que nada

De acuerdo con Miguel Herrera, Director de Autoconciertos, en total se generaron 600 trabajos directos (la mitad de los brindados en los eventos de la era pre COVID). El empresario reconoció que, aunque la derrama económica representa únicamente 15 por ciento de lo que se recaudaría en eventos como el Festival Ceremonia, dejó claro que era preferible que quedarse sin hacer nada.

El Pegaso tuvo un aforo del menos del 10 por ciento que en antes de la pandemia

“Obviamente no va a ser mucha la derrama económica, pero es lo único que se puede hacer en este momento y por eso nos aventuramos, aunque la ganancia no sea mucha. Es una iniciativa realmente pequeña, pero es de las pocas que se pueden lograr en este momento”, reconoció.

Los costos del autoconcierto fueron de 1,650, 2,750 y 3,850 pesos. En un cálculo estimado de lo recaudado son 4.1 millones de pesos, sin contar las ventas de alimentos y bebidas, si se toma en cuenta que ingresaron mil 500 coches.

Esto cuesta asistir desde la CDMX

Limpieza extrema y kit de autocuidado 

Para ingresar al Foro Pegaso las personas tuvieron que atravesar siete puntos de control, en los cuales se les tomó la temperatura, se les entregó un reglamento impreso junto a un kit sanitizante (con tres cubrebocas y un pequeño gel antibacterial), se les revisó el vehículo y se organizó el tráfico interno de tal manera que los autos pasaran a sus zonas de manera ordenada y paulatina.

Así es el acceso

El recinto se dividió en cuatro áreas, que a su vez tenían tres zonas: Preferente y General A y B, siendo esta última zona la más lejana del escenario, a 170 metros de distancia. Los lugares de cada una de estas no estaban numerados, por lo que entre más temprano llegara la gente, más cerca del escenario le tocaba.

Tras el primer puesto de control, los vehículos eran divididos por secciones

“Me pareció que desde el inicio hubo buena organización, el acceso fue bastante rápido porque había poca gente. Sí tuvimos que pasar por varios retenes pero todo fue muy fluido. Al inicio nos tomaron la temperatura, la revisión del auto no fue tan invasiva y el lugar donde me tocó estuvo bien”, señaló Martha.

Por su parte, Ximena y Daniela compartieron que el reglamento del foro les pareció adecuado y que cumplía con los protocolos sanitarios; además de que fue incentivo suficiente para que sus padres las dejaran acudir.

La temperatura fue tomada desde el vehículo

“Nos invitaron unos amigos de mi papá, y además amamos a Moderatto. Nuestros padres estaban horrorizados con la idea de que viniéramos en plena pandemia, pero se tranquilizaron cuando les explicamos cómo iba a estar la onda de la seguridad sanitaria, les mostramos el reglamento y quedaron convencidos”, comentaron.

“Detector de COVID”

Todo el personal del Pegaso portaba cubrebocas, careta y guantes, y en caso de que un vehículo solicitará algún alimento o bebida, bastaba con prender las luces intermitentes para que un integrante del staff le llevara la carta, la cual únicamente tenía paquetes de tragos y botana. Los alimentos que se comercializaron fueron paquetes prehechos de tacos de canasta, los cuales eran transportados por empleados, que además portaban un traje blanco de protección.

Protegen a la banda y equipo

Mick Marcy contó que el día antes del concierto, los Moderatto ensayaron en un salón “como para bodas” y el 7 de agosto hicieron soundcheck en el Pegaso a mediodía. Para respetar la sana distancia, cada músico, incluidos los de apoyo, técnico e integrante del staff llegó por su cuenta. Todos debieron de hacerse previamente la prueba del coronavirus y portar equipo de protección a excepción de la banda y las coristas.

“Hubo muchas precauciones, inclusive yo me enteré hasta el mero día que uno de los integrantes más cercanos de nuestro staff no estuvo. Pregunté y me dijeron que había resultado positivo”, detalló Mick.

Los vendedores de alimentos “blindaban la comida”

El guitarrista compartió camerino con Roy y Xavi, el cual describió como un “galerón bastante grande y abierto”, en el que cada músico ocupó una esquina y portó cubrebocas. “Yo me llevé hasta mi careta, por si las moscas”, señaló entre risas. Además, comentó que cada uno de los integrantes debió de llevar sus propios alimentos y bebidas y que únicamente su manager de producción y publicista tuvieron acceso a donde estuvieron.

Estar dentro del auto no fue obligatorio

“El que busca encuentra”

Mientras los Moderatto se maquillaban y preparaban para subir al escenario, los asistentes calentaron motores con intérpretes como PokerMan y Railrod, mientras disfrutaban de alguna bebida espirituosa (en su mayoría metidas de contrabando) y platicaban o bailaban en el espacio alrededor de sus vehículos, los cuales estaban a un cajón de estacionamiento de distancia.

Cada vez que alguna persona intentaba ir a otra área que no fuese el baño o el módulo de auxilio, donde podían pedir desde asistencia sanitaria hasta corriente para la batería de su auto, los miembros del staff los regresaban a su lugar asignado.

Los asistentes disfrutaban de la tarde y sus bebidas sin salir de su cuadro de estacionamiento

“Amigos me platicaron que se les acabó la batería y la gente del concierto les pasó corriente. Y supe de personas que quisieron acercarse al escenario o moverse de lugar y que enseguida fueron interceptadas por la gente de seguridad, quienes los regresaron en corto a su lugar, lo cual me parece muy bien”, refirió al respecto Mick Marcy.

Asimismo, en las zonas de los baños (ubicadas entre cada área principal), cada vez que un mingitorio se desocupaba, un miembro del staff lo sanitizaba con spray para que pudiera ser empleado por otra persona. Al centro de estas áreas fueron instalados depósitos de agua donde la gente debía de lavar las manos, además de dispensadores de gel antibacterial.

Los baños tenían módulos para lavarse las manos y dispensadores de gel antibacterial

“Un grito en la noche”

Fue en el ocaso cuando la cuenta regresiva llegó a cero. Entonces, Mick, Roy y Javi salieron de su camerino y en una camioneta blanca fueron transportados al escenario; lo mismo pasó con Elohim y Jay de Cueva, quien llegó derrapando justo para iniciar a empezar a cantar “Autos, Moda y Rock & Roll”, tema muy ad hoc para la noche.

“Cuando subí y vi las filas de carros, sentí una emoción increíble: ver a la gente que no se movía de donde estaba su coche y que la mayoría tenía tapabocas fue muy emocionante. Todos se estaban comportando muy bien, siguiendo los lineamientos. Me dio gusto”, compartió Mick Marcy.

Mick Marcy rockeando en el escenario 360

El escenario 360 grados, detalló Miguel Herrera, fue diseñado para permitir la visibilidad de hasta los vehículos más alejados del escenario, razón por la cual se colocó a tres metros de altura. “Si poníamos uno frontal íbamos a tener gente que no iba a disfrutar nada. Entonces resolvimos pensando en que hasta la última fila tuviera una buena visibilidad y nos basamos en el diseño un palenque”, explicó.

La dinámica para los Moderatto fue que, mientras Elohim estaba al centro y se rotaba sobre su asiento, el resto ocupara alguno de los cuatro lados del escenario y se fueran moviendo. “Cada uno tenía que acaparar un frente completo, los cuales eran del tamaño de un escenario normal. La brincada y la correteada estuvieron buenas, pero estamos acostumbrados a no ser ‘shoe gazers’, como esas bandas que están quietas todo el tiempo, sino que nuestro show es muy dinámico”, señaló Mick.

Elohim Corona destrozando la bataca

Para Martha, a quien le tocó en una zona General A, fue “un poco extraño” que el escenario fuera 360, pues no podía ver a la banda completa al mismo tiempo. Asimismo, dijo haber extrañado la convivencia que se da en la multitud, ya que estando cada quien en su carro. “No se siente tanto la unión entre los fans”, dijo.

“Pero el ambiente estuvo muy padre, la gente no se quedó sentada en su carros viendo y ya sino que salieron y echaron desmadre. Además había de todo: chavos, chavorrucos, familias y señores. Se sintió un ambiente seguro y de hermandad de rock”, añadió.

Ximena y Daniela, “malditas pecadoras” de Cuautitlán Izcalli

Ante la ausencia de una masa que pudiera corear las canciones, Jay de la Cueva le pidió a los asistentes que ‘corearan’ con los cláxones de los carros y las luces, situación que Ximena aseguró tuvo la misma “vibra” que los gritos de un concierto pre COVID.

Mick afirmó que inclusive la participación del público fue mayor con este formato. “Se oía la cantada pese al sonido, los cláxones y unas camionetas llevaron unas luces tipo militar que se veían increíbles cuando las prendían. Todo eso logró una comunión doblemente padre, porque todos conectaron. Me dejó encantado”.

“Cosas que pensamos que iban a estar raras, como la distancia entre los coches y el escenario, a la mera hora ya ni las sentimos por la emoción del espectáculo. Se generó un calorcito padre del público, la banda respondió increíblemente con sus claxonazos y las luces. Fue increíble, la verdad”, destacó.

Jay de la Cueva, durante los últimos momentos del show

“Te hubieras ido antes”

Cuando Los Moderatto comenzaron a tocar “Adiós”, la última rola de la noche, decenas de carros comenzaron a irse, auxiliado por el personal del Pegaso, quienes les indicaron el camino que debían de seguir. Tras los últimos acordes, las ovaciones de cláxones y despedirse del público, los rockeros descendieron del escenario, abordaron una camioneta con los vidrios polarizados y partieron hacia la CDMX.

Con la conclusión del show, además de un aura de bienestar y alegría, también llegó una congestión del tráfico interno del Pegaso, la cual le tocó a los mismos artistas. “Nos tardamos media hora en poder salir a la carretera, creo que hubiera sido bueno esperar un poco a que se fuera la gente”, compartió Mick, quien pese a ese pequeño percance aseguró que en punto de las 23:30 horas ya descansaba en su casa.

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